sábado, 23 de octubre de 2010

Las dos casas. Capítulo VI. Testamento.

Las dos casas. Capítulo VI. Testamento.

Don Nicasio explicó a don Francisco el motivo de su visita.

Me muero, le dijo, y he de hacer testamento. El notario, aún sin conocer de nada al indiano, dio un respingo y puso una cara larga y tristona. No sé preocupe, prosiguió el moribundo, no es contagioso. Eso apenas consiguió recomponer la cara del funcionario, pero le doy más tranquilidad. Un médico muy bueno en Boston me ha dado seis meses de vida, un año a lo sumo, y por eso está usted aquí, señor Notario. Quiero que legalice mis voluntades y requisitos. Lo tiene todo en esta carpeta. Mis acciones, mis empresas, mis propiedades e incluso un listado de todos los volúmenes de mi biblioteca. Tramite usted el papeleo, si fuera tan amable, que esta semana vienen los albañiles a arreglar el patio y quiero guiar la obra. Yo es que antes de burgués, fui proletario, ¿sabe usted? La palabra proletario pareció no gustar a don Francisco, y solamente asintió de una forma ridícula y anacrónica, y se levanto ampulosamente de la silla, cogió los documentos de encima de la mesa y se despidió del indiano, sin apenas tocarle la mano que le ofrecía. Avanzó hacía la puerta y miró de reojo. Creyó ver el rostro de la muerte y un escalofrío le llegó desde el coxis a la nuca, haciéndolo temblar como una hoja.

¡Que gente más rara!, pensó para sus adentros al desearle los buenos días el asistente moreno del amo de la casa.

Fin del Capítulo VI.

Continuará

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