sábado, 28 de marzo de 2009

Es tarde

Es tarde. Vaya novedad. Tengo hambre. Tampoco es ninguna novedad. Pasan tantas horas desde que ceno hasta que me acuesto que da tiempo a que me de de nuevo. Hoy lo que pasa es que no he cenado. Cosas que pasan cuando sale uno de casa. Gambitero no soy, no, pero los viernes me gusta dar un garbeo, sino es que pasan los días y no salgo de casa. Bueno, ahora con esto de la autoescuela si salgo. A recibir clases de teoría del manejo de los automóviles y a hacer tests. Hoy ha salido regulero. 8 fallacos. Muy mal. No es que me venga abajo, pero me pone un poco triste. Es otra pequeña derrota a la saca de las derrotas. Bueno, yo no tengo una saca, yo tengo el hangar donde escondieron el Arca Perdida de derrotas. Las puedo meter en cajas. Las personas que perdemos, lo asumimos, pero no nos acostumbramos. He vuelto al Fotolog porque echaba de menos a la gente de por allí. Se me hizo imposible tener la inventiva suficiente para poder ser gracioso todos los días. El Fotolog hizo mucho por mí, siempre lo he defendido. Vale que el 90% de los fotologs sean una mierda pinchada en una caña, pero eso da igual. Allí conocí a gente que es muy querida por mí. Aparte de que si hay inteligencia escondida entre tanto emo chileno. Miren el fotolog de Maronda y verán que no es cuestión baladí. Y ya no sé que más contar. Es tarde.

Eso ya lo había dicho.

jueves, 26 de marzo de 2009

Que cada cual haga de su capa un sayo

Hay que exterminar la plaga
a golpes de libertad
cucarachas asesinas

la vida os aplastará.

Cucarachas (LEÑO)


No entraré en temas más manidos que la farsa monea. Lo del nuevo anuncio de los linces, las células madre, los obispos y la madre que los parió. Comparar la preservación de una especie en extinción con la investigación de las células madre es la última tontería del circo que han hecho los men in black. Primero, el tocino veteado con la velocidad tienen poco que ver, y segundo y más importante ¿por qué no dejan que hagamos nuestro libre albedrío, como sus opúsculos dicen?

Siempre dan por saco con la eutanasia, con el aborto, con quien se tiene que casar con quien y que es esto o aquello. Me parce perfecto que quien sea católico, apostólico y romano (eso de romano me ha hecho mucha gracia –es porque son seguidores del Papa de Roma en todo caso-) haga caso a sus jerarquías y no hagan ciertas cosas prohibidas por su religión. Pero ¿y los demás? Los demás no podemos hacer lo que queramos parece ser. Los gobiernos legitimados por los votos no pueden legislar lo que quieran sin que estos meapilas se pongan guerreros. Es curioso como han adoptado los trucos del almendruco más usados por la izquierda para defender sus propuestas. He dicho propuestas, quiero decir sus imbecilidades. Mucha pancarta y mucha manifestación los domingos que haga bueno, después de misa de 10. Me acuerdo de la LOE, del matrimonio gayer y ahora con lo del aborto. Si una cosa es legal y en conciencia no tengo reparos ¿que leches quieren?

Yo, si me da un yuyu o tengo un accidente quiero que me maten –si es mi deseo- si no puedo hacerlo yo. No me refiero a que desenchufen las máquinas, me refiero a que me pongan una inyección para irme de este mundo si me apetece. Eso no lo contempla la ley, pero porque los gobernantes que tenemos son unos cagaos. El derecho al suicidio es indiscutible. No me vengan con cuentos. El suicidio es una de las máximas libertades del individuo. Es un ritual en algunas culturas (el sepukku japonés) y era una costumbre honorable en nuestros ancestros griegos y romanos. La gente cree que los suicidas son/están locos. Alguno habrá, si, pero gran número de ellos lo son porque se hartan de la vida. La vida no garantiza la felicidad. Y si es en un estado de dolor prolongado o sufrimiento constante ¿no es acaso una solución viable? Ellos dirán que Dios nos da la vida y Dios nos la quita. Si Dios no existe, si yo no lo creo, me dará igual, en todo caso. Nietzsche mató a Dios. Mató un concepto, porque las cosas que no existen no pueden morir, ni pensar, ni decidir lo que está bien o mal. Somos animales políticos, vivimos en sociedad, pero si yo no perjudico a nadie con mi decisión ¿por qué penarla?

Ellos se agarrarán también en el caso del aborto a que un grupillo de células son un ser humano en potencia. Pero matan a miles en África con su política de uso del profiláctico condón. Y obligan en la India a perecer entre el dolor resignados a morir como la Madre Teresa les dijo (ella fue a un hospital).

