martes, 30 de septiembre de 2008

Cretinismo


Hay un señor turco, amigo del creacionismo, que da dineros (6,2 billones de euros) a quien aporte pruebas fósiles sobre la evolución. Será inútil en todo caso, porque más que hay y aún no se ha convencido... Después habrá gente como Juan Manuel de Prada (según este artículo que me hace llegar Ramón), que llama nebulosos a los que hablamos de creacionismo y darwinismo. Bien es verdad que muchos de los que atacan al creacionismo no saben muy bien que son las teorías de Darwin (sobre todo esa mescolanza que escribe en periódios como el insigne Juan Manuel), pero es de sentido común afirmar que el mundo no fue creado en siete días por Dios.


No pongas esa cara de mal genio, hombre, que para nuestras simples mentes

el creacionismo no mole no significa nada. Tu siges chanando mazo.


Además siempre se obvia una cosa muy importante cuando se habla de creacionismo, y es la edad de la Tierra. Hay muchos tipos de creacionismo. En mi antiguo blog les enseñaba una tabla, desde los estrictos a los del buen rollo (mi antiguo blog era eminentemente didáctico y espeso). En todo caso le dan a la Tierra una edad que es directamente irrisoria. Y ahí me veo con un (y hoy si es verdadero) conocimiento de causa para echar por tierra argumentos petimetres sobre la Tierra, y valga la redundancia. Ya no hablo de darwinismo y evolución. Ya hablo directamente de la creación de nuestro planeta, que desempeñó un papel tan activo y tan importante en la aparición o en la proliferación de vida en los océanos primigenios. La sopa primitiva. Los creacionistas, o en su defecto, los negadores de la concepción de la evolución darwinista, al cerrarse en banda o desconocer los procesos formadores del planeta no tienen en cuenta uno de los factores más importantes de la ecuación, el tiempo. Ven descabellado la formación de formas simples en complejas porque, aparte de considerar poco digno provenir del fango, no tienen paciencia. Las cosas requieren tiempo, y eso es precisamente lo que ha tenido este planeta. Por poner un ejemplo, cuando se extingueron los dinosaurios los mamíferos apenas éramos un grupo underground en la faz de la tierra, y miren a donde hemos llegado en apenas 65 millones de años (la Tierra tiene 4.500 millones de años y la vida unos 3000). A escribir con ordenador, a ser el bicho más grande de la historia (la ballena azul) y a colonizar un satélite extraterreste. Bueno y a estar a punto de cargarnos el planeta también, pero hoy estoy siendo positivo. Y eso, amigo Adnan Oktar está en el registro fósil. Los perezosos gigantes, los mamuts congelados, todo eso está ahí. El gran experto de la Prada, que según los anales wikipédicos es licenciado en derecho parece que tiene los quids de la cuestión. A lo mejor en Derecho Mercantil le dijeron que la parte contratante de la primera parte del mosquito del vinagre nos dio genes parecidos –estoy refiriéndome a su artículo- por ciencia infusa. Él es el que simplifica.

Esto es un Cladograma. Los genetistas los hacen al buen tuntún.Cogen las reglas, las ceras y empiezan a pintar animalitos.
Por supuesto, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.


Aparte de que debería leerse la Autobiografía de Darwin, en la que niega repetidamente la idea de Dios y la trascendencia, y el malestar que esto le provocaba por ir en contra de las ideas de su mujer, a la que amaba mucho. ¿Por qué el ateo es sinónimo de subversivo? No me lo explico. Yo solo digo que los ideales políticos cercanos al creacionismo al día de hoy en el mundo (neoliberalismo cristiano e islamismo) son los que más conflictos crean a nivel global.

Si desde un lobo, en apenas 14.000 años, ha podido surgir una especie y el amplio abanico de razas de perro que existen, por selección natural y humana, figúrense lo que puede pasar en 3.000.000.000 años. Ya se podría entrar en diferentes estrategias evolutivas, explosiones cámbricas, grandes extinciones, actualismos y catastrofismo, pero negar la evolución es como negar que el cielo es, en un día despejado, la mayoría de las veces, azul.


Esta son las cosas en las que se entretiene
la gente para llevar la contraria de Dios

Nota: He puesto la cifra de 3.000 M.a. aleatoriamente, y poniendo los registos fósiles más llamativos de las formas más antiguas de vida. Se piensa que la vida en nuestro planeta empezó bastante antes, pero bueno, es un buen número para hacernos a la idea. Lo mismo pasa con la edad de la Tierra. He puesto 4.500 por redondear. Yo siempre he estudiado 4.600, aunque varía según la fuente. Para el propósito didáctico del post es indiferente. Nuestras vidas, que llegan con mucha suerte a 100 años, son como pedos insignificantes, en la Historia de la Tierra. Nuestra misma civilización es como una mala digestión que pronto pasará.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Is not a lie


I was thinking about what a
friend had said
I was hoping it was a lie.
Thinking about what a
friend had said
I was hoping it was a lie.

