Tonterías que se dicen cuando creen que se ha roto algo
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Eso era una canción, es una canción. Era de un anuncio y de una peli. No me pregunten de qué comercial televiso ni de qué film en concreto porque la canción es bien fea como para intentar borrarla del disco duro de uno mismo. Pero la sorpresa está ahí. No me vengan ahora con que una sorpresa es una monja entre rejas porque no me lo trago. Nunca he visto una monja a la sombra. Siempre van en los autobuses. Y muchas veces de dos en dos, como la guardia civil.
La sorpresa es que el calor del que les hablo a menudo, ese calor falso de los trópicos en forma de aire que no se parece nada al fuego de una hoguera, que es calor de verdad, parecía que se había roto. Pero no. Por lo que se ve el cacharro tiene un termostato. que si se pone muy caliente, evita que el cacharro ande. Pero es que como al encenderlo antes ha dado un chispazo como por dentro, me he temido lo peor. No es que le tenga gran cariño material al calefactor en cuestión, pero cumple su función con eficacia. Y es tontería teniendo este, comprar uno nuevo. De hecho creo que ya tiene un arreglo. Aquí en mi pueblo hay un señor que arregla electrodomésticos. A algunos les parecerá raro. Si se estropea se compra otro. Eso es lo que quieren las empresas que fabrican los cacharros, bien es verdad. Y la mayoría de las veces, por desidia les hacemos caso. En los países en vías de desarrollo son más innovadores y se arreglan las cosas con auténtico reciclaje, no como el de aquí, que es como de mentirijillas. O en la misma Cuba, ese paraíso socialista para algunos que se aferran a caducos sueños, se las ingenian como pueden para llevar sus viejos coches americanos de los 50, fabricando piezas de donde sea, porque los últimos coches que llegaron a la isla fueron unos coches soviéticos de los años 70.
La gente utiliza todo, lo usa y lo tira. La gente somos nosotros. No me excluyo, ni les excluyo. Todos lo hacemos. Porque haya un contenedor amarillo cerca de su casa para tranquilizar la conciencia, no deja de ser menos verdad que vivimos en un “utilitarismo” descarado de envasar cosas que después tiramos. No confundir con la verdadera acepción del utilitarismo, esa vieja ideología meditada por el entrañable Bentham y por Mill. Todo es de usar y tirar. Los envases individuales de arroz basmati, unos bocadillos ya empaquetados, las personas… oops! He dicho personas. Las personas somos de usar y tirar. Algunas veces nos reciclan y otras veces nos dejan en un cubo lleno de moscas. Pero todo va bien, todo va bien, todo va bien. Repitan conmigo. Todo vaaa comooo la sedaaaa.
Al final a lo mejor se lo creen. Lo bueno de los pesimistas como yo, es que ante las crisis no nos agobiamos más de lo que estábamos. Si yo siempre he mantenido que había que colgar a los banqueros de sus partes pudendas en un árbol en el desierto de Tabernas, y a los de las multinacionales ídem eadem ídem, y van y demuestran tan empíricamente que no estaba equivocado… ¿me dará el gobierno una medalla? humm … un momento… ellos también lo sabían. En realidad soy un lerdo al creer que era el único que lo sabía. Lo sabíamos todos. ¿O no? Como hubo gente que vivió por encima de sus posibilidades durante tanto tiempo a lo mejor ellos no lo sabían. O eran más lerdos que yo.
Pero que voy a saber yo si no me gusta la economía y mi único patrimonio son unos cómics, unos libros, unos discos, una trompeta y un poco de dinero guardado en una caja de madera. También tengo una caja de acuarelas a medio usar. Y un pen drive de 4 Gb. Varias plumas estilográficas de calidad y a mí mismo. No es mucho. Pero al menos no tengo deudas.
También tengo ansiedad, depresión, depreciación de la propia imagen y trastornos afectivos. (Se traspasan. RAZÓN AQUÍ)
3 comentarios:
Toica la razón. Ni se te ocurra tirarlo. Yo echo de menos los arreglos de todo que se hacían antes. Ahora es mucho más difícil que te arreglen algo, pero si buscas, al final hay gente que lo hace. Los que más me gustan son los zapateros y las costureras, que ahora se llama retoucherie, a la francesa, para que te retouchen lo que quieras.
De momento, no me traspases nada, que no estoy para mucha fiesta, pero cuando me reponga me mandas uno de esos trastornos y a lo mejor te lo arreglo. Es cosa del carburador, porque hay que carburar poco para tener baja autoestima en tu caso. Yo a eso le llamaría falta de realismo, más bien. Un beso, chaval.
Interesante, Clares. Falta de realismo. Ojalá fuera todo solo un producto de mi evidente desapego a la realidad que me circunda o que me incluye, en este caso.
No creo que sea tan sencillo como eso. Repito, ojalá solo fuese eso. Las personas que padecemos de baja autoestima muchas veces es por ser demasiado realistas con nosotros mismos. La realidad puede ser cruel, hiriente. Si uno conoce demasiado bien sus defectos y sus virtudes llega a conclusiones que lo flipas.
No deja de ser un problema. ¿Sabe como se cura? Con egoismo. Así, como suena. El problema es que yo soy egocéntrico -como todos los depresivos-, no egoista, y me cuesta trabajo, pero lo intento, si, señora, Dios sabe que lo intento. Pero no sabe lo vago, cabezón, apático, hartizo y pesado que puedo llegar a ser. Esos días solo me aguanto yo. Me escondo. Hoy ha sido uno de esos. Ustedes solo conocen a Mameluco. Miguel Morales es otra cosa. Mameluco aguanta a Miguel Morales. Es un tamiz. Es una leve esquizofrenia metódica que a veces no me sale del todo bien.
Hacía tiempo que no me acercaba por los blogs. Hoy lo he hecho empezando por éste. ¿Y qué me encuentro? ¡Otra vez con el tole, tole! Bueno, si te entretiene hablar de la autoestima y esas cosas, vale. Pero me da rabia, porque todo eso es un camelo. Yo me curé de golpe. El día que descubrí que me podía poner una buena nota, que sólo me la podía poner yo, que nadie estaba autorizado a contradecirme y que no existía nada objetivo que respaldase las autonotas, no lo dudé; me casqué un diez. Así es que ya sabes que te está comentando una de las personas mejor autovaloradas del planeta.
Dice Clares que echa de menos los arreglos. Pues yo no; a mí ha estado tocando toda la vida ir a llevar los chismes rotos y después ir a recogerlos, más otro viaje extra, cuando aún no estaban. Eso sí, si fuera presidente (de la Audiencia), metería en la cárcel a los fabricantes de artilugios problemáticos. Lo único que merecería la pena llevar a arreglar es a esta masa votante que lo "asume" todo con inconsciencia gallinácea. Aunque había quien, en tiempos de Franco, decía que lo mejor era echar a los españoles al mar y traer gente de otros sitios. Para arreglar el problema de España, creo que era. O sea, que ya entonces había gente partidaria del usar y tirar al mar.
Esto del reciclado y del consumo y la autoestima es lo mismo, Mameluco. Y a mi nadie me va joder la vida con acertijos, ni quinielas, ni elucubraciones, ni comparativismos, ni galimatías éticos. Yo no soy ni mejor ni peor de lo que soy, porque me da pereza, pero si no hay más remedio...
Publicar un comentario