Cerca de aquí, en la capital de mi provincia los de la Semana Santa han acordado poner un lacito blanco en los pasos para lo del aborto. Aparte de considerar la Semana Santa como folklore participativo de las tradiciones de los pueblos (es una opinión personal) yo me pregunto ¿Se puede ser más hipócritas? Alguno de estos señores usan preservativo, hacen que sus hijas o mujeres aborten, serán infieles a sus parejas o serán homosexuales activos. Pero los símbolos externos nos gustan mucho.

Este mundo es de locos.

Y apostatar es imposible.

Catoliquito pa toda la vida. Amos que…

martes, 24 de marzo de 2009

Kafkiano


Hoy entre Dreamveaver y Dreamweaver he hecho uno de esos test tonticos del Facebook. El título era, esperen que lo miro… ¿Qué célebre escritor te podría haber creado como personaje literario? Ha salido que Kafka me podía haber creado. Es tan kafkiano. Mi relación con Kafka viene de lejos, pero no tan lejos como otros escritores. Me leí La Metamorfosis un verano. Y hasta aquí mi relación con Kafka el escritor. No me he leído ni El Castillo ni El Proceso (y este me lo regalaron). Bueno si, por la red he leído creo que en su totalidad las cartas a su papá. Lo demás que sé de Kafka es por investigación acerca de su persona, sobre todo por el libro ese que ilustraba Robert Crumb. También otras fuentes, documentales y esas cosas. ¿En realidad soy kafkiano? Por la descripción que dan parece ser que sí, pero es solo una payasada del Facebook.

Pero tengo que tener en cuenta que mi fascinación por el hombre me llevó a escribir en este mismo medio que ahora leen Como ser Franz Kafka. Me vino la idea porque iba a trabajar en una oficina, haciendo trabajo burocrático. Y me convertía en Kafka, como Gregorio Samsa se convertía en cucaracha.

Y ahora me salen con que soy kafkiano. Me dicen con acento argentino:


Te sentís en un mundo laberíntico, en una sociedad espiralada de la cual no sos más que un individuo que nada puede hacer por salvarla y que tiene que intentar sobrevivir en ella. Todo te resulta confuso, y casi por casualidad, encontrás una chica que finalmente dura más de lo esperado, y a la cual terminás queriendo de un modo raro. Quizá llegó con nuevos problemas, pero la contensión que te brinda es indispensable.


Bueno, pues si, seré kafkiano.

Pero no me hace gracia. Yo quiero ser un personaje de Chesterton o de John Kennedy Toole. Pero es irrefutable. Soy kafkiano. Por cierto, que hice otro test sobre que personaje de los Simpsons sería y salí que era Flanders, jejeje… pero en ese hice un poco de trampa.

Hacer trampa en estos test, como en los solitarios, es una cosa muy humana. Haciendo la vista gorda a nosotros mismos demostramos que errar es humano, y que somos corruptibles hasta la médula. Necesitamos controlar algo, como en el solitario y si se toman pequeños atajos la cosa mejora, el solitario sale y habrá una pequeña alegría basada en el autoengaño en el mundo. Yo soy de esos que se sienten tan culpables que ni hago trampas en el solitario. Si me tuviese que corromper por lo menos que fuera para aprobar unas oposiciones o ser millonario. Todos tenemos un precio. El mío es caro. Sigo siendo kafkiano. Un personaje abrumado. Envuelto en un sistema que no comprende y viceversa.


No, leches, no soy kafkiano, soy mamelúquico.


Cada uno se abruma como puede, quiere o le dejan.

Y punto pelota.