"After The Goldrush"
Neil Young

Dedicado a Raskolnikoff


Llueve fuera y las aceras llevan la escorrentía, pletórica de cáscaras de pipas y papelitos, calle abajo, hacía los sumideros enrejados. Bueno, eso es una bonita forma de empezar, porque en realidad eso pasaba hace como tres cuartos de hora. Pero lo hacía así. Iba a hacerles una diatriba acerca de la racionalidad contra la equinidad. La equinidad esta vez representada por la mujer de Iker Jiménez, defendiendo ante el periodista calvo –que apelaba a la razón- que les investiga, que una arqueóloga se volvió merilota porque la hechizó una tipa de la Isla de Pascua. Pero me lo he pensado mejor y les voy a hablar de algo que me ha surgido escribiendo una respuesta a mi amigo Rasko. Como iba diciendo ha sacado uñas y dientes. Sobre todo dientes, para defender la teoría del mal de ojo. Si no se sienten cómodos porque me meto con defectos físicos de las personas, abajo en comentarios me dejan un gordo de mierda, chiflado o un barbacas y en paz. Bueno, a lo que iba, que la periodista que si le da un bocao a un melón no sabes si ha sido ella o un borrico, decía que cuando murió la loca las coles de la arqueóloga, un amigo suyo de Rapa Nui vio una pisadas en el suelo que se formaban, que significaban que un ser querido se iba a criar malvas. Y llegado a este punto ya no me acuerdo ni lo que iba a decir. Que iba a escribir de otra cosa y se me ha ido. A si, la racionalidad. La racionalidad es una cosa muy denostada incluso hoy en día. Y que Raskolnikoff me recordó eso que yo di por llamar la “Revolución Interior Individual” un día de los que da a mí por escribir cosas. Me dan bastante a menudo esos días. Comento mucho –quizás demasiado-, e incluso me llaman tonto. Pero no a la cara. Jolines, me pierdo mucho hoy. Mis escritos, como mi comienzo de hoy, son cosas que ocurren más o menos como en la realidad, en mi realidad, menos cuando son evidentemente ficción. Lo que pasa es que ocurren dentro de mi cabeza (yo modelo el espacio y el lugar). El mundo interior de uno es complicado, y a la vez sencillo. La Revolución Interior Individual a la que apelaba… Creo firmemente en todo lo escrito en ese post. Humildemente. No es cuestión de tener o no razón. Es lo que a uno le viene mejor para vivir la vida. Por eso es individual. Cada uno hace la suya. Aún así es muy difícil amoldarnos a nosotros mismos, porque podemos salir por los cerros de Úbeda, como Alvar Fañez. Mi mente, como la de muchos otros se instala en posiciones más fértiles para la imaginación, y como le he dicho a Javier hoy, se ha sentado en un sillón orejero, de una arcana biblioteca en la última década de la centuria decimonónica, haciendo anarquismo burgués dinamitero de salón, tomando un brandy con Ramón e intentando huír del hombre que fue Jueves… Pero yo sigo estando en el mundo que me ha tocado vivir, aquí y ahora. Por eso pongo mente en blanco, y el cinismo aparece de una forma natural. No es una cosa artificial. Ser cínico es una ayuda para las personas desesperanzadas porque al menos reímos, y si reímos no lloraremos, aunque los reflujos de hiel suban por nuestro esófago igual que a cualquiera. Me posiciono aunque me irrite hacerlo, porque no soy de piedra. Y si, hay buenos y malos, como en las películas, pero como son reales como copias reguleras. Es el Mito de la Caverna con sombras en Cinemascope. Después cuando salimos de la cueva nos dan un .gif animado. Pero es lo que hay.
Yo soy bueno, créanme. Aunque sea tonto.

De bueno, tonto, si ya lo dice mi madre.

Mas

domingo, 28 de septiembre de 2008

Sep


Hacía algún tiempo, si no me falla la memoria que no escribía sobre los domingos. Supongo que desde el domingo pasado, je, aunque yo no lo recuerde ahora. Los domingos son los días de la semana de la reflexión. Eso es malo. Es malo teniendo en cuenta de que pienso demasiado ya de por sÍ todos los días. Muchos de ustedes pensarán que las cosas que escribo o pienso son fruto de la repentización. Si en su forma, claro, pero no en su fondo. Yo reflexiono mucho, mucho, mucho. O sea, que las tonterías que me oyen decir se maceran durante días. Yo soy bastante sincero en lo que digo. Y claro, me expongo quizás demasiado. Y me pasa como les decía el amado progenitor de Zipi y Zape, Don Pantuflo Zapatilla, a ellos, nunca seré nada en la vida. Mi falta de ambición es manifiesta. Y va más allá. Mi falta de comprensión sobre la ambición. Yo cuando hago algo es porque me lo propongo, como todos, pero cuando lo acabo siento alivio, casi nunca alegría. Solo siento alegría si es una cuestión baladí, una tontería, una chuminada. Quizás la falta de motivación por algo sea el gran error de mi vida. Nunca tengo ganas de hacer cosas. Bueno, si, de escribirles mis tonterías. Y cuando escribo me quedo como vacío. Leo el escrito y no me disgusta, pero tampoco es que esté orgulloso. Esto no me va a dar de comer nunca. Yo solo quiero ser funcionario. Y vivir tranquilo, sin sobresaltos, siendo un insumiso vital. Ustedes me dirán que por qué. Y yo les explicaré que es lo que me viene mejor. Yo estoy viviendo años ganados al precipicio, al abismo de las cenizas y el gusano. Regalos que me hice a mí mismo en momentos de cordura cuando imperaba el caos. Por eso, nunca seré nada en la vida. A lo mejor lo que tenía que ser ya lo soy. Un remedo de persona, una sombra de lo que fui. Un bufón que se ríe de su sombra, porque en realidad le hace gracia. Y le hace gracia también la sombra de los demás. Y otras oscuridades no le hacen ni puñetera gracia.

