sábado, 26 de abril de 2008


Miren, hoy no tengo nada de lo que quejarme. Ha sido un buen día de San Marcos. Decidí pasar de estudiar y me fui al campo, donde ha sido una excelente jornada de barbacoa, póker y Trivial Pursuit (al que había que aplicarle la corrección de que las preguntas eran del año 84). Para que vean ( y para demostrarme a mi mismo) que también existe el descanso a tanto agobio y pena...
Además cuando he llegado he charlado un rato con Ana Arándanos, que no deja de ser un gran colofón para el día.

Aparte de eso, cuando me iba a acostar he abierto mi libro de cabecera al azar (como hacen los protestantes con la Biblia) y me ha salido esto, y como estoy contento, y sintetiza tan bien lo que yo siento, les pongo a continuación:

Los hombres en todos los momentos de su existencia han buscado su lugar en el Cosmos. En la infancia de nuestra especie (cuando nuestros antepasados contemplaban las estrellas con aire distraído), entre los científicos jonios de la Grecia antigua, y en nuestra propia época, nos ha fascinado esta pregunta: ¿Dónde estamos? ¿Quiénes somos? Descubrimos que vivimos en un planeta insignificante de una estrella ordinaria perdida entre dos brazos espirales en las
afueras de una galaxia que es un miembro de un cúmulo poco poblado de galaxias arrinconado en algún punto perdido de un universo en el cual hay muchas más galaxias que personas. Esta perspectiva es una valerosa continuación de nuestra tendencia a construir y poner a prueba modelos mentales de los cielos; el Sol en forma de piedra al rojo vivo, las estrellas como llama celestial y la Galaxia como el espinazo de la noche.
Desde Aristarco, cada paso en nuestra investigación nos ha ido alejando del escenario central del drama cósmico. No hemos dispuesto de mucho tiempo para asimilar estos nuevos descubrimientos. Los hallazgos de Shapley y de Hubble tuvieron lugar cuando ya vivían muchas personas que todavía están entre nosotros. Hay quien deplora secretamente estos grandes descubrimientos, porque considera que cada paso ha sido una degradación, porque en lo más íntimo de su corazón anhela todavía un universo cuyo centro, foco y fulero sea la
Tierra. Pero para poder tratar con el Cosmos primero tenemos que entenderlo, aunque nuestras esperanzas de disfrutar de un status preferencial conseguido de balde se vean contravenidas en el mismo proceso. Una condición previa esencial para mejorar nuestra vecindad es comprender dónde vivimos. También ayuda saber el aspecto que presentan otros barrios. Si deseamos que nuestro planeta sea importante hay algo que podemos hacer para contribuir a ello.
Hacemos importante a nuestro mundo gracias al valor de nuestras preguntas y a la profundidad de nuestras respuestas. Nos embarcamos en nuestro viaje cósmico con una pregunta formulada por primera vez en la infancia de nuestra especie y repetida en cada generación con una admiración inalterada: ¿Qué son las estrellas? Explorar es algo propio de nuestra naturaleza. Empezamos como pueblo errante, y todavía lo somos. Estuvimos demasiado tiempo en la orilla del océano cósmico. Ahora estamos a punto para zarpar hacia las estrellas.
COSMOS. Capítulo 7.El espinazo de la noche.
De Carl Sagan.

Dedicado con cariño heterosexual a Ramón

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Carl Sagan es fascinante, ¿eh?
Recuerdo cuando era pequeño y el Muy Interesante era una buena revista, que contaba con artículos de Carl Sagan.
Sus explicaciones sobre qué ocurriría en una guerra nuclear se me quedaron grabadas e inspiraron, en parte, ese cuento que tengo de Rebajas de la Primavera Post-Nuclear.
Era un gran tipo y sobre todo un enorme divulgador, capaz de explicarte conceptos enormes y complejos con una sencillez pasmosa.
Un saludo y, por favor, de tú. Háblame de tú. Ya me siento lo suficientemente viejo con mis achaques y mi continua sensación de que mi juventud se escapa como el gas de una espita abierta :P

Anónimo dijo...

Carl Sagan como todos los buenos divulgadores es un gran comunicador. Y nos atrapa.

El pasaje elegido es sencillamente impresionante.

Mameluco dijo...

Querido Seth Muy bueno eso de cuando la Muy era todavía una buena revista. Yo la compre del año 88 al 95, más o menos. Y las tengo siempre a retortero por la casa, leyendo cosas antiguas. De Carl Sagan, de Paul Davies o de Asimov. Le llamo de usted porque es mi costumbre cuando comento en los blog. Me cuesta mucho quitármela...
Procurare tutearte a partir de ahora.
y
Adrian
de Carl Sagan solo añadir que aparte de su envergadura como divulgador, es que era un científico de primera. O sea que doble mérito.

Y lo bueno es que no elegí el pasaje. Me salió al azar, como otros días me salen otros, pero me pareció tan bueno, que me dio ganas de compartirlo con ustedes.

Anónimo dijo...

Estoy ultimamente de problemas personales, depresiones creativas e insomnio galopante.

Espero disculpe mi exilio de los blogs, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación y gracias por la dedicatoria.


Ramén

Mameluco dijo...

Todos hemos sufrido crisis creativas.
Todos hemos tenido problemas personales.

Salga, ya se lo he dicho.
Como también le he dicho que soy un mierdero dando consejos...

¡Por Carl Sagan!

 
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