domingo, 22 de marzo de 2009

20000 leguas de viaje mameluco


20000, se dice pronto. Para los que hagan un blog con mediano éxito la cifra les perecerá ridícula. Y también tengo en cuenta que contabiliza visitas que son azarosas, como las bolas de la lotería o de rebote, que apenas si se paran a leer. Pero yo, un humilde blogger de medio pelo me doy por satisfecho. Los números tampoco son tan importantes, lo importantes son las IP, jajaja. Que no, que son las personas que van detrás. Yo partí de la base de que aislado, en mi casa, no conocía a nadie que tuviese un blog. Eso pone las cosas más difíciles. Hoy dos años y poco después, tampoco tengo a mi alrededor demasiada gente con bitácoras. En persona, quiero decir. La travesía ha sido en mi Nautilus personal. Como el capitán Nemo he ido evitando la civilización en mi nave de ceros y unos. La civilización, no a las personas, claro. Ha habido erupciones submarinas, corrientes de agobio y pesadumbre, arrecifes de incomprensión e infames leviatanes, pero como el líquido elemento en el que flotaba el capitán fabulado por Julio Verne, la cosa ha sido casi siempre fluida. Lo que yo hago podría bien ser pornografía. Pornografía mental. Expongo explícitamente mi persona al escrutinio. ¿O es al personaje? Cada uno dice una cosa. Ni yo se la verdad. Mameluco es compacto, pero hueco. Dentro se esconde the real me. Lo que pasa que como ocurre en las cosas compactas a nivel nanoscópico hay toda clase de enlaces, huecos y defectos. Vicarianzas y anisotropías.
El viaje a bordo del Argos de Mameluco raramente nos llevará al Vellocino de Oro. Más bien, a la cabra que descubrió el café o a la suciedad de las calles de la ciudad. Hay más basura que joyas y piedras preciosas. Pero la basura es innata en el ser humano desde que el hombre es hombre. Desde los concheros hasta la Sima de los Huesos, el hombre ha dejado sus desperdicios por ahí tirados. Y sigo hablando de cosas materiales, porque si es basura moral, las hay a parvas (a parvas: en gran cantidad). Me sumerjo pues en la inmundicia porque pilla más a mano. La ley del mínimo esfuerzo. La ley de la parsimonia. Ya saben que están invitados a esta travesía sin puertos. Más bien son clavos ardiendo. Lo que les ofrezco es poco, pero sumergirse en otra mente, por catarsis, es beneficioso.


¡Por ahí resopla!
¿El qué?

El blog de Mameluco.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Cosas que decir sin decir demasiado

Veo risas. Es de noche y veo risas. No se me ha escapado el tornillo que me flojea, es la risa que provoca por lo que se ve, comprar DVD-Rs de la marca Fortis porque el caso es que los de la caja se parten la caja, valga la redundancia. Cuando los compro yo no me da risa, sobre todo si tengo que pagar el canon. Pero como decían, ya que hablamos de la risa, Tip y Coll, otro día hablaremos de la SGAE. Escribir sin contar nada es algo curioso. También es cada vez difícil para mi, aunque solo sea por el mero hecho de que se me están borrando las letras del teclado. Ahora la E es una ¬, la R es como una i, la T es como una -.-, la L es un | y así sucesivamente. La Q está en perfectas condiciones. La flecha de borrar es ahora de línea discontinua. Todo ello se debe a la erosión digital. La erosión digital es cuando manoseamos mucho algo y pierden las cosas su esencia. Es como cuando éramos pequeños y nos encontrábamos un pajarito. Lo queríamos asir todo el rato, y algún adulto sabio te decía: que lo vas a aburrir (al menos aquí nos decían eso). Y era verdad, a los pajaritos no le gustan que los manoseen, pues nacieron para ser libres, y como los aburras se te desmayan o se ponen malos. La solución era meterles las paticas en agua y resucitaban. No sé si ahora los niños cogen pájaros y los aburren. Creo que erosionan digitalmente más los mandos de la Play o de la Wii. Otra de las cosas prohibidas era pintarles los caparazones a las tortugas. Si le pintas el caparazón se mueren, decían. Serían las épocas de las pinturas con plomo, digo yo. Las tortugas aunque siempre se diga lo contrario, no son nada lentas, para ser un quelonio. Los quelonios están aquí desde antes de los dinosaurios. Unos cuantos millones de años antes. Ambos aparecieron en el Trías, pero el Trías duró 50 millones de años. O sea que están aquí desde hace 260 millones de años. En esa época como mucho que se las comiesen, pero a nadie se le ocurriría pintarles el caparazón. Bueno, a lo mejor un sádico que invente una máquina del tiempo en el futuro pueda ir allí y hacerles la puñeta a las tortugas. Es una tontería que diga esto, porque inventarse una máquina del tiempo es imposible. Si lo fuese, todo estaría lleno de turistas del futuro. O de inversionistas especuladores. Imaginen que compran una casa hoy –viajando por el continuo espaciotiempo- y la venden en su época por un yescal como casa vintage de principios del s. XXI. En el siglo XXV seguro que se pelearían por un adosado con vistas al mar. El mar estará ya por Sevilla o por ahí, si es que se derriten los polos. Pero yo creo que no. Viene una glaciación. Los turistas vendrán a ver como era la Tierra sin un casquete polar que llegue hasta Londres. Pero divago. La máquina del tiempo es una cosa loca. Aparte de que solo sería para ricos. Imagínense un mundo lleno de turistas pijos espaciotemporales. Un caos. Y todo lleno de paradojas, porque si algo hemos aprendido de las películas es que no se puede jugar con esas cosas. Que igual te borras de la foto del carnet de identidad y eso es un marrón a la hora de hacer cualquier gestión burocrática. Yo por si acaso lo tengo escaneado. Nunca se sabe.


