domingo, 29 de junio de 2008


No sé como afrontar este escrito acerca de por qué me gusta mi país. Me siento como un niño de esos repelentes que todos los años recibe el ciudadano Juan Carlos (así llaman al campechano monarca los de ERC) en Zarzuela. ¿Qué decir de España? Bueno, para empezar, siguiendo al hilo de mis oposiciones diré que hay tres Españas, la España Silícea, la España Caliza y la España Arcillosa. Eso a priori, parece que no es nada ni bueno ni malo, pero ya en si es una cosa muy buena. España tiene un montón de paisajes diferentes, cuando la especulación urbanística o el turismo no lo masacran es todo muy bonito. Desde el desierto de Tabernas hasta los Picos de Europa. ¿Ven? Ya va una cosa buena del país. España es bonita. Parezco de parvulitos.

LAS 3 ESPAÑAS

Pero en eso nada tenemos que ver los españoles como pueblo, la verdad. Los españoles somos diversos, y en la variedad está la diversión. Bueno, aunque el término sea muy obsoleto, para empezar hay dos Españas. A los más jóvenes les sonará a rollo patatero, pero con la polarización progresiva de la vida política y de los mass media, cada vez es más verdad. Lo que pasa es que las dos Españas son dos nuevas Españas. Una de orden que escucha a Federico y otra de buen rollismo progre que lee El País Semanal. De esos barros vinieron estos lodos. La bipolarización de España es un hecho. Es otra cosa que me gusta de nosotros los españoles. La discusión constante. Como bien cantaban las Vainica: Dos españoles, tres opiniones… Usted entra en un bar suizo y todos sisean como si estuviesen rezando el Rosario. Aquí llega uno a un bar y le ponen la cabeza como un bombo. Y todo, porque en los bares se discute mucho por cualquier pamplina. No sé si el bar es un invento español. La taberna jaleosa sin duda lo es. Por lo menos en el hemisferio occidental. Se discute mucho, pero al final nada. En este país nuestro se arma la de Dios es Cristo pero a la ná se nos ha olvidado todo. Hombre, siempre hay cuatro exaltaos, pero aquí la gente se amolda. Un ejemplo, el matrimonio gay. ¿Quién está hoy en contra aparte de unos cuantos de comunión diaria? A la mayoría les da igual, eso si. A más libertad mejor, o eso por lo menos pienso yo. Pero este país tiene eso. Revuelos que se pasan lo que dure en las noticias. Somos un pueblo olvidadizo, y no significa que nos dejemos manipular tan fácilmente como muchos creen. Simplemente las cosas nos dan bastante igual al cabo de unos minutos. A cada uno le da igual una cosa diferente eso si. Después cada uno a lo suyo y ya está. A unos les gusta el fútbol ( a la gran mayoría), a otros la tele (a otra gran mayoría – entre la que me incluyo yo- ) y a casi todos nos gusta comer y beber. Porque en España otra cosa no, pero comer se come de muerte. Y se bebe de escándalo. Y eso no lo digo yo, lo dicen todos los guiris que vienen a atiborrarse de lejanas tierras. Y miren que no le dan la mayoría de veces comida de verdad, que si les diesen paella de casa de uno, lo fliparían 1000 veces más. Y por no hablar de la sangría de tetrabrick que le dan a los pobrecillos. Yo de vinos y esas cosas no puedo hablar porque no sé de esas cosas.

LA ESPAÑA ETERNA

Y por último resaltar lo que más me gusta de los españoles, y en eso coincido con Sánchez Dragó y el título de su último libraco, en que si hablas mal de España es que eres español. Ante el chovinismo francés, nuestro Volksgeist particular es echarnos piedras sobre nuestro propio tejado. También es poner a parir al vecino por feos aunque nosotros seamos más feos que él. España es así. Podemos dejarnos llevar por discursos progresistas de que nuestra sociedad es muy avanzada (lo es en cierta medida por su pasotismo innato) y que somos Europa. No es verdad. Nuestros sentimientos nacionales son de rancio abolengo. Somos una de las naciones más antiguas de Europa y eso tiene que pesar. Somos país desde 1492. Montenegro lo es desde el año pasado. Nuestras señas de identidad no se pueden meter a la lavadora y punto. Somos herederos de un imperio, como cantaban los megajevis Zarpa. Tenemos una historia detrás. Desde Isabel y Fernando hasta Juan Carlos y Sofía. Es un topicazo como la copa de un pino, pero los pueblos que desconocen su historia están condenados a repetirla. Bueno, eso sería en universos lineales. Pero no vamos a entrar en cuestiones físicas de las que sé bien poco.