No sé. Está siendo un fin de semana raro. Todo se viene abajo por nimiedades. Estoy irritable. Espero que no sea el principio de nada.

Es domingo. Último domingo de septiembre.

Lo cíclico vuelve a por sus fueros.

Octubre fue malo hace algunos años.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Jack


Es curioso ver como la capacidad de fascinación por los criminales y por el crimen en si deja una larga estela espacio temporal. Los lugares donde se produjeron crímenes son hoy escudrinados, visitados y más revisitados que la autopista 61 por Robert Zimmerman, especialmente por los amigos del misterio con Iker y sus acólitos al frente ( grabadoras en ristre), y el poso que queda en la memoria, que nos queda en la memoria, es alargada como las sombras por las oscuras calles de Whitechapel. Si, efectivamente, ese es el lugar a donde nos dirigimos. Me pongo tan peliculero como Iker, porque en realidad el misterio de Jack está sin resolver. Doy las gracias al cielo cada vez que veo un documental acerca del asesino que arrasó Londres en el fatídico año de 1888 por haber nacido en 1976, porque sino me temo que podría muy bien ser sospechoso. No tengo ni idea de cortar cadáveres, nunca he estado en Londres y menos aún he tenido pensamientos homicidas, pero es que el abanico de sospechosos en los espacios del Canal de Historia es tan amplio, que uno hasta duda de si mismo. Que si era un judio polaco, que si era un médico, que si era un carnicero, un miembro de la familia real, un pintor ilustre, incluso han dicho que se podría tratar de una mujer a partir de un análisis de ADN -¿ de qué?- realizado en ¡Australia!. Si quieren ustedes una postura de mi parte les recomiendo que vean la serie que hicieron los ingleses, y por lo menos se divertirán con Michael Caine haciendo del Inspector Abberline.

Pero si de recomendaciones se trata, la mía es la del título de este post, el relato homónimo del simpar Robert Bloch, que he tenido el gusto de paladear este verano. No entraré en detalles, pero magia negra, mal rollo y asesinatos en Chicago pueden que les haga que les pique el gusanillo.

Jack el destripador es sin duda el paradigma de lo macabro de una época. Pero ese tufo a prostituta rajada, destripada, llega hasta nuestros días, porque nunca se supo quien fue. Nunca existió un Sherlock Holmes en la realidad, aunque algunos en la ficción lo hayan querido mezclar. El mundo real es más cruel que todo eso. Hoy las víctimas, Mary Ann Nichols, Annie Chapman, Elizabeth Stride, Catherine Eddows y Mary Jane Kelly nos suenan a todos los que hayamos leído o visto algo sobre el tema, y todo porque no sabemos quien es Jack. Si supiéramos quien es, no las recordaríamos (yo al menos me acuerdo de sus apellidos). No sé me ocurre ninguna víctima de Ed Gein ni de Henry Lee Lucas. Las cosas son así. La literatura y el cine se aprovechan de los filones, de los misterios y del morbo, tan denostado hoy en día por culpa de la tele. Sin morbo no se hubiese desarrollado la fotografía, tal y como la conocemos. No se hubiesen escrito novelas de terror. No se hubiese filmado Psicosis, basada en un libro del propio Bloch. El morbo y el crimen van de la mano, de la mano del ser humano. Y no la soltaran. Sobre todo en las noches oscuras de tormenta, cuando el viento ulula en las rendijas y la luz se va de repente. Abajo unos ruidos alertan al perro, unos crujidos hacen chirriar los escalones y nosotros arropados en la cama, creemos que un edredón es la protección contra todos los sortilegios…¿saben? Creo que tenemos razón.










* Las letras del título son las originales del propio Jack el destripador, sacadas de la primera de las cartas que éste mandó a Scotland Yard. De ahí el título del relato y de este post, por añadidura.

