Mostrando entradas con la etiqueta Maupassant. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Maupassant. Mostrar todas las entradas

sábado, 4 de septiembre de 2010

Un recuerdo para S.H.



"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."
Esta tarde, en remojo, con un agua fresca rodeándome casi por entero, miré hacia arriba. Era raro, era extraño, o es que acaso no me había percatado que en verano hubiesen cielos de Flandes. Me explico. Para los que sean nuevos o no se acuerden de mis idioteces. El cielo de Flandes es aquel de tonalidades grises medios y azules muy apagados, con grandes nubes, dejando algunos huecos en los que se percibe el azul celeste del cielo normal. Es el cielo que tienen los cuadros de los maestros flamencos. Entre tanto iba yo observando los fenómenos atmosféricos me di cuenta que echaba de menos a alguien. ¿Un amigo? ¿Un antiguo amor? ¿A mi pájaro Cuclillas? ¿A la gata Lucifera? Echo de menos todas esas cosas a menudo, pero mientras estaba flotando como una boya en un mar en calma me acordé de mi sempiterno acompañante durante este verano, el señor Sherlock Holmes. Y es que he ido alternando la lectura de los múltiples libros con las historias de S.H. Eso hasta que anteayer acabé las obras completas del simpar personaje.
O sea, me he leído todo lo que el autor escribió sobre él (llamado el Canon, parece ser), que a lectores menos amodorrados que yo le podía parecer repetitivo, y aún lo echo de menos. También a su narrador y amigo Doctor en Medicina John Watson. Y a los irregulares de Baker Street. Y a tanta belleza victoriana que se privaba cuando ocurría algo misterioso o sorprendente.
Un personaje puede estar más vivo que muchas personas. Poder incluso tocar con las manos la babucha que cuelga de la chimenea, a modo de calcetín para Santa Claus. Se puede oler su maloliente pipa llena de tabaco negro y sentir su presencia.

Y ya cambiando de tercio, y hablando de presencias, me he sentido un poco invadido, un poco observado, espiado y quizás poseído, cuando entre los relatos de Guy de Maupassant que devoraba después del baño, me he metido entre ojo y ojo, entre neurona y neurona El Horla. La descripción de un aquejado de depresión y ansiedad es evidente (al menos para un sufriente de dichas enfermedades), pero tal y como desarrolla el franchute el cuento –como un diario- le da un toque sobrenatural, pero sutil, que realmente acongoja, por no decir la rima. Me está gustando realmente este Guy, del que nada había leído, y que tan joven murió. O sea, al contrario que Sherlock Holmes (y de su creador) que cumplió el siglo en los 50 de la pasada XX centuria.
Y una vez escrito esto me vuelvo a preguntar otra vez ¿realmente interesa esto a alguien? Bueno, yo creo que si. A la gente que lea, que se sentirá identificada. O quizá no… ¡yo qué sé! Buenas noches nos de el que espera soñando en el fondo del mar.

 
Add to Technorati Favorites Creative Commons License
Mameluco´s Blog by Miguel Morales Merino is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 2.5 España License.