

Domingo de resaca. No, no he bebido más allá de algún que otro Acuarius. Hoy Pepsi Cola. La basura prolifera este bocadillo llamado humanidad formado entre la atmósfera y nuestro pachucho planeta. Toneladas de rencor, odio e intransigencia se veían desparramados por las calles madrileñas ayer, sábado, 17 de Octubre. No he querido leer mucho en los diarios del asunto, ni indagar en opiniones, ni tan siquiera verlo por la tele, pero a veces las cosas son inevitables. Solo he ido a datos estadísticos por curiosidad más que otra cosa. La cifra da igual, me es indiferente 250.000 que 2 millones. Una ley se aprobará en el Parlamento por mayoría. Pero como decía una de esas periodistas peliteñidas, con pinta de vivir en Puerta de Hierro, en Intereconomía, es esa una mayoría equivocada. Yo que suelo ser minoría, estoy en la mayoría esta vez. Lo que pasa es que estoy equivocado.
A priori, cualquier manifestación me parece una idiotez. No sé para que sirven. Supongo que para reafirmar una posición. Yo muchas veces dudo de mi posición (que no de mis convencimientos internos), y creo que soy un peón en este cruel tablero de baldosas negras y blancas. Negro y blanco. O conmigo o contra mí. Desgraciadamente la dualidad imperante hoy en día en nuestra sociedad parece que tenga que ser así.

Pero cuando el rancio abolengo del nacionalcatolicismo utiliza las tácticas de la izquierda, lo que en otro tiempo se denominó pancartismo por los sectores conservadores, a uno le desconcierta. Y miren que no es la primera vez que pasa. Pasó con la L.O.E., con el matrimonio gayer y ahora con el aborto. Mezclar religión y política no es cosa nueva. Lleva haciéndose desde que el mundo es mundo (bueno, desde que el hombre inventó el concepto de lo sobrenatural). Los hechiceros de las tribus, los sumos sacerdotes, los faraones, los emperadores, los caudillos, todos elegidos por la gracia de Dios/los Dioses. Pero en una moderna democracia la superstición parece (al menos) que no debe de ir de la mano del derecho. Y es que nos venden el aborto como si fuese obligatorio, cuando en realidad, es casi siempre una decisión difícil y supone un disgusto, siendo una cosa optativa, según creo entender. A mí me parece bien que una católica no aborte por ir en contra de sus creencias, pero no pueden imponerlo a todas las personas. Me parece perfecto que los homosexuales católicos se metan a curas, en vez de casarse y tener casas primorosamente decoradas, pero que no les nieguen a las personas de su misma condición sus derechos ciudadanos. Las cuestiones morales o las creencias estúpidas de cada cual deben quedarse en su ámbito. Cuando se legisla, se legisla para todos. Sabemos que los políticos, en contra de lo que parezca (jejejé) no son perfectos (más jejejés), pero los ha elegido la gente. La gente es verdad que tampoco somos muy listos, pero es lo que hay. Tenemos el derecho inalienable, tanto yo escribiendo estas líneas, como ellos, de decir lo que queramos. Pero del dicho al hecho hay un trecho, y encima es estrecho. Yo no pretendo imponer mis ideas a nadie, entre otra cosa porque sería ridículo yo sentando cátedra, cuando todos sabemos que soy un chichiribaile que no se toma en serio a sí mismo, y mucho menos a bastante de sus semejantes. Pero los otros, los de la manifestación ultra sabatina, son peligrosos, pues son capaces de imponer sus cosas y queriendo que no sean optativas. Catolicismo troncal. Concepciones como que es la vida, quien creó el mundo, que es una familia y que no lo es, lo que es bueno o no, etcétera... por defecto. Su integrismo contra el librepensamiento es inaceptable. Parece ser que equipararnos con países tan “asesinos” como Dinamarca, Estados Unidos (aquí lo son por otras razones), Italia, Francia o Canadá en este DERECHO, es contrario a las Sagradas Escrituras, a la moral, a las buenas costumbres y a la gente de bien.
Yo como soy bajuno, pobre, una ateazo, incluso un masón, no tengo porque hacerles caso, pero mañana o pasado, cuando consigan la poltrona querrán imponerme (imponernos) su régimen de terror religioso.
Estoy pensado confirmarme por si acaso. Porque a lo mejor se les ocurre que para ser funcionario el día de mañana nos de las bendiciones un Obispo. Y yo, como decía Chiquito de la Calzada, no tengo la confirmación sino una etiqueta de Anís del Mono.
Cobardes.
Mapa de la situación del aborto en el mundo actual
Pinchad para agrandar el mapaca (Fuente: Wikipedia)