viernes, 26 de septiembre de 2008


Desconocía por completo el grumete Habacuc Green cuando zarpó de Plymouth un día de primavera adelantada del mes de febrero de 1698 en el “King George Rage” que una semana después sería el capitán de la nave. Cuando iban a la altura del Cantábrico un ataque de tos ferina, o Pertussis, como lo llaman los ingleses, dejó como única tripulación al grumete y a un negro llamado Fernando. En esa extraña tesitura, con las bodegas llenas a rebosar de agua, víveres y ron, simplemente se dejaron llevar por las corrientes y los céfiros. Fernando le preguntaba constantemente a Habacuc que era un céfiro. Yo que sé, respondía el grumete-capitán, lo he leído en el libro de bitácora del capitán. Otra cuestión es que el nombre del barco no les gustaba. La ira del rey Jorge era una cosa muy fea. Habucac lo roció de ron y le puso “The Kent Surprise”. A Fernando le pareció bien. Otra cosa que hizo nuestro capitán Green fue darle la libertad al esclavo negro, pues no quería amigos de conveniencia, y total, para uno que tenía, lo quería sincero. El negro sonrió de oreja a oreja cuando se enteró de la noticia. No esperaba menos del capitán Habacuc Thelonius Green. En un mes llegaron a una isla de las Antillas. No era exactamente a donde debían llegar, pero daba igual. Vendieron los artículos que llevaban al mejor postor, y sacaron buenos dineros. Todo lo hacía Fernando, claro. Habacuc era un muchacho inocente, santurrón y desgarbado, que miraba con cara de despiste y apenas si le asomaba la pelusa en el mentón. Tenían dinero, ropas caras y juventud. Fernando era un africano menudo y fibroso, con un aro de oro en la oreja de reciente adquisición y un traje blanco que resaltaba su tez oscura y brillante como el ébano pulido. Pronto llamaron la atención del lumpen de la isla. Un barco sin tripulación era muy goloso para marineros desocupados. Hombres rudos, ahítos de grog pululaban en las tabernas alrededor del blanco y del negro, sacándole conversación e invitaciones. Pero Habacuc era hombre sencillo y poco amigo de las voces. Prefería a los hombres callados y apocopados que bebían sin hacer apenas ruido en un rincón. Iba con ellos, decía hola y permanecía en silencio, a la luz ocre de un cándil sin apenas cuerda, durante bastante tiempo, días enteros, con apenas algunas palabras, algunas historias descoloridas de por medio. Así conoció a bastantes hombres de muchas nacionalidades distintas, tipos que desentonaban en aquella vorágine feroz de ron, canciones felonas y vómitos volantes. Fernando se movía también por su cuenta en los barracones de los esclavos y de los fugados. Un día decidieron hacerse a la mar. Su vida estaba abocada a la piratería. No tenían ni oficio ni beneficio, y mejor que trabajar era el robar.

El bergantín estaba pertrechado y la tripulación lista. El capitán, como no, era Green. Tenía una curiosa manera de mandar, pues no sabía los nombres de los aparejos marineros. Oiga, señor Smithee, coja eso y súbalo allí, o rumbo hacía donde nos lleve el viento. En realidad la tripulación decidía el rumbo a seguir, pues sabían donde podía haber barcos que robar. Como hemos dicho antes, la tripulación era extraña. No eran viejos lobos de mar tatuados, con historias marineras y peleas en la cubierta de popa. Eran hombres tranquilos que tocaban la tiorba y leían libros. Algunos negros amigos de Fernando alegraban el ambiente del barco son sus canciones africanas, aunque bien, algunas veces, cuando el tiempo era gris, los tropicales sones eran más bien lamentos de morriña hacía la sabana y los leones. Y así pasaron los años. En vez de ir a Tortuga, los de Habacuc iban a una isla, cerca de las costas de Venezuela, pobladas por los indios caribes, los que dieron el nombre al mar. Apenas robaban nada. Solo algún abordaje aislado en la noche, en el sueño, a algún galeón español cargado de oro. Nunca se llevaban gran cosa, por lo que no merecía la pena ni perseguirlos. Y así fueron siempre lo libres que quisieron ser. Su falta de ambición y agresividad les dio una vida que jamás hubieran soñado otros piratas. Siempre fueron respetados por los demás, pues seguían el código tan escrupulosamente que hasta mediaba el bueno de Habacuc en disputas y trifulcas entre filibusteros. Además, algunos de los tripulantes de “La Sorpresa de Kent” fueron requeridos por algunas ciudades para buscar soluciones a problemas puntuales, como a construcción de fortificaciones, mejorar la salobridad o componer misas de difuntos para gobernadores muertos, cobrando eso si, grandes sumas por sus servicios. El capitán-grumete Habacuc Thelonius Green murió en Providence, Rhode Island en 1756. Murió en la cama junto a su esposa Mary Anne y su fiel amigo Fernando. Su vida fue narrada por su timonel, el señor Alan Jacob Junker “Culebrilla”, pero desafortunadamente solo nos ha llegado el extracto que ahora le hemos ofrecido. Es, ya lo han visto, un caso raro en la historia de la piratería, y por añadidura, en la historia de la libre empresa.

jueves, 25 de septiembre de 2008

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Pues la guerra está en las manos
y para guerra nacemos
bien será nos ensayemos
para vençer los tiranos.