Bueno, les dejo tranquilos. Ya he escrito bastantes tonterías por hoy. La única verdad que les puedo ofrecer es que me he apuntado a una autoescuela para sacarme el carnet de conducir. Lo primero que me han dicho que lo que diga un policía anula todas las señales, los semáforos y las cosas pintadas en el suelo. Un tío con pistola es un tío con pistola, of course.

lunes, 16 de marzo de 2009

Cómo, cuando, dónde, qué, quién y por qué


Decía Rudyard Kipling que seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé. Sus nombres son cómo, cuando, dónde, qué, quién y por qué. Sin duda en los manuales de periodismo se enseñan lo de las W. Pero creo que se puede ampliar el espectro de la actuación de los honrados servidores del bueno de Rudyard. El método científico no deja de ser un compendio de estos. Para el hombre como ser curioso que escudriña la realidad es importante saber son cómo, cuando, dónde, qué, quién y por qué. Vendría a ser una síntesis aséptica del ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos? ¿De donde venimos? .


En términos filosóficos la cuestión presenta tantas soluciones como personas o corrientes de pensamiento se la han planteado. La filosofía nace del ocio. Las gentes ocupadas se conforman con las religiones. Imagínen a esos griegos todo el día charlando de sus cosas, entre copa y copa de hidromiel. Su búsqueda era sencillamente por curiosidad y aburrimiento. Si hubiesen tenido que trabajar nada hubiese sido igual en el pensamiento occidental, por lo que se puede deducir que los esclavos aportaron la ociosidad necesaria a esos ciudadanos griegos que tanto pensaban. Los presocráticos, gente inteligente, observaba la naturaleza y sacaban conclusiones bastante “modernas”.

Desde uno que decía que todo estaba hecho de átomos (Demócrito), hasta uno que decía que las personas y los animales provenían todos ellos de formas anteriores (Empédocles). Es la ciencia del siglo XX resumida, la física del átomo y el darwinismo. Como Carl Sagan nos recordaba hubo uno, Aristarco de Samos que decía que la Tierra giraba alrededor del Sol. ¿Por qué el hombre escogió otros caminos? Platón y Aristóteles tuvieron la culpa, claro. Y Ptolomeo. La religión encontró estas filosofías bastante adecuadas para sus razonamientos, por llamarlos de alguna forma.

Pero con el Renacimiento todo cambia y las cuestiones dormidas durante mil quinientos años salen otra vez a la luz.

Sin embargo, hoy tras vivir revoluciones copernicanas, newtonianas, darwinistas, cuánticas, vemos que ese saber, esa evolución en el entendimiento humano está en franco retroceso. Muchos se quejan de la falta de valores en nuestra sociedad. De la crisis. ¿No decimos nada de los enemigos del saber? Cada día las infecciosas ideas creacionistas inoculan su veneno en más y más personas. El aumento de la influencia de las iglesias evangélicas está haciendo que hayamos tenido un amo del mundo hasta hace poco que creía que la evolución era un invento. Lo malo es que esa visión del mundo neocom está llegando incluso a nuestro país. Otro día les hable de J.M. de Prada, pero es que rebuscando una cosa el otro día, Pío Moa arremetía contra Lynn Margulis , por decirlo de forma suave, descerebrada y cerril. Lynn Margulis podrá ser un poco radical, un poco heterodoxa, pero ella fue la que sistematizó los reinos de la vida y sobre todo dio una explicación –hoy aceptada por casi todos- a la evolución de la célula eucariota a través de la simbiosis de las procariotas (de bacterias libres). Y además Margulis se pelea con los defensores de la teoría sintetica, los neodarwinistas –que también son mayoría, incluyendo a un servidor-. Cosa de la que don Pío seguramente no tendrá ni la más repajolera idea. Se presentan pues tiempos oscuros, donde el rumbo que se pierde no es precisamente por la ciencia (que como se sabe significa conocimiento), pues el conocimiento no puede hacer daño a nadie. Si la sociedad se va a la mierda es porque la gente no sabe, no tiene conocimientos. No digo que el conocimiento haga que seamos seres más morales, pero si seres más curiosos, creativos y también, seguramente, menos dogmáticos. En este mundo lleno de dogmas, el paso del mito al logos está en franca decadencia. También hay parte de culpa en el utilitarismo científico, que es lo que hace que progrese todo tecnológicamente y podamos tener un Ipod o hacer palomitas en el microondas. Pero el conocimiento por el conocimiento es la base de la ciencia. Los geólogos estamos acostumbrados a la incomprensión general. ¿Por qué estudiar algo que pasó hace millones de años? ¿de qué sirve buscar especies fósiles? ¿Eso nos hace más felices?

En este punto de la humanidad que el conocimiento está tan desvirtuado por los que creen conocer las recetas para todo (los políticos) hay que plantarse y decir que la ciencia es para bien o para mal, lo que decidirá nuestro futuro.