Soy consciente de que a la muchachada le da igual todas estas cosas que yo cuento aquí. Bueno, lo de comer no. A todos nos gusta la tortilla de patatas de mamá. Pero así veo yo las cosas. Yo soy español, pero no tengo porque sentirme orgulloso de serlo. No es que esté descontento. Soy afortunado de ser de España y no de cualquier país del Tercer Mundo. Aquí hay sanidad pública y educación, saneamientos, garantías sociales, libertad de expresión. Y me alegro por ello. Pero eso del orgullo, es otra cosa. Es una cosa más íntima, una conexión con algo, con alguien, que comprendo que alguno pueda tener con eso indeterminado llamado Patria, pero que yo, realmente, no siento.

Mirar también de este mismo blog:

SÍMBOLOS

¿POR QUÉ NO TE CALLAS?

FUEGO REAL

EL 2 DE MAYO: MAMELUCO SE LO CARGA

5 comentarios:

Sarashina dijo...

Yo no soy muy patriótica, la verdad, incluso los nacionalismos me dan como un poco de grima... No sé. Lo que sí puedo decirte es que en mis viajes rara vez salgo del pellejo del toro y en cada uno descubro nuevas bellezas y encantos. Si nos ponemos de acuerdo en que eso del pellejo del toro, en su totalidad, quitando a los portugueses, que total es una loncha de ná, eso es España, pues entonces me gusta, pero que mucho, de una punta a otra. Como geografía, como arte, como cultura y como gastronomía, es una joya. El personal, según. Me gustan mucho los andaluces y los navarros, por ejemplo. Y no me gusta la España negra, ni la del confesionario, ni la de su cadena de radio, ni los rancios.

Sarashina dijo...

Oye, y ya veremos lo que dura lo de los servicios públicos, que al paso que vamos nos los quitan. Si no tomamos conciencia y no los dejamos que los privaticen.

Mameluco dijo...

He escrito esto por dar mi visión de mi país. Seguramente en el sitio donde dije que lo haría le importa más bien poco a la mayoría. Yo odio el nacionalismo venga de donde venga.
Pero España es el país donde vivo. Y no me pienso mover de él.
A mi me gustan todas las Españas. La Roja y la Negra (ya no digo ni azul). Porque España es la suma de todo eso.
O las Españas, porque hay muchas Españas.

No se puede obviar que hay 9 millones de personas que votan a ese partido que huele a cerrado. No lo podemos olvidar. Porque nuestra familia, nuestros amigos, nuestros vecinos son muchos de ese palo. Yo no comparto nada o casi nada con ellos ideológicamente, pero comparto el espacio, que ya es bastante.
En cuanto al personal, en todos sitios hay buenos y malos. Por ejemplo, usted es murciana y engloba a los andaluces en un saco, cuando somos muy diferentes entre nosotros cuando se nos conoce. Me va a decir lo mismo que es un murciano que un cartagenero... jajaja... pues así...

Y lo de la corriente neoliberal salvaje no es un endemismo hispánico, es la globalización, por consiguiente no es un mal español, que es de lo que hablábamos...
Eso ya es problema europeo, y ahí, amiga, hay mucha tela que cortar...

Anónimo dijo...

es el primer análisis racional de España que leo en tiempo.

Veo lógico tener cierta familiaridad con un grupo de gente que comparte tu cultura y tu lengua. Lo que no veo lógico es el peperismo y el sociatismo que pretenden que elijamos un código de vida sabiendo que en este país tenemos, al menos, dos. Y esa exaltación de águilas y olor rancio a cabra de la legión... Me da asco todo esto pero sé que no es España, aunque algunos nos lo quieran vender.

Y tampoco entiendo los nacionalismos garrulos que quieren hacer creer a cuatro lerdos que España es lo anterior para ganar votos y vivir como curas. Creadores de odio y discípulos catetos de Goebbels que bien harían en cortarse la lengua.

A fin de cuentas qué cojones importa dónde esté uno y qué nombre tenga ese trozo de tierra si vive bien, ¿no?

Mameluco dijo...

Para empezar, Rasko, es que intento racionalizarlo todo (menos algunas cosas) y por eso la gente me toma por el pito de un sereno.
Yo no soy equidistante, claro, a esas dos Españas. Pero están ahí. Y son eternas (entendiendo como eternas que van para largo) y hemos de vivir con ello.
Y no intentaba hacer algo racional con esto de España, sencillamente, dar mi opinión, lejos de triunfalismos de ambos bandos. Lejos de intereses. A mí me gusta la España de los bares de viejos, la de comprar el billete a los muertos para que nos acompañen, la España que glosara Carandell en Celtiberia Show un poco actualizada. Porque el mundo es así. España es así. No somos un país de cosmopolitas. Ya mi gustaría a mi que esto fuera una democracia como Suecia, pero no, no somos escandinavos, somos esperpéticos, negros. es lo que tiene haber pasado hambre hasta anteayer.

 
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