La Guerra (Ensalada)
Mateo Flecha, el Viejo


Las cosas hay que tomarse como vengan, o eso dicen los más estoicos, los más conformistas. Yo, bajo mi coraza de conformista, soy un insumiso. Sobre todo, porque no puedo sufrir. No es que no quiera. Nadie quiere. Sino es que si sufro la estabilidad lógica de un adulto se va a hacer puñetas. A McCain le ha pasado algo parecido, se ha declarado insumiso de seguir haciendo campaña electoral. A ver si aprenden aquí todos los partidos y nos ahorran un mes y medio de precampaña y campaña de decir mongoleces, aunque eso se oye todos los días. Recuerdo lo tiempos en que uno tenía que ir a la mili. A muchos esto les sonará a chino, pero a mi generación desde luego no. Estaban lo que tragaban, los acomodados de la objeción y los insumisos, que creían que porque se negaran a ir a hacer el servicio militar las guerras se iban a acabar para siempre jamás (era un pulso al estado que no ganaron ellos, sino el sentido común, aunque parezca raro). Y después estábamos a los que nos declaraban inútiles. A mi me declararon no apto por razones físicas/psíquicas y fue un día de los más felices de mi vida. Obviamente en esa época no era un enfermo mental. Era simple y llanamente gordo. No tuve que poner ni recurso ni pedir prórroga. Me llamaron ellos. Un capitán con bata me midió y me pesó y me dijo: ya te puedes ir, muchacho. Al mes era un inútil. Sigo siéndolo 14 años después. Yo soy pacífico, pero mi concepto del hombre es tan así que dudo que por mucho pacifismo que haya en muchos de nosotros se acabe con las guerras. Guerra ha habido y habrá siempre. Vuelvo al perogrullismo. La codicia dictará que haya asesinatos y los países son como personas a lo grande. Quiero esos hidrocarburos, esos diamantes, tu cara me molesta, tu dios es bastante peor que el mío, o como pasaba en “El hombre que pudo reinar” los de la aldea de al lado se mean río arriba cuando nos bañamos. Una y mil razones. Una y mil excusas. Cambien democracia por dinero y libertad por interés y la ecuación tendrá fácil solución. No es ni de segundo grado. Por eso hay que declararse insumiso del mundo. Es un derrotismo, eso si. Pero si no se puede ganar ¿para que perder el tiempo? Nunca se fíen de los que dicen que lucharán desde los despachos, que las moquetas y los cuadros caros atontan. No se fíen de los que dicen que van a luchar, porque dentro de 10 años estarán del lado que juraron echar por tierra. Y aún les digo más. Nunca se fíen de un imbécil que escribe en un blog verde manzana y que se cree que sabe algo, pero que no sabe nada de nada.


miércoles, 24 de septiembre de 2008

A


Si uno oye hablar al presidente de Nuevas Generaciones, el señor Pablo Casado (le pongo señor porque es un hombre de orden) o lee sus palabras como ha sido mi caso en Libertad Digital, uno llega a conclusiones bastante aparentes, que pueden parecer de Perogrullo. Uno, que la visión neocom del mundo mundial ha llegado a la racial España (si José Antonio levantara la cabeza). Dos, que Esperanza Aguirre es una campeona. Tres, que si no eres del PP adorarás al Che sobre todas las cosas. Y cuatro que a la muchachada corriente de las faculs españolas no les gusta ni la Tatcher ni Lech Walesa. A esto último habría que añadir que dudo mucho que en las facultades españolas de hoy en día sepa nadie quienes son estos políticos, o cualquier otro que ustedes elijan al azar.


Esto es lo que le hago yo al

estado del bienestar.

¡Toma!


Lo que más me irrita es que lo del Che, desde luego. Hace dos bandos… los que idolatran a Che, el asesino o al “mártir” Miguel Ángel Blanco. ¿Hay que idolatrar a alguien? A mi el Che no me gusta nada, solo como icono para hacer chuflas. Le llama asesino. Efectivamente lo fue. Mató a gente. Yo, desde luego no voy a justificar a símbolos de rancio abolengo comunista. El Che es un símbolo porque murió jovencito y no como va a morir Fidel, escribiendo en el Gramma hasta los 100 años. Pero es un símbolo a nivel mundial. Solo a nivel merchandising debe dejar una pasta.



Dios tiene tatuado al Ché en el brazo.

Miren sino.


Pero M.A. Blanco se convirtió en mártir por mala suerte. De acuerdo que es arriesgado ser político constitucionalista en el País Vasco, pero la suerte, la mala suerte, decantó la balanza. Y el victimismo, atribuible a los vascos en general, se lo apropiaron para si los de PP. Mártir ineficaz, habría que decir, entonces, pues su muerte solo trajo sufrimientos. Es más mártir el asesino De Juana Chaos, sin estar muerto, metiendo buche, para sus acólitos radicales, que el pobre concejal de Ermua asesinado.

Los símbolos son inventos para tontainas, son palabras que se lleva el viento, son puro humo. Si te sientes apegado a un símbolo es como un extraño fetichismo ideológico. Cuando alguien siente mucho cariño por un osito de peluche o por una piedra que encontró de pequeño, es lógico, es tu propia vivencia y es algo natural. Pero si te apropias de un símbolo global es como vivir de prestado. Jugar en la cancha del lugar común. Perdonen mi franqueza. Soy un individualista terrible. Pero es que somos individuos, no masa informe. No somos un número. En realidad lo somos, bien es verdad, pero al menos que no lo seamos para nosotros mismos. No seamos como un norcoreano en una demostración al Gran Líder, no seamos como Pablo Casado que prefiere una "sociedad con más emprendedores y menos funcionarios, menos impuestos y más libertad"… ¿Qué libertad será esa? ¿la libertad del capital? El individualismo es más una solución que un problema, aunque parezca mentira. Los pensamientos únicos (ya sean rojitos claros, oscuros o azulones), los grupos de presión, (Prisa o COPE) los bandos son grados de libertad de entropía permitidos por el sistema. Si cada uno somos una célula que les haga saltar por los aíres serán demasiados grados que controlar. Y es fácil. Que cada uno haga, sin hacer grandes aspavientos, lo que le de la gana. Carcomer los cimientos. Aluminosis en cada uno de nosotros.