Pero claro, es más fácil creer en cuatro libros escritos en el año la pera que tranquiliza conciencias y de esperanzas en lo que para mi es una condena. La vida eterna.

No sería larga la eternidad ni , pardiez.

domingo, 15 de marzo de 2009

Éramos tan felices

Éramos tan felices…

(Michi Panero)


Los que niegan la nostalgia, o son olvidadizos, o lo pasaron demasiado mal en el pasado. La nostalgia no tiene nada que vez con ser reaccionario o con ser conservador. O esa es mi forma de entenderla. Cuando el presente es como una charca de barro estancada en verano, donde la ilusión, como los peces no pueden respirar, uno echa mano de los recuerdos. Los humanos tenemos la tendencia a seleccionar, a cribar y a confinar a los recovecos más profundos de la mente lo negativo que forma parte de nuestros recuerdos. Cuando vemos una imagen del pasado, nos evoca algo que a priori nos da alegría. ¡Éramos tan jóvenes! Me está pasando ahora que estoy recopilando fotos para una movida de la Universidad, se cumplen 50 años de la licenciatura de Geología en Granada y cada promoción puede aportar material gráfico. Ahora veo las fotos y me veo feliz, con buenos amigos, haciendo el tonto. Si buceo un poco más en mi mente esas fotos son de fatigosos días de campo, donde iba con la lengua fuera y para mí eran un suplicio. Pero ahora, pasado el tiempo, sin tener ya el cansancio de las caminatas y el rollo de llegar tarde a las explicaciones, me gusta verlas. ¡Éramos tan jóvenes!

Siempre digo que llevo en un estado de depresión 8 ó 9 años. Bueno, es por poner una cifra. Aún recuerdo la primera vez que no quería levantarme de la cama y estuve como tres o cuatro días acostado, con cosas que me reconcomían por dentro, con sueños terribles de exámenes y suspensos. Fue en Febrero del 95. No supe digerir nada de lo que me pasaba. Y así seguí unos cuantos años, con una ansiedad increíble (que se traducía en lo que Bergman llama vientre nervioso, en “La linterna mágica”, o sea que permanentemente estaba con dolor del barriga y ganas de cagar, sino estaba en sitio seguro: mi casa), con una pena que me comía por dentro. Y siguieron los años, y me tiré 12 años en ese plan. Pero ahora miro las fotos y no me supone un resquemor, sino una alegría. Después me pasaron cosas maravillosas, conocí el amor, de una manera preciosa, pero en mi organismo no todo andaba bien. Pero no lo cambio. Quizás ese sea mi problema. Asumir que el mal de la melancolía es inherente en mí. Después hice cosas (más bien, no hice nada) por lo que todavía me arrepiento.


Es como lo que repetía Michi Panero (comienzo de "Despues de tantos años")cuando murió su padre. ¡Éramos tan felices! No había felicidad en casa de los Panero. Bueno, si, su madre que así se llamaba. Era un invento para asumir un pasado.

Sin llegar a ser tan profundamente pesimista como el más joven de los Panero, la memoria selectiva de los hechos felices es como él dice, un mecanismo de defensa para la vida, o corrigiendo como él lo hace, para los recuerdos. De todas formas yo, al pensar tanto, me arrepiento una y otra vez de cosas que hice, de decisiones que tomé, sin mala fe nunca, pero si con consecuencias que hacen que todavía las heridas no se cierren y sigan supurando la pus de la pérdida, la sangre de la felicidad, el espíritu de la bueno que hay en mí, que se disuelve poco a poco en la atmósfera contaminada de las puertas cerradas, del aire enrarecido.

¡Éramos tan jóvenes!

Mecanismos mentales.

Pero en realidad hubo momentos de felicidad, eso si. De felicidad infinita. Y es de eso de lo que uno es nostálgico. No de momentos concretos, sino de esa sensación, hoy perdida de ser feliz.

¡Éramos tan felices!

Y es en mi caso verdad.

Hoy solo caen las horas en un nuevo domingo. Uno vive por no morir. Porque morirse, como decía el Ortega, es una mierda.

jueves, 12 de marzo de 2009

The art of writing



Como una ilusión vienen a mi mente las letras que escribo. Muchas veces la escritura es automática. No puedo afirmar que el espíritu de ningún escritor famoso me posea, pues uno, no me saldrían unos post tan reguleros, y dos, y más importante, no creo en los espíritus. Son muchos los que a través de la historia han dicho que poseídos por el fantasma de un ilustre personaje ha hecho algo. Dalí es uno de los más recurrentes en la literatura parapsicológica. Incluso había un tipo que decía que Mozart se le metía en la chola y él escribía las obras que el genio flatulento (me remito a la peli de Milos Forman) le dictaba. Los musicólogos que examinaron las obras dictaminaron que eran burdas imitaciones del icónico compositor clásico. Los plagios sobrenaturales me hacen gracia. Me acuerdo del más prosaico escritor con acento sudaca que en Amanece que no es poco es detenido por plagiar a Faulkner.

