domingo, 29 de mayo de 2011

Pensamientos Únicos



Darle a medias la razón, empeoró la situación…
Maronda (Filósofo de los mecanismos)

Lo de hoy va de pensamientos únicos. A priori, un pensamiento único suena a idea de un genio, a gran descubrimiento o a un chiste muy bueno. Pensamiento único, ¡ja! En realidad el pensamiento único es la tendencia mayoritaria de cualquier grupo gregario, o sea, que deja de ser único –aunque sea el mismo- e incluso muchas veces pensamiento, pues para tener pensamientos, incluso impuros, hay que pensar. Pensar en una cosa tediosa, se lo digo yo, que de eso sé bastante. Soy muy de pensar, tanto en cosas que podrían servir para algo, como en cosas artísticas, o lo que es lo mismo, en cosas que no sirven objetivamente para nada. Estoy perdiendo el hilo, retomo la situación del post. Me comeré media magdalena. 
2 minutos después.
Al final me la he comido entera. Esto va hoy de pensamientos únicos. Se habló bastante hace tiempo de este horrendo concepto aplicado al partido mayoritario más azulón de nuestro regulero espectro político. O sea, que iban a una como Fuente Ovejuna. No lo comprendía en su día y ahora tampoco. Millones de personas pensando lo mismo. ¡Qué horror! Es como ver llover fuego y alegrarse por los fabricantes de extintores, ideas de pato mareao. Ante este monolitismo de derechas surgió la otra corriente, la guay, la del talante. La sociedad española era una balsa de aceite donde cabía todo y a todos, por reducción al absurdo, nos parecía formidable. Bueno, a los que tenían el pensamiento único anteriormente mentado se le erizaban los engominados pelos del cogote. Han pasado los años. La gente se ha dado cuenta de que las cosas no son como las agujetas de las canción, no son de color de rosa –y hasta me viene bien el floripondio para mi símil-. Las cosas son negruzcas, grisáceas o blanco sucio, y entonces de ese caldo de cultivo, como en una placa de Petri, surge la indignación. Unos dicen que si es tarde, otros que más vale tarde que nunca y a otros el Twitter nunca les había dicho nada al respecto. Y entonces viene una revolución. Una revolución rara, donde no hay barricadas, sino tiendas de campaña y la gente se baja jotapegés con consignas de páginas web. No hay sangre. Bueno si, la de los que recibieron palos estilo Gandhi. Muy concienciados tienen que estar con el movimiento por la ausencia de cócteles molotov y demás parafernalia combativa urbana (recordemos la reconversión de minas y astilleros, que no eran revoluciones, eran gente luchando por su pan). César Vidal se equivocaba pues. Ni ETA ni Batasuna ni la madre que los trajo están detrás de todo esto. Eso se lo imaginaba él mientras hablaba con Dios, como su buen amigo Bush. Pero eso es mi mera opinión. Una opinión baladí. Cada cual haga lo que considere oportuno. Pero no me negaran los usuarios de Facebook y Twitter que las últimas semanas han sido la del pensamiento único, la de la repetición de las mismas consignas una y otra vez. Por mucha gente, por mogollón de gente que conoces de unas cosas y otras. Y no me gusta. Ya he dicho que pensar no sienta bien a todo el mundo. Pero ¿qué pasa cuando te dan los pensamientos mascados? ¿no es acaso lo mismo que lo que hacen los partidos políticos a través de sus repetitivos y paupérrimos argumentos?
Me he mostrado escéptico ante la Revolución Española (creía que esa ya había sido en los años de la República –y disuelta por ésta-) y me han llamado desde pesimista –lo soy-, adolescente –afortunadamente no lo soy- o que voy a la contra. No amigos, no. A lo mejor soy yo ahora el que se repite. Creo que digo la misma mierda que siempre he dicho. Ni más ni menos. No todos tenemos que pensar que acampar es guay o necesario. No tienen el monopolio de la indignación los que salen en patuleas a la calle. No.
Ellos están en su derecho. Yo en el mío. Mi pensamiento puede que me lo cuelen en el saco de los desencantados, pero mi desencanto es conocido, reconocido y certificado por notario. Lo soy por lugares comunes, no lo negaré. Odio el capital. Pero no veo que se asusten mucho desde sus atalayas de cemento y cristal por que unos acampen en la Puerta del Sol o donde ellos quieran. Botín reía entre dientes. El que estaba perdido está perdido hoy y las elecciones del 22 de Mayo la ganaron las derechas. Reconocer la perogrullada de la obviedad se convierte quizás en un pesimismo demasiado frontal para la revolución de camping. Estamos en las garras del capital y de los políticos, que no cambiaran una coma de sus leyes por los pataleos. En contrarrevolucionario decir eso, decir una verdad objetiva. Malditos sean el capitalismo, los empresarios y los banqueros, pero per secula seculorum seguirán en su nidos de buitres, jugando con nosotros, su carroña. El estás conmigo o está contra mí se lleva, y sujetos a los que parecía de mal gusto hablar de política ahora piden que votes, que si no ganan los malos. Los malos ganan siempre, porque como en los casinos gana la banca. Mucho eslogan y poca enjundia para unas reivindicaciones que se ajustan a los deseos de todos –los seres de buen corazón-, pero en el fondo amamos nuestro deseo, y no aquello que deseamos… que lo dijo Nietzsche, que no lo digo yo. Más la forma que el contenido. Más el No pasarán que el ¿qué pasa si no pasan? Lo que yo digo, pensamiento único. Utopías desde el sistema no desbarajustan el sistema, pues eso son los grados de libertad del mismo. Eso tampoco lo digo yo, es de las reglas de las fases de Gibbs… si, tengo deformación de conocimientos. Hablo ya en términos termodinámicos, lo cual me empieza a preocupar.

