Pe dos puntos
P: ¿Sabe portugués?
R: ¿Debería?
P: Hombre, nunca sobra algún idioma.
El caso es que mi curriculum ponía tan claro como permitía el tipo Helvética 12 que hablaba 4 idiomas. Me temí lo peor. Un inepto haciendo una entrevista de trabajo.
P: ¿Y como dice que se llama la carrera que estudió usted?
R: Se llama Estructuralismo Tridimensional.
P: ¡Ah! Interesante, siempre me ha interesado eso de las estructuras y las tres dimensiones. De hecho vivo en una cada, que es una estructura, aunque claro, las personas solo vivimos en dos dimensiones.
R: Buenooo, ehh…
P: Las tres dimensiones son cosa del cine, ¿no? Yo no soporto esas malditas gafas. Me las quito porque me mareo. Una vez me tuve que salir del cine y vomité en un centro comercial. Pasé una vergüenza…
En realidad obtuve esta repugnante confesión porque mentí. Me arriesgué y mentí. Quería saber si ese imbécil con cara de hojaldre era tan idiota como sospechaba. En realidad estudié Ambientales, como acreditaba el título fotocopiado que tenía el imbécil entre las manos, usándolo de abanico. Si lo llego a saber no hago la fotocopia en color.
P: ¿Tiene experiencia en nuestro sector?
R: Mucha, señor.
P: ¡Bien hecho! Nuestro sector es el que mueve el mundo ¿se entera? Ni la Internet esa ni leches. Nosotros tenemos el mundo en nuestras manos.
Y ¿a usted como le gusta el salchichón?
R: Pues verá, depende del día, pero como más me gusta es cortado gordo. Prefiero comerme 1 trozo grade a 3 ruedas normales.
P: Me congratula oír eso. Si he de serle total e incondicionalmente sincero, al verlo entrar con ese traje de mariquita y esos pelos largos sospeché que era uno de esos… de esos… ya sabe…¡vegetarianos! Me repugnan, me repugnan.
R: ¿Por quién me ha tomado usted? –pregunté pellizcándome la pierna para no soltar una carcajada-.
P: Perdón, perdón, culpa mía. He sido cruel ¿verdad? Claro, hijo, está muy feo lo que le he dicho. Espero me perdone.
R: No se preocupe. A lo mejor es culpa mía tener pinta de vegetariano. Estoy tan delgado.
P: Es verdad. Es muy delgado ¿acaso no le gusta la bollería industrial? Porque en ese caso…
R: Si que me gusta, pero prefiero los dulces de mi madre. ¡Qué tocinos de cielo!¡Qué pestiños! No sé donde lo meto.
P: Hay le tengo que dar la razón. Mi señora hace unas torrijas que dan gusto verlas. ¡Y comerlas, jajaja! Supongo que lo cagará usted todo, joven. Eso está bien.
Mi relax es tal que los esfínteres se relajan y me dan unas ganas horrendas de ir a hacer aguas mayores como sugería el calvo diminuto que calzaba su silla con guías telefónicas. El señor entrevistador, nervioso y flemático a la vez, suda más que yo, pero no para de hablar de las torrijas de su señora, de las patas de gallos de su señora, del genio de su señora y de su suegra, la madre de su señora.
P: Bueno, joven puede empezar el lunes con nosotros. Da usted el perfilado que estamos buscando. Pero le ruego, no es por mí, ¿sabe?, -yo soy muy tolerante- que se afeite y se corte el pelo como Dios manda. Conozco muy bien al jefe y le gustan los empleados aseados. Si quiere le recomiendo a mi barbero… es un tipo simpático.
R: Gracias. A las 7 y media estaré aquí como un reloj suizo.
El entrevistador me da la mano. Es lacia, blanca, sudorosa, como si en lugar de huesos tuviese cartílagos hervidos. El bigotillo le tiembla al despedirse.
P: Nos llevaremos bien, verá usted, joven.
R: Eso espero, señor.
Al lunes siguiente empezaba mi vida laboral en Charcuterías El Guarro Feliz :: Doncel e hijos S.L. Mi salario mínimo se compensaría viviendo la auténtica vida española de primera mano. Lejos de las academias.