Todos los que escribimos imitamos a alguien, claro. Lo que pasa es que la mezcla de referentes puede hacer que salga algo original. También se puede hacer plagio queriendo. Yo mismo he escrito lo que Perucho denominaría en su idioma original “Amb la tècnica de Lovecraft”, o sea, siguiendo como premisa la prosa abigarrada del de Providence uno escribe cosas y contribuye, como tantos lo hicieron antes, a los mitos de Cthulhu. Pero son simples cosas de aficionados. No me puedo permitir negros. Los negros son gente maravillosa que ha aportado a la literatura más de lo que creemos. Dumas tenía negros, que a su vez tenían negros. Y se afirma que Dumas sintió la muerte de uno de sus negros como un poco la suya. Una parte de su obra se iba con él. De hecho el término negro viene de don Alejandro, que tenía sangre negra corriendo por sus venas (Lls negros del negro).

A mí me gustaría saber quien fue el escritor mamporrero que escribió el hito español del negrismo en la literatura de best seller de la tele ¿Sabremos algún día el que le fastidió la poca credibilidad que tenía Ana Rosa Quintana? Si alguien lo sabe que lo diga y le haré un monumento*.

Bueno, les dejo, que estoy cansado de escribir. Además es tarde y me espera Moby Dick y el capitán Ahab. Si tuviera un negro seguiría contándoles tontadas de estas de las mías, pero como no me los puedo permitir, finalizo con un

FIN.

Por ahora.


* Según Wikipedia, AR achaca "los errores informáticos" de su libro a un tal David Rojo.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Günter, yo y las sagradas escrituras



Incluso los malos libros son libros, y por lo tanto sagrados.


La frase de inicio, esa frase que sintetiza una idea, o como es el caso es el detonante de un escrito, es de Günter Grass.

¡Ah, los libros! No creo que el escritor de Danzig se refiera a su obra (por otra parte irregular) sino a todos los libros en general. Y creo que en el fondo, a pesar de los pesares, tiene razón. Quizás sagrado tenga una connotación demasiado mística, o si lo prefieren, demasiado cercana a la idea de transcendencia, pero ¿saben qué?, quizá lo de trascendente, como que es perdurable en el tiempo, sea bastante correcto. Ya conocen mi amor por Jorge Manrique y su vida en la fama.

Günter y yo nos conocimos hace mucho, mucho tiempo. En la revista del Círculo de Lectores salía mucho, y como dicha publicación ha estado siempre rondando por mi casa, pues me llamaba la atención, sobre todo por sus dibujos. Con el tiempo lo conocí más. Era un activista de los que te aburro y te aburro, ya saben. Pero entre mis recuerdos infantiles también estaba la película que hizo Volker Schlöndorff de la novela de la que hablaré a continuación. En el año 97 o 98 les pedí a los Reyes un ejemplar de El Tambor de Hojalata. Leí el libro a la luz de unas velas en un quinto sin ascensor (muy precario todo, si). También lo leía en la facultad, entre clase y clase. Si los libros son sagrados, El Tambor de Hojalata tiene que ser de los más sagrados. Supongo que cada uno tiene su altar particular.

Desde entonces me lo he leído 3 veces. Y también los otros dos de la trilogía de Danzig. La verdad es que lo demás que me he leído de él, no me ha gustado demasiado, aunque no le he dado la oportunidad a sus controvertidas autobiografías.

Grass desveló que había pertenecido a las SS durante unos meses a los 17 años, con la incomprensión de muchos de sus lectores y del público en general. A mi me ayudo a ver su papel como intelectual decididamente izquierdista y su militancia activa durante tantos años. Tenía que justificarse a si mismo de alguna forma. A mi personalmente me da igual, por supuesto. Los libros son sagrados. o esa es la premisa de este escrito. Y lo dice uno que perteneció por las circunstancias a un grupo, las Waffen-SS, que quemaban libros a diestro y siniestro en ceremonias nazi cuasimágicas. Lo que cuenta en el libro es lo impreso y lo leído, independientemente de la naturaleza del autor. ¿Quién nos dice a nosotros que el que escribió El Lazarillo de Tormes era un sinvergüenza?

Yo lo que sé es que no puedo tirar un libro a la basura. Es pues, como dice el propio Günter, un objeto sagrado. Hay quien quema los almanaques con santos, porque dicen que tirarlos a la basura para que se unan con las mondas de una naranja y con los restos del café es algo blasfemo. A mí me pasa con los libros. Tiras algo que alguien ha escrito, un cajista o un maquetador ha diseñado, y una máquina ha impreso en tinta sobre papel. Hay muchos que lo hacen por negocio, otros por entretener, y otros por expresarse, simplemente. No sé si será porque me crié entre tinta y sonido de máquinas de imprenta, pero el libro es un fetiche. Un fetiche en mi cosmología sin Dios.

