Diario de Mameluco Morales, licenciado en Geología y párvulo en la vida corriente
Jamás hubiese imaginado, tras leer por enésima vez, en palabras de John Watson, doctor en medicina, el relato titulado El Problema Final, que me quedaría durmiendo de pie esta madrugada, mientras bebía agua del frigorífico. Lógicamente fue cuestión de nanosegundos, pues si no me hubiese precipitado al suelo, teniendo en cuenta mi laxitud a horas tan tardías y mi peso, que aunque ignoro, intuyo por las fotos que veo de mí mismo, es bastante elevado. Por cierto, que mis tobillos también lo sienten. Lo mismo me había ocurrido minutos antes mientras mingitaba sentado y mi cabeza dio levemente contra la pared. ¡Es toda una suerte que el cuarto de baño sea tan estrecho, pues presumo que sino hubiese hocicado contra el suelo de loza!
Pero volvamos a la raiz del asunto, que en realidad puede ser la ciclicidad, la repetición de mi conducta y que en realidad todo vuelve. Yo también me lo busco, que conste.
Anoche, como comenté con anterioridad releí el relato donde Sherlock Holmes muere junto al perverso profesor de matemáticas Moriarty (era malvado por ser un criminal, no por su teoría del binomio, que tan en boga estuvo tiempo atrás –casi sic-) en las cataratas Reichenbach. Lo mejor del caso es que si nos remitimos a mis archivos, en Septiembre de 2008, donde yo deseaba fervientemente ser un dinamitero a la manera de G.K. Chesterton, comentaba ya la muerte del detective consultor.
Todos los aficionados a lo holmesiano sabemos que Conan Doyle mató a su personaje porque estaba harto de él, y quería ser un “escritor serio”. Las definiciones de escritor serio pueden ser múltiples, variadas y dispares, pero serio me sale en los sinónimos del Word (sí, ese que va en el perverso paquete Microsoft Office, del maléfico Bill Gates) como sensato,y no es muy sensato hacer una cosa bien y dejar de hacerla, al menos pienso yo en mi fuero interno. Si escritor serio es sinónimo de aburrimiento, no quiero escritores de dicho tipo en mi mesilla de noche.
Hoy, en los días corrientes, la gente ensalza el ensayo como panacea de la sensatez, aunque algunos sean menos sensatos que un orangután con un escalpelo suelto por una guardería. Yo apuesto definitivamente por la ficción. Ya lo hablaba el otro día (ya les digo que me repito como el ajo, aunque yo no sea tan bueno para la circulación) del tema.
La lluvia caída anoche a lo mejor me ha refrescado y han animado a escribir a mis oxidados dedos. Pero la verdad es que escribo parrafadas en el Facebook, en otros blogs o donde el gran Cthulhu me dé a entender.
Hay gente que aún no comprende que soy un sujeto, un intento de persona humana, de grandes contrastes. Soy, me siento, como un personaje victoriano en mi imaginación, y como mi imaginación es más poderosa que mi raciocinio, me quedo anclado en mi fabulación. Total, para la mierda de mundo que siempre ha existido, puede elegir cualquier época.
5 comentarios:
¿Sabes que el problema final no fue tan problema final, porque desde otras tierras una carta de la madre de Doyle le obligó a que reviviera al señor Holmes bajo pena de deseredarle como hijo o de suicidarse tragandose las fotos de su primera comunión?
Hay segundas partes...
Creo que me estoy haciendo mayor porque ahora puedo comentarte en el blog lo que escribes y no lo que quiero decirte.
A Chesterton ya lo he leído... jo, me estoy haciendo vieja ya mierda!
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Creo que no fue tan allá la cosa, Lia, aunque mucho se ha hablado sobre el tema. Yo creo que su madre ayudó, pero que los fans (que raro es eso en perspectiva victoriana) fueron los que le dieron la murga. La verdad es que El Sabueso de los Baskerville, en el que Sir Arthur no resucitaba al personaje, sino que narraba algo antes de su muerte en Reichenbach, parece ser que fue de su propia iniciativa -pues se le ocurrió la idea del chucho y encajaba bien con los parametros de Sherlock-. Yo creo que fue el éxito de ésta (y el dinero) el que le animó a continuar con el personaje.
Yo a Chesterton lo leí siendo mucho mayor que tú.
Diego, nada que añadir.
Te llevo ventaja en esto de hacerse vieja pues...
Yo me coloqué en el Ordovícico, pero no sé qué hice mal y se extinguieron los amigos que hice, uf...
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