lunes, 27 de abril de 2009

Tres domingos seguidos y una entrada de desamor desesperada


Los domingos son punzadas que se clavan en el costillar del hombre sencillo-complicado, honesto, un poco vago y tranquilo que se llama a sí mismo, y así lo hacen los demás, Mameluco. Son lentos y asfixiantes. Alguien dijo una vez que la humanidad era aburrida y triste, como un domingo de agosto. ¡Órale! que dio en la diana. Mameluco miró el cielo flamenco que tantas veces ha narrado. No es un cielo surcado por rosas flamencos, ni es el estrellado cielo embrujado de la Andalucía de postal que nos quieren vender. Sus sielos, como los llama él, son flamencos porque le rememoran a los grandes maestros flamencos, de Flandes. Nubes azules y grises sobre fondo azul oscuro. Los cielos flamencos. Miró pues el cielo y se preguntó que nos depararía la semana. La respuesta entre a, b y c de sus tests de conducir, no estaba. Esta semana hay tres domingos. Un sábado convertido en festivo por San Marcos, el de los charcos. Un domingo sensu stricto, un domingo fetén, un domingo día del Señor 100%. Y un lunes transformado en día festivo por las autoridades competentes, por eso de saltar los festivos que caigan en festivo a día normal, para que la carambola cósmica de tener tres domingos seguidos se pueda dar. Mameluco, hombre de escasos recursos, que en un gargajo se ahoga, siente la opresión, la presión, la presunción, la atribulada sensación de estar en una gran tela de araña que cuanto más se agita más domingos vienen a su encuentro.

Muchos echan en cara lo de los domingos al Mameluco, también llamado Miguel por sus conocidos, que los domingos son buenos. Él no puede negar esa afirmación, aunque lo hace porque así lo siente. Que los domingos son días melancólicos. Pero hubo un tiempo en que los domingos de Mameluco no fueron así. A los hombres necios y bobos, que es en definitiva el subgrupo humano de los Mamelucos de toda la vida, el amor puede convertir lo negro en blanco y los domingos en buenos. Domingos rojos en su memoria atiborrada de datos sin interés, que no consiguen eliminar el residual anhelo de los domingos enamorado. Él lo ha intentado minar con dinamita cerebral, con química de los doctores y con el tiempo cicatrizante. Pero los rescoldos en el fondo de su cabeza recuerda que hubo una vez, hace tiempo, en el que los domingos, aunque a priori nunca le gustaron, fueron diferentes, únicos, irrepetibles. Hoy solo le queda esa memoria y algunos poemas que amarillean con el transcurrir de los años. La memoria siempre cincelando el coloso de los pies de barro, de la las rodillas de lodo y de la cabeza de alcornoque. Encima no existe un Dios al que echar las culpas, no puede maldecir a los dioses Otros, ni a los Primordiales, ni tan siquiera a los Superiores Desconocidos. Porque solo hay vacío entre átomos, persianas que se bajan, coches pasando y el ruido zumbón del ventilador del ordenador. Mameluco piensa. Quizás demasiado. Recuerda. Añora. Siente. Mameluco es humano. A lo mejor demasiado humano. Y el humano es un lobo para el humano. Mameluco se devora por dentro, como Saturno se comió a sus hijos. Y algún día, todo será polvo.

5 comentarios:

PMM dijo...

Precioso el texto como siempre, en cuanto a la forma. En cuanto al fondo, no te devores. Somos demasiado lobos con nostros mismos, y demasiado beneovolentes con el resto. Quizás sea hora de cambiar.

Mameluco dijo...

No quiero devorarme, pero eso no lo decido yo, desafortunadamente.
El hombre suele ser malo con los que les rodean. Yo intento ser bueno con los demás. No por ninguna premisa moral, sino porque me sale natural. Y eso que soy enfadón, pero a mí los enfados más que enfados es que tengo mal genio -heredado sin dudas de mi progenitor-. Aunque he aprendido a controlar eso, no he aprendido evitar carcomerme yo mismo. La hora de cambiar fue hace ya mucho. Y la verdad es que pocas cosas cambian en la mente del hombre, y casi siempre es a peor. Pero bueno, es una opinión de pesimista.
Pero eso es mi normalidad.

Gracias por sus halagos, PMM.
Uno hace lo que puede.

Mobesse dijo...

Vaya, Mameluco, paso tres semanas fuera de bloguilandia y te encuentro igual, quiero decir tu blog. Ha aumentado el número de retóricas, de ingenios; la labía fluye mejor que nunca, pero tú... ¡en Castro del Río! ¡Qué le vamos a hacer! Las cosas son como son y no está en la mano del hombre...etc. Yo, por mi parte voy a hacer un cambio, Miguel. Ea, ya está hecho.
No sé por qué, esos domingos me parecen cosa del pasado. antes eran así. Pero ahora me parece que el mundo entero con sus problemas se nos mete en casa y uno tiene que irse de casa buscando algo parecido a aquelos domingos interminables en que no ocurría nada. Claro, no es lo mismo.
No sé, no sé. ¿Qué más da que te carcomas tú mismo o que te carcoma el tiempo. Yo hace tiempo que tiré la toalla y me dejo hacer. Igual un día me voy a Castro y te doy un fraternal abrazo.

Sarashina dijo...

También en un domingo te puedes convertir en una Queen y cantar "Lazing in the sunday afternoon", pero creo que por lo general los domingos son el peor día de la semana para todo. Comparto tu desesperanza respecto a ellos. Son el fin, aunque hay quien piensa que son el principio, vaya usted a saber.
Y que tú eres bueno con los demás, lo doy por supuesto. Me parece que escribes tan bien como sientes, y que la bondad literaria de tu escritura es tanta que trasparenta precisamente todo lo que eres, incluso ese mal genio que dices tener, y yo te creo, porque tú me convences. Un abrazo

Mameluco dijo...

Queridísimo Mobesse yo también me rendí hace tiempo, pero en algunas cosas no puedo rendirme. Si me rindiera ya no habría más domingos, ni más entradas de Mameluco, ni tan siquiera sudaría, porque estaría muerto. Si hubiese dejado de luchar a estas horas estaría criando malvas en un rincón oscuro del cementerio. Lucho lo justo para vivir. Y no me dejo llevar por la corriente, me aferro a clavos que arden. Sino no sería yo. Sería otro, incluso un otro mejor, pero no yo.
Si, yo en Castro del Río, donde espero estar cuando me llegue mi hora (deseo que todavía dure un poco más el partido) y yo le abriré los brazos si viene un día, y me dice, soy yo Mobesse, venga ese abrazo. Porque yo no soy muy cariñoso, pero si amigo de mis amigos (aunque suene a topicazo y a lugar común). O a lo mejor le sorprendo yo a usted, quien sabe, jejeje...

Mi mal genio es fácil de llevar con la medicación, amiga Clares. Los ansiolíticos son mágicos para esto del mal genio. Para que luego digan que la química no sirve de nada.
Y si, soy bueno, ¿que le vamos a hacer? Se extrañará que me pregunte esto, pero a veces en la vida o comes o te comen, y conmigo se han dado un festín. De bueno, tonto. Pero me da igual. Ya ves tú. Soy egocéntrico por naturaleza y dadiboso idem.
Me alegra que me vea transparente. Yo me miro al espejo y me veo translúcido, o más bien como una canica transparente con cositas dentro... que símiles más tontos me busco, jajajaja.
Gracias por sus palabras.

 
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