The art of writing
Como una ilusión vienen a mi mente las letras que escribo. Muchas veces la escritura es automática. No puedo afirmar que el espíritu de ningún escritor famoso me posea, pues uno, no me saldrían unos post tan reguleros, y dos, y más importante, no creo en los espíritus. Son muchos los que a través de la historia han dicho que poseídos por el fantasma de un ilustre personaje ha hecho algo. Dalí es uno de los más recurrentes en la literatura parapsicológica. Incluso había un tipo que decía que Mozart se le metía en la chola y él escribía las obras que el genio flatulento (me remito a la peli de Milos Forman) le dictaba. Los musicólogos que examinaron las obras dictaminaron que eran burdas imitaciones del icónico compositor clásico. Los plagios sobrenaturales me hacen gracia. Me acuerdo del más prosaico escritor con acento sudaca que en Amanece que no es poco es detenido por plagiar a Faulkner.
Todos los que escribimos imitamos a alguien, claro. Lo que pasa es que la mezcla de referentes puede hacer que salga algo original. También se puede hacer plagio queriendo. Yo mismo he escrito lo que Perucho denominaría en su idioma original “Amb la tècnica de Lovecraft”, o sea, siguiendo como premisa la prosa abigarrada del de Providence uno escribe cosas y contribuye, como tantos lo hicieron antes, a los mitos de Cthulhu. Pero son simples cosas de aficionados. No me puedo permitir negros. Los negros son gente maravillosa que ha aportado a la literatura más de lo que creemos. Dumas tenía negros, que a su vez tenían negros. Y se afirma que Dumas sintió la muerte de uno de sus negros como un poco la suya. Una parte de su obra se iba con él. De hecho el término negro viene de don Alejandro, que tenía sangre negra corriendo por sus venas (Lls negros del negro).
A mí me gustaría saber quien fue el escritor mamporrero que escribió el hito español del negrismo en la literatura de best seller de la tele ¿Sabremos algún día el que le fastidió la poca credibilidad que tenía Ana Rosa Quintana? Si alguien lo sabe que lo diga y le haré un monumento*.
Bueno, les dejo, que estoy cansado de escribir. Además es tarde y me espera Moby Dick y el capitán Ahab. Si tuviera un negro seguiría contándoles tontadas de estas de las mías, pero como no me los puedo permitir, finalizo con un
FIN.
Por ahora.
* Según Wikipedia, AR achaca "los errores informáticos" de su libro a un tal David Rojo.