miércoles, 10 de noviembre de 2010

Hoy en sociología de chichinabo: esperar en el médico.


Hace ya bastante que no escribo de mis cosas. Es por dos motivos fundamentales: pereza y falta de historias. Mi vida no es trepidante. No viajo casi, apenas salgo de casa, y si salgo siempre voy a tres sitios: la casa de María y Manolín, a lalibrería de mi primo Kiko y a Cervecería La Plaza (o sea, a Cá Daví). Pero como hoy he roto esquemas yendo al ambulatorio para sacarme sangre (era oscura y líquida) y estoy despierto desde las 8 menos cuarto, pues hay algo que contar. Si no hubiese sido por el cortante aire frío y porque tuve que concentrarme en casa para mear en un tarrito de plástico sin salirme (¡prueba superada!) hubiese ido zombificado o algún estado atáxico similar por las arterias de mi pueblo. La Calle Tercia donde vivo y la Calle Alta (llamada antiguamente la calle de los señoritos). Por ambas parece que han bombardeado los serbios. Obras y obras.

Cuando he llegado, como siempre a mi hora o un poco antes, ya se arremolinaban allí personas mayores pegando chillido-susurros, esa modalidad de murmullo que parece la lengua que hablan las serpientes en Harry Potter. O sea, parecía que daban algo gratis. Ya sabemos que la gente es muy amiga de la gratuidad y el grosero gorroneo. Pues no, aquí daba el vaso relleno de pipí y con una aguja (más gorda en mi caso) sacan la sangre. Es gracioso porque tienes un número que coincide más o menos con la hora y te llaman por tu nombre. Yo tenía el 24. Ya había una señora cuando yo llegué allí mangoneando como si fuese el jefe artillero en la cubierta de los cañones de un barco. ¿Usted que número tiene? ¿Y tú, Paquita? ¿Quién es el 33? (Esta señora tenía el número 19). Entonces después de tú, vas tú, y luego tú. ¡Señora, que nombran! Bien es verdad que siempre es bueno saber detrás de quien vas más o menos para escuchar bien tu nombre, porque con tanto orden impuesto a base de bocinazos a lo mejor no lo oyes. Mi vena de futuro profesor ha hecho que se me escape un par de veces un ¡sshhhiiiiii! que es recogido con descarada indiferencia. Iban cantando los nombres hasta que han dicho Miguel Morales, y otra que había allí ha empezado a vociferar Ineeeés Morales, Ineeeés Morales. Soy yo, señora. ¡Ah! me dijo. Es Miguel Morales. Otro ¡Ah!

Lo otro ha trascurrido sin demasiadas complicaciones. Le he regalado mi orina a una enfermera. Una practicante me ha sacado la sangre a la primera y sin dolor, y ¡ea! a mi casa. Ya llegarán los resultados de la litemia y otros condimentos que forman mi rojo fluido vital. Supongo que estará todo por la nubes.

Hay mucha gente que se queja de la Seguridad Social, y bien es verdad que podía estar mejor gestionada, pero lo que hace insufrible ir a hospitales, sanatorios y ambulatorios son los usuarios que no se saben comportar y cree que está en un patio de vecinos o en un corral de comedia.

Y esa es mi historia de hoy, que explica porque me he levantado temprano, porque he visto las obras y porque me estoy muriendo de sueño ahora mismo…

10 comentarios:

Anónimo dijo...

razóntieneusted.....
lagente,quenopersonas,lagentedigo,enelmédicosetransformayseconvierteenanimaldegranja.

Mameluco dijo...

Pues yo creo que ya vienen así de casa, mire usté...
lo que pasa que se retroalimentan los unos con los otros.

Y deje espacios de vez en cuando que si no no se lee...
que esto no es Facebook ;)

Sarashina dijo...

A mí me ha encantado tu relato mañanero de la sacada de sangre y otros fluidos corporales. La gente es como es y hasta resulta divertida a veces. Sólo hay que mirarlos a) con cierta distancia irónica, y b) con cierta com-pasión. No es compadecerlos, sino com-padecer con ellos, o sea, emocionado, sí, emocionado, que diría César Vallejo. A mí, cuando me pongo burra, me gustaría que me miraran así. Muy bueno el escrito, Mameluco, pero que muy bueno.

Mameluco dijo...

Fuensanta un tipo -yo- que compuso una canción que se llamaba ¿de qué te ríes si son las ocho de la mañana? a esa hora es un basilisco.
Menos mal que había trecho y el frío congelo mis malos sentimientos.

Soporto muy bien a la gente en los bares -por pesados que se pongan-, pero no puedo con la gente del ambulatorio.
Me llevo cascos, libros, me hago el dormido y aún así siguen preguntándote cosas y cosas.
No tengo ninguna empatía con las mandonas de cola. Eso es así.

El escrito me salió de dentro como la sangre entró en la jeringa. No creo que sea tan bueno. Lo que pasa es que la sinceridad tapa los fallos.

Diego Luis Urbano Mármol dijo...

A mi lo que más me gusta de esto es que lo veo, desde el principio, voy leyendo y lo voy viendo.
Eso es conectar los sentidos.
Mü güeno Maese Miguel.

Mameluco dijo...

Gracias, Hermano Cobito, es fácil verse reflejado en cosas que uno sufre en sus carnes.
Le informo que nuestro códice va por buen camino, y le presentaré resultados visibles esta semana, a más tardar el miércoles.

Mobesse dijo...

Lo que más me ha gustado es que no te dolió el pinchazo. Desde que tengo uso de razón, prefiero que me corten una oreja a que me den un pinchazo en la vena. Es más, tampoco puedo verlo. Vi realizar una autopsia a un muerto de veintipocos años. Y nada. Pero la vena...
Todo esto lo digo porque dentro de unos días voy a pasar por el mismo trance. Me dedicaré a comparar y trataré de poner en práctica los consejos de Clares, pues tampoco me llevo muy bien con el homo sapiens.

Mameluco dijo...

Le acompaño en el sentimiento, Mobesse. Yo siempre temo que no me encuentren la vena y me hagan una escabechina. Una vez me pincharon 6 veces en un brazo y 5 en otro y nada. Al final me la tuvieron que sacar...¡de una vena de la mano! Todo eso con un frío de muerte por la calle. Aún recuerdo mi mano morada como si un mosquito del tamaño de un 600 me hubiese picado. Era por Navidad... ufff.

Hacer caso a Clares es sensato, pero no siempre se puede hacer lo que se quiere cuando se enfrenta uno a las masas... me dan pavor...
Lo dicho.
Que no lo pase mal, o demasiado mal.

mochuELIn dijo...

Me he reído, sí, porque lo de Inés Morales me lo he imaginado a bocinazo rural sin paliativos y tú intentando explicarte razonablemente (concepto erróneo en lugares como el ambulatorio, la razón, digo)
Espero que todo esté bien, aunque por las nubes, ya lo hrás descender a los infiernos mundanos. Saludos

Mameluco dijo...

Infierno mundano es lo que sufro, MochuELIn...
Tanto grito para después desembocar en colesterol y triglicéridos rompiendo records.

Ya que le escribo a usted lo que voy a decir es aplicable para todos. Perdón por no pasarme por tu blog. Estoy en una crisis bloggística que espero pase pronto.
Apenas puedo escribir, aún menos leer cosas que necesiten reflexión.
Así que mi vida internáutica es el fast food del FB... que tampoco esta mal, pero lo haces en un voleo entre diseño y diseño.

 
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