Ronda por mi cabeza desde hace un par de día un post que se llama Prioridades. Pero entre que repaso mis Unidades Didácticas, el calor, la desidia y el desespero lo voy dejando para luego. Lo de Prioridades es acerca de las prioridades de cada uno y la forma de enfocar. Viene a cuento de una conversación que tuvo lugar en casa de unos amigos a la que ni asistí, que me ayudó a decidirme a escribir algo que me barruntaba por la cabeza. Esto está siendo muy extraño. Estoy explicando el proceso de un post que ni siquiera sé si escribiré mañana o algún día. Es muy tarde. Se me ha hecho muy tarde porque no quería que llegase mañana. Ya saben, uno de esos días. La madrugada nos pilló en el patio de un pub de mi pueblo. El patio es un patio normal y corriente de una casa. Sin música, sin estruendo, con limoneros, olivos, laureles y algunas flores. Se ven las estrellas. Hacía calor, pero allí en la penumbra se estaba a gusto. Salgo más que nunca. Nunca he salido tanto, quizás porque he encontrado en ello una solución al que no llegue mañana. Hasta ahora la solución siempre había sido el insomnio. Pero ahora es salir de casa. Es un parche a la goma de la noche que se convertirá inevitablemente en día cuando la Tierra gire los grados necesarios, lo sé, pero las horas pasan mejor así que dando vueltas entre sábanas y sudor, mascullando palabras en la oscuridad, con los ojos abiertos como platos.
Ahora son casi las cuatro y media. Mañana quiero levantarme temprano (o a una hora prudencial) También quiero ir a Correos, mirarme unas cinco UD, y poco más. A lo mejor escribir Prioridades. Pero creo que eso no es una prioridad.
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