lunes, 25 de mayo de 2009

No vemos el sol


Viajamos a la deriva por toda esta antimateria. La antimateria es algo que no se comprende bien. Nuestra nave tiene fugas y la presión de aire es escasa. Llevamos en semigravedad algunos días. Me asomo a la ventana y solo veo oscuridad y grandes nubes de gas marrones y rojas. Creo que perdimos el rumbo hace mucho tiempo. Creo, también, que nuestra misión era suicida desde el principio. Dejamos los planetas extrasolares hace años y no hay atisbo de encontrar nada. Simplemente la nada y la oscuridad. Hace bastante que dejamos de regar los invernaderos de sótano inferior. Adams decía que las plantas nos quitaban aire. Es una tontería, pero le hicimos caso porque no teníamos nada mejor que hacer. De todas formas salen flores y malas hierbas. Todo debe estar contaminado por las bacterias del suelo, por esporas microscópicas, que pueden haber mutado en gravedad cero. La máquina se maneja sola desde algún oscuro despacho en cualquier bunker deshabitado. No tenemos noticias de la Tierra. A mí me da igual, pero algunos temen por el planeta que dejamos atrás siendo embriones. Murphy es el único que conoce de verdad el planeta, y solo toca su banjo y ríe. Nunca volveremos a ver el Sol, nos dice. Nunca habéis visto el atardecer en un trigal. Yo no echo de menos cosas que no conozco. Para mi la Tierra es un círculo azul. Me daría igual si fuera un asterisco amarillo o un cuadrado naranja. A lo mejor han muerto todos, añadía alguien de vez en cuando. Es posible. No sabemos cual es nuestro destino, ni siquiera el comandante, que hiberna cada vez más. El doctor cree que está deprimido y hace que con sus pastillas de alimentación se tome otras para curarle la mente. El comandante hiberna porque no hay nada que hacer. Desde pequeños fuimos adoctrinados para hacer una función específica, pero los que diseñaron esta misión no contaron con nuestra desgana. Perdida, entre oscuros abismos intersiderales, nuestra nave avanza en oscuridad.

No creo que tengamos una misión definida. Creo que somos las semillas terrestes para ser plantados en otros planetas. Murphy dice que el no sabe nada y que se apuntó porque era eso o ir a la cárcel.

Pero Murphy, en la cárcel se puede ver amanecer.

Si –contesta- , ya lo creo, y mira por el ojo de pez perdiendo la vista entre las luces de lejanas estrellas.

5 comentarios:

José Manuel Ubé González dijo...

Estupendo relato, don Miguel. De veras.

Sobre el Congreso, poco más que decir. No salgo ni en una sola foto del facebook ni en twitter. No existo. Soy, ¡por fin!, invisible.

Un saludo desde la bola azul y blanca llamada, curiosamente, Tierra.

Sarashina dijo...

Me has recordado a Bradbury, espero que no te moleste, porque a mí me encantaría que alguien se acordara de Bradbury leyendo algo mío. Lo que le encuentro es la humanidad en lo extraordinario, en una situación futura, en la cual el ser humano sigue siendo ser humano y no otra cosa. Muy bonito el relato, y me encanta el final impreciso.

Mameluco dijo...

Hombre invisible, gracias por su aliento.
LLegar a la invisibilidad está bien, sobre todo si se es el Hombre Invisible. Otro día nos preguntaremos si sueñan los botijos con porrones eléctricos.

Clares a mi no me suele molestar que me comparen con gente buena, jajaja. Pero no es para tanto, aunque la que sabe de literatura es usted. Yo solo sé de piedras, jajaja.
Es que quería desconectar del presente, que el post anterior ya me había puesto meriloto y hacía mucho tiempo que no escribía ficción.

Sarashina dijo...

Bueno, algo sabes también de literatura. Yo sé un poco más, pero no creas que mucho. A Bradbury lo leí mucho en un tiempo y sigo pensando que era un escritor accidentalmente de ciencia ficción, porque sus relatos eran maravillosos en su concepción de lo humano.

Mameluco dijo...

Yo, querida Clares que no he leído nada de Bradbury, excepto algún relato corto, disiento en eso de la "accidentalidad" de la ciencia ficción. En Bradbury y cualquier otro. No soy un enamorado de este género, me gusta más el fantástico, la novela gótica o el terror cósmico, pero la ciencia ficción plantea las cuestiones más profundas -utilizo una palabra que no me gusta porque está desvirtuada- e inherentes al hombre. Yo creo que 1984 es ciencia ficción, por ejemplo. Y es de mis novelas preferidas. Nos pone un mundo a merced de la tecnología y del neolenguaje, con una pantalla vigilante. Y es bestialmente humanista. Va al meollo de la deshumanización. Y por eso es duro.

 
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