Pensamientos prioritarios para egoistas y otras gentes del buen vivir
Habrá quien piense que noches como la de hoy invitan a la reflexión. Yo creo, y demuestro, que todas son válidas para elucubrar. Europa y la madre que la parió. El PP y el sunsum corda o los encuentros planetarios son hoy agua pasada. Si hago un ejercicio de sinceridad me importa un pimiento todos los dimes y diretes de azules contra rojos. No se cuantas Europas hay, pero Españas dos, como siempre. Y sigo firme en mi resolución. Me importa un pito, una migaja, una débil brizna de hierba seca en el aire caliente del verano. Me importa un rastrojo, negro y liviano. Yo tengo unas cuantas misiones que cumplir y eso haré, ganen los que ganen o pierdan los que pierdan. Solo les digo que no se traguen un Mentos que da ardor de estómago. Ya sé que hay personas por aquí que no comen de estas cosas, pero quien avisa no es traidor y muy amigos, pero el borrico a la linde. Maldito Mentos. Los que me gustan mucho son esos nuevos que han sacado, los Five. Esos no dan ardores.
No es que le haya cambiado de tema, pero es que ya estaba cansado de decir lo poco que me importan los resultados electorales en este preciso momento. Podía recurrir a un montón de lugares comunes de porque ha ganado la derechona, pero no me piace en este momento. Solo soy una persona obsesiva. Y ahora tengo por delante un mundo de yacimientos y motor, de trabajo y conducción eficiente.
Hay algunas noches en que uno piensa unas cosas y otras en las que no se quiebra la cabeza. Hoy es un día de elucubración relativa. Las dianas que la vida me ha puesto por el camino entre charcos de hiel anulan mi capacidad de atención y retención. Son las cosas prioritarias. La prioridad nos la imponemos o nos la imponen. En mi caso, ambas opciones son correctas. Yo he elegido y mi mente fantasma, la que tiene el piloto automático de la gran nave me pone flechas en los post its mentales. Todo rueda por la máxima pendiente. El sueño me invade dulcemente en la madrugada de junio y al planeta le sobran tonterías y le faltan caminos y veredas, soluciones prácticas y ecuaciones lógicas. Yo sigo la rotación y traslación. Mañana el mundo seguirá su curso. Las cafeteras harán café en los bares, las plantas crecerán o se marchitarán, el abejaruco volará y yo, desde mi trono estropeado, gobernaré mi pequeña marca del sur, entre calor y picaduras de mosquito, porque una vez más, mañana será otro día. Lo que no esperen que sea otro día diferente. Porque eso, a mi modo de ver, es mucho pedir.
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