Somos libres.

Lo ha dicho la radio.


Más información en este blog:

SIMBOLOS (Repito lo del osito de peluche ahora que me doy cuenta. Les juro que nunca he tenido uno. Yo a lo que le tengo cariño, entre otras muchas cosas, es a una bolsa de agua caliente con la forma de Vagabundo, el perro de la peli de Disney)

martes, 23 de septiembre de 2008


Si las apariencias no engañan este otoño sea más otoño que los pasados otoños. Ha llovido y el tiempo está revuelto. El cambio de estación ha sido patente. S eha correspondido con el melancólico color de la luz entrando por las persianas venecianas de mi habitación. La luz gris. Cielo nuboso. Tormentas con fuegos de artificio, propios de una naturaleza desbocada. También es verdad que queda lo que se denomina el veranillo del membrillo o veranillo de San Miguel. A lo mejor es porque los que nos llamamos así somos unos membrillos, o porque la empresa fabricante de cervezas quiere exprimir sus stocks veraniegos. En realidad es porque es alrededor de final de septiembre, que es cuando maduran los membrillos, que cae cuando en mi santo, el día 29 de los corrientes.
Quienes me conozcas, o deduzcan con obvia facilidad, sabrán que el otoño es mi estación predilecta. Los depresivos al mal de los frailes, como se conocía en la Edad Media (las personas normales estaban demasiado preocupados por sobrevivir como para preocuparse por esas cosas) o la melancolía. La melancolía, o bilis negra, no es un invento nuevo, como pretenden hacernos creer los insensatos que nunca han sufrido en sus carnes los ataques de una mente enferma. Hipócrates fue quien le dio ese asqueroso nombre. Bilis negra.
El otoño siempre fue una estación de depresivos, letárgicos, de tiempos parados y de preparación para el invierno. El invierno es la quietud. El sosiego. El parón. Bueno, y comer turrón, pero eso es la artificialidad inventada por el hombre. La hibernación como estrategia no sirve con los humanos, pues nos adaptamos a nuestro medio a base de comprar acciones de Repsol y expoliar recursos de terceros países. Empezamos con una cueva y una pieles pestosas de animal muerto y acabamos haciendo opas hostiles e invadiendo países para echar a andar las calderas de la comunidad.
¡Ah! Otoño de hojas caídas, de marrones y amarillos, de noches frescas y mañanas al sol breve de noviembre. Otoño, en la que la noche va conquistando resquicios con sus sombras al atardecer, cada día unos minutos más, permitiendo al Nosferatum salir antes a pasear. Otoño en cápsulas, otoño difuminado, otoño que del humus vienes y en humus te convertirás. Atrás dejaste las tórridas calimas y el agrietamiento de la tierra. Otoño de hongos. Me imagino olores a sarmientos quemados y a patatas asadas en Cachubia y a mantequilla rancia en Cachubia, y a páramo, y a la academia Rushmore en el nuevo curso. El otoño es donde debí nacer, y no en la absurda primavera tardía de junio. El otoño es mi casa. La casa de los enajenados y donde ayer por la noches a las tantas murió un amigo plasmado en negro sobre blanco, que si no son amistades reales, uno les toma igual cariño.
Otoño, con ñ. En el fondo aún repta algo de lo que te hablaba.


viento de otoño:

no hay dioses para mí,

no hay budas

Masaoka SHIKI

(trad.: José María Bermejo)

domingo, 21 de septiembre de 2008

G.K.



La mayoría formaban en las filas de las "emancipadas", y hacían profesión de protestar contra el predominio del macho. Con todo, estas mujeres a la moderna pagaban a un hombre el tributo que ninguna mujer común y corriente está dispuesta a pagarle nunca: el de oírle hablar con la mayor atención.

El hombre que fue jueves.

Chesterton haciendo amigas.


Hoy ha sido un sábado cualquier otro sino hubiese porque he visto morir de nuevo a Sherlock Holmes. Lo he visto caer por la cascada de Reichenbach. Watson, efectivamente, llegaba tarde de nuevo y de nuevo el ciclo se cerraba. Lo bueno de los personajes literarios es que aún muriendo pueden resucitar, con tal de volver a la página 1. En este caso yo lo veía en la serie de la tele. El problema final. Holmes y Moriarty caput. Moriarty es sin duda un tipo siniestro, me pregunto por qué sería tan malo. ¿Un trauma infantil? ¿Mente diabólica? ¿Se aburría el hombre? Conan Doyle con su encantador candor victoriano diría que es muy malvado y que quiere hacer fechorías. Chesterton por su lado diría que niega a Dios con sus acciones. Es más, afirmaría sin rubor que es un peligroso elemento, que quiere eliminar la justicia y el orden del mundo. Eso es, la lucha contra el bien y el mal. Ahora estoy enfrascado en C. K. Chesterton, queridos amigos, en sus narraciones de El hombre que sabía demasiado y ya tengo un nuevo amigo, el señor Horne Fisher, que resuelve los crímenes así, como el que no quiere la cosa (y tiene un gafe parecido al de Jessica Fletcher –allí donde llega, fiambre al canto-). Para nuestro amigo Gilbert Keith, yo y muchos como yo hubiéramos sido dinamiteros. ¿Les suena? Conspiraciones por todos lados. Por eso quizá Federico Jímenez Losantos y sus amigos fundaron una revista y le pusieron precisamente su nombre. Yo comprendo su postura en principios de siglo. Era un mundo en ebullición que me hubiese encantado vivir. Ya no había candor victoriano, sino siglo XX puro y duro, siglo de horrores y bandos, de tendencias contrapuestas. Yo no hubiese tenido esa, claro. Y tenemos en cuenta ambos C. y CD. Vivieron en la misma época y murieron casi a la vez, pero los temperamentos de ambos, eran sensiblemente diferentes.


