Rey por una noche
Hoy más que nunca no existe Dios. No es que me apene, me alegra. Todo materia. Electrones, protones y neutrones. Átomos. Moléculas. Células. Y la reina neurona produciendo sus sinapsis al buen tun tun. Reafirmarse algunas veces es bueno. Los ateos pensamos más en Dios que los creyentes, porque ellos, a su modo, se imaginan lo que es. Nosotros como no podemos ver la nada, no quedamos pillados. La nada que mueve a tanta gente. Llámenlo Dios, llámenlo x. X de incógnita. Una incógnita tan escondida que pasa a ser leyenda, y las leyendas ya se sabe.
Polifemo era un cráneo de elefante, y su gran ojo era por donde pasaba sus narices el paquidermo animal. Los narvales eran unicornios y los manatíes, sirenas. ¡Cómo debían estar esos hombres para confundir un sirénido (los que ponen los nombre a los órdenes son unos increíbles humoristas) de 500 kilos con una moza con cola de pez! La última frontera del conocimiento no se alcanzará jamás porque el universo es lo suficientemente grande para que no lo podamos abarcar. Seremos cenizas entre estratos antes de que el Sol se expanda como mis tobillos con el calor. Nuestro conocimiento será borrado. Soy feliz de saberlo. De estar seguro de algo. Porque estamos seguros, ¿verdad? ¿Pondría la mano en el fuego? No, que me quemo, jajajaja (es de imbéciles o masocas chamuscarse un miembro). Pero eso no significa que no lo crea. Es cuestión de Hidrógeno y Helio, y no de supercherías. ¿Dónde estará el Demiurgo, pues? Si es que existe –no existe- se habrá reído unos miles de millones de años de nosotros, y a otro universo, mariposa.
Estoy pletórico (incluso con mi tristeza, con mis enormes cargas mentales y mi cuadriculado razonar) porque sé (sí, soy un bandarra y un chulo engreido) que lo que digo es cierto. Mi egocentrismo está alcanzando la densidad de materia estelar. Pero descuiden ustedes. Es tarde, tengo hambre y tengo sueño. Mañana me levantaré siendo la ruina de persona que suelo ser, pero ahora permítanme ser un petulante pagado de si mismo, porque es que en el fondo algo de eso hay por ahí entre tanta grasa y pellejo. Pero se agazapa y lo ato corto, pero hoy y ahora, noche primaveral, limpio por fuera, caótico dentro de mi cartesiano orden por dentro (y valga la redundancia), cuando las estrellas titilan y el rutilante Sol se encuentra en la otra parte del planeta, como Leo DiCaprio en su Titanic falso, grito: ¡Soy el rey del mundo!
Que ya mañana seré vasallo.