A estos se les ha acabado el monopolio


Después podemos hablar de si los libros de Jorge Bucay son un engañazagales o si la prosa de Marcial Lafuente Estefanía era repetitiva (con tantas novelas de lo mismo como para no serlo), pero libros son, al fin de al cabo.

Y es que todo, todo, todo está en los libros.

Y en las revistas, porque la frase que ha dado pie a este mamotreto la leí ayer en el PRONTO. Nunca sabes donde vas a encontrar algo con lo que darle vueltas a la cabeza.

lunes, 9 de marzo de 2009

Ensayo y error


Ha pasado otro domingo. Ha sido un fin de semana movido (demasiado para mi humildes gustos) pero en mi cubículo de nuevo me enfrento de nuevo a la hoja en blanco. No me apetece contar demasiado. Los domingos han sido un tema recurrente a lo largo de los dos años de blog. Los domingos, los dichosos domingos. Hubo un tiempo en el había domingos mágicos, pero eso queda ya lejos en el tiempo. La hiel enmascara estos recuerdos entre kilogramos de autorreproches ,y la nostalgia me invade solo en ocasiones, cuando mi coraza química es taladrada por una realidad que fue y ya no será. La pregunta es ¿cómo se puede ser tan estúpido? Hablo por mí, claro, ¿o es que acaso tengo otro tema de conversación? Muchas veces pienso que la vida es un aprendizaje de ensayo y error. Pero cuando se equivoca en la vida, ¿acaso existen las segundas oportunidades? Creo que no. Es una opinión como cualquier otra. Los que creen en las segundas oportunidades estarán diseñados con otra estructura celular. Sus mentes deben tener un apéndice especial para reponerse del dolor.
¿Saben cuando hay cuestas y vamos en coche y se nos suben las tripas y sentimos ese vértigo que tanto gusta a los niños? A mi no me pasa ya, pues mis tripas están rodeadas de poderosos anclajes adiposos. Pero si me pasa cuando miro atrás y veo los ensayos fallidos. Son tubos y matrices rotos en el laboratorio del mundo. Y de vez en cuando, como si de un ácido se tratasen, gotean en la mente los recuerdos, que hacen que las heridas no cicatricen del todo. Mis armas son la química y el no darle importancia. Lo consigo el 90% del tiempo, pero ¡ay! ese 10 que me viene en sueños o en la frontera de la vigilia. O soñando despierto. Sueños, domingos, heridas.
Repetición. Repetición. Repetición.

Eterno feedback.

Yo no hago caso a los que dicen que la nostalgia ya no es lo que era. La nostalgia sigue siendo un ancla que se fijo en un lugar y en un tiempo dado, y que vuelve para recordarte permanentemente tus ensayos.
Y tus errores.

jueves, 5 de marzo de 2009

Capacidad de observación

La capacidad de observación es algo que gracias a Dios, tengo por momentos. Ayer, yendo a comprar alguna chuchería que llevar a casa de mi eterno anfitrión para ver House caminaba por la plaza de mi pueblo. La Plaza de mi pueblo si les digo la verdad, no se parece a una plaza, pues está escalonada en tres niveles. Antiguamente había unas piscinas que teóricamente en algún momento de espacio y de tiempo se comunicaban por pequeñas cataratas. Eso ya es cosa del pasado. Ahora hay palmeras y plantas. Y bancos bastante incómodos hechos de cerámica pintada y con un angulo imposible para echar la espalda.

Pero a lo que voy. Los vestigios que aún quedan del pasado son un pollete largo, cortado únicamente por las escaleras que unen los distintos niveles. Ese asiento largo tiene como material para apoyar las posaderas una piedra, que respetando su poco interés en el campo de las rocas ígneas plutónicas y para simplificar, diré que son unos granitos, unos granitos blancos y grises. Tienen su cuarzo, su feldespato y su mica. Pero ayer había llovido. Paseaba como iba contándoles por la plaza y de los granitos parecían salir unas burbujas. Piedra fría, impenetrable y yerma, ¿y ahora con unas pompas? La observación directo del fenómeno me descubrió porque parecía que la piedra, como un hongo protuberante, crecía al tacto de las gotas de lluvia. Decenas y decenas de caracolas se desparramaban por el granito, y con la luz difusa de las farolas, en verdad les digo que parecía que la piedra floreciese. Por las paredes del pollete, blancas de cal como dicta la norma de pueblo andaluz, estos bichitos de cuerpecillo negro y conchas pardas, ascendían hasta la cima granítica, como si fuesen turistas tomando el sol.