Federico es amigo mío...

Dinamiteros a mi, ¡ja!


Mucho se ha hablado del panfleto o no que supone El hombre que fue jueves, al menos así lo he visto desde que Ramón me recomendó la novela, la adquirí y la leí. Pero eso lo he visto a posteriori. Yo me enfrenté a la novela con la mayor de las disposiciones y me encantó. Si está bien escrita a mi me da igual; eso es una cosa que deberíamos aprender, creo. Da igual la carga ideológica de la obra si está bien hecha. Es lo mismo que maravillarse ante una catedral gótica. Y me gustó por la atmósfera y por la descripción de los colores, por los personajes y por la lucha contra lo intangible. Esa anarquía invisible. Domingo, el ser supremo de maldad, la transcripción a los ejes chestertonianos de Moriarty, no deja de ser como un caos reptante que se escabulle de los agentes, todos ellos amigos del orden y que odian a los enemigos de lo sagrado.


- Encantado de conocerle, viejo señor cascarrabias.

- Niña, yo he venido aquí a hablar de mi libro.


Los ateos somos anarquistas que no respetamos nada, se presupone, pues. A lo mejor es verdad, por eso cuando me he enterado que existe dicha novela con anotaciones de Martin Gardner me ha entrado unas ganas locas de conseguirla. Y es que el bueno de C.K. es altamente recomendable para todos, grandes y chicos (yo me leí con 12 o 13 años las aventuras del Padre Brown) y es que como el mismísimo Borges decía de él: «hubiera podido ser un Edgar Allan Poe o un Kafka: prefirió -debemos agradecérselo- ser Chesterton.» Y después de hablarle de todo esto hay que añadir para quien no lo sepa que este señor era un cachondo mental. Un humorista que hilaba finísimo y de un socarrón que echa para atrás…

Bueno, ya les dejo de tanta literatura, y me voy a seguir leyendo yo. El hombre que sabía demasiado.

Yo solo sé que ya les dejo tranquilos.

Por ahora.

viernes, 19 de septiembre de 2008

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«Hasta las sociedades más primitivas sienten un respeto innato por los locos» (El Chico de la Moto)

A veces me sorprendo a mi mismo. Te acuerdas de cosas dispersamente. Yo recordaba que cuando estaba en el instituto había escrito un articulín sobre Rumble Fish o La Ley de la Calle, como prefieran. Pero buscando una cosa (una documentación para nuestra becaria súper prefer) en agosto las revistillas salieron a la luz. Revistillas por llamarlas de algún modo, porque algunas son gordas de verdad. A mi me daban un premio siempre al final de curso que se inventaban para mi. Era por volumen de trabajo, creo yo, más que por otra cosa. Hacía tebeos (muy malos todos), y escribía de cine y de cosas así. Y a medias con un amigo hacía una parodia de una novela sudamericana. Sería una mierda si tras los personajes del culebrón no se escondieran personas de carne y hueso. ¡Que mala leche teníamos!

Pues bien, me encuentro con el susodicho artículo –regular de estilo, y fatal, fatal de puntuación- y leo estas perlas:



En estos días que nos vemos invadidos en las diferentes televisiones por series para jóvenes me veo en la necesidad moral (¿a que queda bien?)… pero no de esos jóvenes pijitos, que su mayor y traúmatico problema es que el piquito de la tarjeta de crédito se le ha doblado…

Era gracioso ver como las teenagers asaltaban el aeropuerto de Barajas, saltando vallas y chillando desesperadas, para atusar la caspa de dos mendrugos de segunda fila de la famosa serie (y no sé por qué) “Sensación de Vivir” Beverly Hill 90000 y pico, (con el slogan copiado a la Coca Cola) con la que la privada Tele 5 nos bombardea a los felices televidentes los viernes noche. A estos tipos nos lo ofrecieron patéticamente en todos y cada uno de los programas de su “cultural” programación (no los ofrecieron en el Pressing catch porque no pegaban ni con cola)...


Yo en la revista ATEGUA,

con dedicatoria a los lectores, antes de irnos del centro.

Si pulsan me verán más grande.

Aunque Pérez pusiera Ulam Bator, eso es la Torre Eiffel.


Después pasaba a hablar de la peli en cuestión, bastante torpemente, lo mejor que podía, pues era y sigue siendo una de mis películas preferidas. Todo lo anterior está escrito en diciembre del 92, para que se hagan una idea desde donde viene mi maledicencia y mi poco aguante para las soplapolleces. Con 16 años, ahí me veía, arremetiendo contra los tontorrones de Brando y Brenda y sus amigos. También metía mucha caña con ellos porque era la serie preferida de mi profesora de inglés, que se dedicaba a escribir tonterias en perfecto inglés de Opening sobre la serie creada por Spelling en la citada publicación. ¡Que tiempos aquellos! Pulsos adolescentes.

