martes, 27 de julio de 2010

Estío Bufo

La piscina de mi retiro bucólico pierda agua por una de sus aristas. No fui consciente de ello hasta que el otro día vi la esquina mojada y dos ojillos brillantes. Entre la oscuridad y el mimetismo del animalillo estuve mirando un instante hasta percatarme de que era un pequeño sapo. Parecía desamparado, solitario –incluso triste-. Lo cogí. Era ridículamente diminuto y fofo. Su enorme panza -dentro de lo insignificante de su envergadura- era fría y parecía blandiblub. Lo exhibí ante las visitas y volví a dejarlo donde estaba. Al principio parecía estar atontado -nunca me he fiado de los animales de sangre fría-, pero un momento después tomo fuerzas de su fofedad y se metí en una grieta que parece ser que lleva a su casa subterránea de cemento y agua clorada. Vive, según creo debajo de una losa que está un poco levantada.

Si G. y yo lo hubiéramos visto de pequeños sería una gran prueba más de que conducía al submundo enterrado de los gnomos. Porque G. y yo veíamos gnomos de pequeños. Es una convergencia azarosa a las niñas que veían hadas y que Sir Arthur Conan Doyle se tragó tan vehementemente como otros teósofos de la época. A nosotros, por el contrario no nos creyó nadie. Bueno, tampoco fue tan grave, porque era mentira. No sé como surgió. Creo que mi prima Mari Carmen, nos metió en la cabeza que dejado de nuestros pies había un mundo de minerales y gnomos. Éramos por aquel entonces aficionados a los minerales, y siempre tuvimos imaginación. Pienso que ni lo hablamos, alguno de nosotros lo dijo: ¡un gnomo! y el otro siguió el juego. Mis primos mayores, cual inquisidores del Santo Oficio nos separaban e interrogaban, para demostrar la falacia de los gnomos de la campiña. La verdad caía por su propio peso -cada uno decía un color de blusa- y poco a poco el rollo fue cayendo en el olvido y pasamos a otros juegos infantiles de veranos eternos, calurosos, polvorientos.

Pero creo que durante esos días, entre sueños, vi la sombra en la ventana de un anciano diminuto de sombrero cónico, echado en la pared fumando una pipa. Yo veía alucinaciones de vez en cuando, así que todo estaba correcto.

Ahora me conformo con el mundo entre rendijas del sapo, saturado y oscuro, que no por ser prosaico y explicable por las leyes de la Naturaleza y el Cosmos deja de ser fascinante.

6 comentarios:

Diego Luis Urbano Mármol dijo...

♫♫
Cuando estuve en un bosque encantado
noté con asombro
que una piedra me cantaba,
que una piedra me cantaba,
con modulaciones y con timbres
de tenor, de tenor.

Debajo de la piedra vi a un sapo invernando
y supe
que era el sapo el que cantaba,
que era el sapo el que cantaba,
y seguí buscando maravillas
que saber, que saber.

Quería una princesa convertida en un dragón,
quería el hacha de un brujo para echarla en mi zurrón,
quería un vellosino de oro para un reino,
quería que Virgilio me llevara al infierno,
quería ir hasta el cielo en un frijol sembrado,
y ya. ♫♫♫.
By Silvio (el de allí).
Coño Mameluco, a mi pasó algo parecido; pero con el Diablo.
Debe de pasar esas cosas,cuando se reunen esas condiciones; un primo hermano de tu edad, una casa de abuelos grande, grandisima, fresca, con gatos, gran corral, cachivaches de todas épocas y fantasia, mucha fantasia.

Me alegro que contemos contigo para la toma de la torre del Homenaje

Mameluco dijo...

Diego Luis, te vas a salvar de una reprimenda porque sin duda desconoces mi aversión a los cantautores... pero bueno, como solo ha sido la letra y no hemos tenido que escuchar al cubano doy por concluida la afrenta. Jajajaja...

la gata chundarata dijo...

me ha gustado mucho, me ha llevado muy muy lejos, a mi infacia de calle y montones de niños que veíamos gamusinos, aunque los mayores se emperraran en aguarnos la fiesta...

me gusta mucho pensar que el sapo le lleva alli, que existe y al mismo tiempo forma parte del submundo...

la frase que mas me gusta, no le puedo decir que si por los adjetivos o porque sí:
"... y poco a poco el rollo fue cayendo en el olvido y pasamos a otros juegos infantiles de veranos eternos, calurosos, polvorientos..."

Mameluco dijo...

Porque si es razón suficiente Gata.

Los veranos de antes eran así, largos, soleados, polvorientos, porque estábamos revolcados en la arena todo el rato...

A veces el sapo se oye croar...

Mazes dijo...

¿y tu sobrina no quiere besarlo para convertirlo en príncipe?

Mameluco dijo...

No creo, aunque tampoco se lo he preguntado, jejeje.
No lo he vuelto a ver.
Y mira que lo busco.

 
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