domingo, 15 de mayo de 2011

Disperso


Ando disperso. Lo de andar es un decir, porque ando bien poco. Poco, vaya. Casi nada. Pero el caso es la dispersión. Cuando uno está espeso puede ser por dispersión, aunque parezca una paradoja. Lo espeso es denso y lo disperso, pues yo que sé, es como el pedo de un notas en el aire de un atardecer de invierno, que se dispersa -siendo gas-, pero empalaga. El metano que es muy malo. A lo que lleva el espesor, la dispersión, la mente distraída, lo que vulgarmente se conoce “estar en Canarias”, es que no te concentras. La concetración no entendida desde un punto de vista químico  (eso de gramos de soluto y tal, que parece que hablen de drogas) sino mental. Pastoso mental. Empanamiento. Voluble de pensamientos. Porque además si se suma que soy mucho de pensar la combinación puede ser un despropósito.
Mi nueva condición de chico trabajador hace que mis pensamientos, antes distribuidos a lo largo del día se concentren (aún más) por las noches. Esa línea difusa, ese intervalo demoníaco, ese lapso muerto entre el reino vigil y el reino de los sueños es como un campo egipcio cuando subía el Nilo con todos sus limos fértiles. Fértil marea de pensamiento en dispersión. Mal asunto, buenos amigos. El sedimento decanta sobre disquisiciones más antiguas. Y con mis instrumentos desganados hago sondeos y dragados. Todo se revuelve y con poca resolución hacía una solución satisfactoria para ambas partes (yo y mi sueño) me dan las tantas. El pasado viene a verme para hablar con el presente sobre el futuro. Mal. Mi situación emotiva deplorable hace que sienta pinchazos estomacales y que los lagrimales trabajen algo por la pena, que no solo de la alergia vive el hombre. También cuando estoy de buenas hilvano cosas que podría hacer y que nunca hago, o rara vez. A esto se suma la cuestión de las horas contadas. Problema. Levantarse temprano. Levantarse temprano cuando uno ha sido (es) enfermo mental y ha pasado en cama depresiones equinas y ataques de ansiedad, es como el fuego y la estopa, que llega el demonio y sopla. Nada te invita a poner el pie en el suelo, pero bajo reloj y obligación resulta de todas todas poco estimulante. Y poco estimulado ya estoy yo de serie, para lidiar con esta vida perra que toca vivir porque el aire entra a los pulmones. Pero uno se lo echa a las espaldas, porque resiste empanado y pastoso los sopapos de los Hados. Aquí si que hay gramos y miligramos de por medio. Pero no siempre a tope, malpensados. Con receta médica y dosificación.
Desde octubre ando así. O me tambaleo, mejor. La gente dice que no estoy tan así.
Estar mejor que antes no significa estar bien. O eso creo.
Pero como dije antes, disperso. Y asina no se linkean bien las cosas.