Ahora se mira hacia atrás y aún parece que fue ayer, como decía la canción de Los Suaves. Han pasado ya 16 años. Yo tenía 16. La mitad de mi vida. Que cosas piensa uno en la madrugada. Y si es que uno parece que cambia, pero cuando lees estas cosas, solo puedo decir: sé más cosas, tengo menos esperanza, estoy desencantado, pero ¡que más da!¡No pienso cambiar!¡Moriré igual! ¡Viva yo y mi caballo!

Ah, por cierto, el Chico de la Moto sigue siendo el rey.


jueves, 18 de septiembre de 2008

*


Lo siguiente que recuerdo a cuando cerraron el ataúd era aproximarme a una luz violeta a una velocidad estratosférica. ¿Sería el consabido túnel del que todos hablaban? No sabía. Mi vida había sido una existencia sin excesos ni vicios, solo iba de casa al trabajo y del trabajo a casa. Eso si, mi trabajo era sin lugar a dudas un trabajo que nadie quería. Era verdugo. Y cobrador de rifas benéficas. Este último parecía no importarle tanto a la gente. Cuando iba a comprar fruta me hacían llevar un bastón para elegir las piezas y siempre me daban las más pochas, pues no me dejaban tocar los melocotones. Al jubilarme hacía muchas obras de caridad e iba a misa todos los domingos. Pero pareció dar igual. Cuando morí cerraron el ataúd y lo siguiente que recuerdo que me abalanzaba sobre una luz, la que les comenté antes. Y que me achicharraba. Ahora vivo en un sitio donde el sol está muy alto y doy vueltas y vueltas, acarreando bolas. Parece ser que me reencarné en mosquito y solo me acuerdo de mi muerte como chupótpero alado. Los mosquitos tienen mala memoria según se deduce. Ahora no me puedo quejar, aunque sea un escarabajo y me pase la vida entre estiércol. Siempre fui un alma muy sufrida.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

: )



La vida es curiosísima. Iba escribir una chorrada (que perogrullada, amigo Ramón, ¡yo escribiendo tonterías!), cuando se me ha venido a la mente sacar a relucir un viejo personaje del TBO, el Profesor Franz de Copenhague, el de los Grandes Inventos del TBO. Cuan es mi sorpresa que lo que creía yo que era un pegolete como cualquier otro es en realidad una verdad. El profesor Franz de Copenhague era en realidad danés. ¡Que cosas! En realidad no era, no es, de ningún sitio, es un personaje de tebeo, pero lo copiaron de un dibujante danés llamado Robert Storm Petersen. Dibujos de inventos pejigueras que hacían reír mucho a la muchachada de los años 40 a los 60. Y que a mi también me gustaban mucho de chicuelo (fíjense la palabreja rancia), para que negarlo. No se lo voy a explicar, en esto de la ilustración cómica una imagen vale más que un tera de palabras.


ZP se lo está pensando para la crisis.


Además el dicho “estos son los inventos del TBO” aún se utiliza, al menos en mi casa, cuando se habla de una cosa chapucera, hecha a base de tesafilm y cuerdas a lo cutre.

Esto nos invita a un reflexión, si no más profunda (ya saben que no soy demasiado profundo), si a pensar en que esto del humor tiene sus épocas y tal, pero siempre habrá cosas que hagan gracia. Como dirían los de LHC, hoy MN, un mono vestido de botones siempre hace gracia.

Una cosa que siempre es la risión.


A esto sumamos un niño chino cayéndose y el padre grabando, o un buen susto como Dios manda y ya está. A mí siempre me harán gracia muchas cosas, pero son cosas muy personales. Las cosas que hagan reír a 6000 millones de personas ya no son tan abundantes. Cada uno tiene su humor. Y hay gente que no está para reírse. Casualmente esta gente ríe mucho. Es una cosa bastante barata de afrontar las penas. En el primer mundo hay personas, pueblos, incluso países enteros que carecen de humor.

A mí muchas veces se me achaca ser un talibán en muchas cosas. En el humor creo que no se me puede echar en cara nada. Me gustan desde las películas malas de adolescentes hasta las sutilezas más sutiles de un Tati. Desde la grosería de un Álvarez Rabo al humor oscuro de un Clowes. De la maquina whiskera de Buk hasta el fino plumín de Chesterton.

En fin, que si hay que reír, se ríe. Pero hay que tener cuidado con los falsos profetas y no confundir churras con merinas.

Y eso si. Reírse de uno mismo es una imposición más importante que lavarse los dientes.


NOTA: El titulo del post corresponde a una sección de la revista Selecciones del Reader's Digest (si, esa que leía Homer, y por la cual enriquecía su vocabulario y Lisa iba a Washington y descubría los tejemanejes de la política). En mi casa, cuando yo era pequeño siempre se leía esta revista, que era un compendio de lo que publicaban otras muchas revistas. En realidad era (y es) una publicación encubierta de la CIA para fomentar los valores americanos por todo el mundo. Lo que pasa es que era tremendamente entretenida y siempre te contaba historias de gente atrapadas en el hielo.

 
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