Los caracoles siempre me han gustado.

No para comérmelos, porque no me gustan. Pero las caracolas han sido para mí como el reverso tenebroso de la cuestión, quizá por eso sienta esa fascinación por ellas. Y no hablemos ya de las babosas, porque un gasterópodo sin concha (externa) ya me parece el acabose de la evolución. La evolución se complica para volver dar formas simples. No sé si lo sabrán pero la evolución de los gasterópodos es la rotación de su concha(y sus tripas) respecto al cuerpo unos 90 grados. Con eso consiguen tener un pie carnoso con el que andar y cuando la cosa se pone fea un sitio duro donde esconderse.

Pero ya me estoy metiendo yo en berenjenales más de exámenes de Paleontología II que de capacidad de observación.

La cuestión es que observando los pequeños detalles de la naturaleza podemos descubrir la belleza de la forma más tonta, como mis granitos conchíferos (aberración de nomenclatura, jajajaja, para geofrikis).

Y es que cuando llueve, todo es mejor.

* Las fotos son mías, de este verano, que llovió y salieron los caracoles.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Nuevo Concurso Tolky Monkys



Los amigos de Tolky Monkys vuelven a la carga. Como viene siendo habitual en los últimos tiempos, nos dan la oportunidad de ponerle nombre (como unos Linneos cualquieras) e inventar una biografía para alguno de los curiosos personajes que sacan en sus camisetas. La forma de participar es sencilla. Ya se la he dicho. Un nombre, un microrrelato de 250 palabrillas y a esperar a que le lluevan los regalos.
Aquí tienen las bases y los premios.
Pueden pasarse a dejar sus historias en Raza Becaria (díganle que van de mi parte, jejeje).
Yo ya he dejado la mía. (Pueden escribir todas las que quieran).

martes, 3 de marzo de 2009

2 años y 3 días


Es extraño. Después de mi cumpleblog parece que la acidez por escribir se me ha pasado súbitamente. Quizá sea que la resaca todavía dura o que mis últimos cumpleaños, por una cosa o por otra, han sido días tristes. El 28 de febrero desde luego no fue triste. Me disfracé y todo. Hacía tiempo que no me disfrazaba sin cobrar por ello. Les pongo una foto. La verdad es que parece que no voy disfrazado, porque hay gente que va así todos los días, pero yo y mi austeridad vamos por otros sitios. 2 años es bastante tiempo. Pero tampoco demasiado. No, no les voy a soltar mi rollo del calendario cósmico ni del tiempo geológico ni esas cosas a las que les tengo acostumbrados. Es poco tiempo en una vida. Pero para mi parece que hace un montón de tiempo que tengo este blog verde mamelucoArándanos dixit- . Lo curioso es que lo empecé cuando acabé la carrera y de eso parece que fue ayer mismo. Estaba en Donosti y el Raef me llamó. El Raef, el pobre, es que da las noticias. Estando comiendo en Santino, en Bilbao, el verano pasado, también él fue quien me dijo mi bochornosa nota de la oposición.

Lo del tiempo, como verán es una cosa que me obsesiona, porque tengo buena memoria, sobre todo. Quiero saber en que año ocurrió esto o lo otro. Lo suyo sería llevar un diario. Nunca he llevado un diario. Empecé una vez –cuando no podía escribir muy de seguido la ficción que ahora también tengo aparcada- y acabé dándome cuenta que los poemas era lo que necesitaba en ese momento. Y por eso tengo poemas escritos. Ahora le doy vueltas a todo esto porque estoy recopilando fotos de mi paso por Geológicas. Tengo dos carretes (no encuentro otro que me falta) de fotografía de campo. Éramos todos tan jóvenes. Subiendo a Sierra Elvira, sudando como un remero condenado a galeras. Y yo, si me sumo sufrimiento y pelos en la cara, sigo siendo el mismo zangolotino de por aquel entonces. Bueno, uno pierde fuelle con la edad y con los reveses de la vida, pero no creo que haya cambiado demasiado. No sé si es bueno o es malo. Pero ya saben, siempre fui viejo. Nunca tuve el ímpetu de la juventud, la despreocupación de la mocedad. Me queda solo la curiosidad del niño. Lo que siempre tuve, lo que a veces adormecí, pero que otra vez ha aparecido por obra y gracia del Monstruo de Spaguetti Volador.

2 años. 2 años y 3 días. No suena a condena, suena a película francesa.

Y aquí, como el bueno de Hank, peleando a la contra, seguiremos el tiempo que sea menester. O se intentará, porque yo por algunos de ustedes pondría la mano en el fuego. Pero por mí, por mí la dejo donde está, a salvo. En su sitio. En el teclado.

 
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