sábado, 7 de mayo de 2011

La vuelta de Kafka

Toda revolución se evapora y deja atrás sólo el limo de una nueva burocracia.
Kafka ha vuelto.
Me despierto por las mañanas con el ritmo acelerado de un corazón recubierto de masa muerta, o casi. ¿El sueño es como morirse? No creo. Durmiendo soñamos, pero a efectos prácticos de yo y mi cuerpo a las 7:30 de la mañana mi peso –enorme como una masa de sebo- apenas reacciona, aunque por dentro esté tan nervioso que la vida pasa ante mí en milisegundos. No mi vida. La vida en general. Siento dentro de mis carnes que el enjuto judío de mis entretelas, que ni siquiera es uno de mis literatos predilectos viene a pedir su cacho. ¿Por qué? ¿Por qué siempre que hago este trabajo acude a mí en mitad de la noche poca antes de comenzar?

Empecemos desde el principio. Hace años, cuando desarrollé un trabajo similar de oficinista, escribí una serie de posts acerca de mis contactos y desavenencias con nuestro amigo checo Franz. No nos llevábamos bien. No me convertí en insecto, sino en burócrata. Mis genes no se hallan preparados para tal inconveniente. A lo mejor si no tuviera tanto sueño no sería tedioso. El sueño es mi enemigo, es mi amigo, mi aliado y mi verdugo. Hay gente que no comprenderá. Bueno, no todos estamos hechos de la misma pasta. Algunos somos débiles. Y no es una excusa para no hacer bien las cosas, porque creo que aunque sin convicción ni gran apego la desarrollo dignamente. Demasiado para mis ideales de despego al trabajo y al sacrificio, pero es eso, se queda en ideal, en mera conjetura teórica, y es que ya lo decía Kafka al principio, la revolución se evapora (incluso la interior, anarquista y burguesa) y solo queda el limo, el sedimento fino que da alergia, de un nuevo papeleo sin fin.

La gente me felicita por tener trabajo, cosa esta rara en los tiempos que discurren, pero ¿se han parado a pensar que es una condena de 8 y pico a 3? Ahora podéis insultarme los desesperados, los proletarios, los que miran el mundo desde un punto de vista de producción. El mal de los sindicatos es sin duda el rollo ese de que tenemos que trabajar, perpetuando así un sistema capitalista cruel, ciego, sordo y mudo al desarrollo personal. No pongo en duda que hay gente que se realiza por su trabajo, pero eso es como a todo aquel que le gusta la tecnología porque no tiene hobbies. Kafka ha vuelto. Es viernes noche. Continúa creciendo en mi interior, como un muñón vestigial de lo que ha vuelto. Pronto me hablara de tú a tú, tendré miedo. Pero exorcizaré ese temor a base de pensar lo mínimo y dormir la siesta, auténticas armas letales contra la alienación.
Si aún no ha entendido lo que digo es que a lo mejor, y solo a lo mejor, yerra usted leyendo esto. Si es así, ponga el telediario y vea como va la campaña electoral. Lo que digo puede que sea mentira, pero no hago daño a nadie.
Los que salen en la tele vomitando porquería, si.  

 
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