Pensamientos Únicos
Darle a medias la razón, empeoró la situación…
Maronda (Filósofo de los mecanismos)
Lo de hoy va de pensamientos únicos. A priori, un pensamiento único suena a idea de un genio, a gran descubrimiento o a un chiste muy bueno. Pensamiento único, ¡ja! En realidad el pensamiento único es la tendencia mayoritaria de cualquier grupo gregario, o sea, que deja de ser único –aunque sea el mismo- e incluso muchas veces pensamiento, pues para tener pensamientos, incluso impuros, hay que pensar. Pensar en una cosa tediosa, se lo digo yo, que de eso sé bastante. Soy muy de pensar, tanto en cosas que podrían servir para algo, como en cosas artísticas, o lo que es lo mismo, en cosas que no sirven objetivamente para nada. Estoy perdiendo el hilo, retomo la situación del post. Me comeré media magdalena.
2 minutos después.
Al final me la he comido entera. Esto va hoy de pensamientos únicos. Se habló bastante hace tiempo de este horrendo concepto aplicado al partido mayoritario más azulón de nuestro regulero espectro político. O sea, que iban a una como Fuente Ovejuna. No lo comprendía en su día y ahora tampoco. Millones de personas pensando lo mismo. ¡Qué horror! Es como ver llover fuego y alegrarse por los fabricantes de extintores, ideas de pato mareao. Ante este monolitismo de derechas surgió la otra corriente, la guay, la del talante. La sociedad española era una balsa de aceite donde cabía todo y a todos, por reducción al absurdo, nos parecía formidable. Bueno, a los que tenían el pensamiento único anteriormente mentado se le erizaban los engominados pelos del cogote. Han pasado los años. La gente se ha dado cuenta de que las cosas no son como las agujetas de las canción, no son de color de rosa –y hasta me viene bien el floripondio para mi símil-. Las cosas son negruzcas, grisáceas o blanco sucio, y entonces de ese caldo de cultivo, como en una placa de Petri, surge la indignación. Unos dicen que si es tarde, otros que más vale tarde que nunca y a otros el Twitter nunca les había dicho nada al respecto. Y entonces viene una revolución. Una revolución rara, donde no hay barricadas, sino tiendas de campaña y la gente se baja jotapegés con consignas de páginas web. No hay sangre. Bueno si, la de los que recibieron palos estilo Gandhi. Muy concienciados tienen que estar con el movimiento por la ausencia de cócteles molotov y demás parafernalia combativa urbana (recordemos la reconversión de minas y astilleros, que no eran revoluciones, eran gente luchando por su pan). César Vidal se equivocaba pues. Ni ETA ni Batasuna ni la madre que los trajo están detrás de todo esto. Eso se lo imaginaba él mientras hablaba con Dios, como su buen amigo Bush. Pero eso es mi mera opinión. Una opinión baladí. Cada cual haga lo que considere oportuno. Pero no me negaran los usuarios de Facebook y Twitter que las últimas semanas han sido la del pensamiento único, la de la repetición de las mismas consignas una y otra vez. Por mucha gente, por mogollón de gente que conoces de unas cosas y otras. Y no me gusta. Ya he dicho que pensar no sienta bien a todo el mundo. Pero ¿qué pasa cuando te dan los pensamientos mascados? ¿no es acaso lo mismo que lo que hacen los partidos políticos a través de sus repetitivos y paupérrimos argumentos?
Me he mostrado escéptico ante la Revolución Española (creía que esa ya había sido en los años de la República –y disuelta por ésta-) y me han llamado desde pesimista –lo soy-, adolescente –afortunadamente no lo soy- o que voy a la contra. No amigos, no. A lo mejor soy yo ahora el que se repite. Creo que digo la misma mierda que siempre he dicho. Ni más ni menos. No todos tenemos que pensar que acampar es guay o necesario. No tienen el monopolio de la indignación los que salen en patuleas a la calle. No.
Ellos están en su derecho. Yo en el mío. Mi pensamiento puede que me lo cuelen en el saco de los desencantados, pero mi desencanto es conocido, reconocido y certificado por notario. Lo soy por lugares comunes, no lo negaré. Odio el capital. Pero no veo que se asusten mucho desde sus atalayas de cemento y cristal por que unos acampen en la Puerta del Sol o donde ellos quieran. Botín reía entre dientes. El que estaba perdido está perdido hoy y las elecciones del 22 de Mayo la ganaron las derechas. Reconocer la perogrullada de la obviedad se convierte quizás en un pesimismo demasiado frontal para la revolución de camping. Estamos en las garras del capital y de los políticos, que no cambiaran una coma de sus leyes por los pataleos. En contrarrevolucionario decir eso, decir una verdad objetiva. Malditos sean el capitalismo, los empresarios y los banqueros, pero per secula seculorum seguirán en su nidos de buitres, jugando con nosotros, su carroña. El estás conmigo o está contra mí se lleva, y sujetos a los que parecía de mal gusto hablar de política ahora piden que votes, que si no ganan los malos. Los malos ganan siempre, porque como en los casinos gana la banca. Mucho eslogan y poca enjundia para unas reivindicaciones que se ajustan a los deseos de todos –los seres de buen corazón-, pero en el fondo amamos nuestro deseo, y no aquello que deseamos… que lo dijo Nietzsche, que no lo digo yo. Más la forma que el contenido. Más el No pasarán que el ¿qué pasa si no pasan? Lo que yo digo, pensamiento único. Utopías desde el sistema no desbarajustan el sistema, pues eso son los grados de libertad del mismo. Eso tampoco lo digo yo, es de las reglas de las fases de Gibbs… si, tengo deformación de conocimientos. Hablo ya en términos termodinámicos, lo cual me empieza a preocupar.