martes, 16 de septiembre de 2008

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Me acuerdo que un día bajaba a clase por Camino de Ronda. Había pasado ya el puente que pasaba sobre las vías del ferrocarril que se dirigen hacía la Chana (bueno, según se mire) y llegué a la Casa Okupa de Granada. Un caricato autogestionador (de los dineros de papá) de estos así con perro y flauta había puesto en una sábana el siguiente slogan: El racismo se cura leyendo. No se si será verdad o no, pero quien lea Mi lucha de Adolf Hitler o los Diarios de Turner, pues como que eso del racismo pues como que es como el fuego a la estopa, que llega el demonio y sopla. La frase que quería poner el muchachito o la muchachita (vamos a entrar en los campos seguros de la corrección política) es el racismo se cura viajando. Que según creo saber lo que se cura viajando es el nacionalismo, pero bueno. Solo quería dejar patente la escasa lógica de esos que se llaman luchadores de la libertad,… de la libertad de las pulgas en los perros.

Viajando yo creo que no se aprende nada de nada, o por lo menos el 90% de las personas. Para empezar, la gente no es curiosa por naturaleza, y si en su casa no aprenden porque lo van a hacer fuera de ella. Si donde cagan a gusto no se cultivan, donde tienen estreñimiento crónico solo están pensando en su querido water, al que tanto anhelan. O también en quitarse la arena de las ingles. Después están los todoterrenos, los que se llaman a si mismo viajeros, que presumen de aprender mucho por ahí. De que todo es muy enriquecedor. Todo muy profundo, todo es cuasikármico. Pero estos se quedan en lo pintoresco. Mientras más exótico mejor. Pero no dejan de encontrarlo todo tan chachi porque lo miran desde el punto de vista occidental, europeo. Yo también lo miro desde ese punto de vista, pero a la inversa. ¡Cuánto trabajan esos pobrecillos, o vaya mierda comen! Y es porque básicamente, no me gusta viajar. Viajar no tiene aliciente para mí. Y miren que soy curioso, pero me conformo con los libros y la tele. Soy una persona teórica. En primer lugar, porque para entender a la gente hay que estar con la gente, y no estar de paso. Y eso cuesta, tiempo, dinero y trabajo. Y yo no tengo ni rentas ni paciencia. Bueno, paciencia, si, pero soy muy malo con los idiomas. En segundo lugar soy un ombliguista. Las costumbres de muchos pueblos me parecen bárbaras. Muchas costumbres nuestras también, ojo, y no estoy hablando ni de los toros ni de echar cabras por los campanarios. Algunas más sutiles. Lo dejo ahí. A buen entendedor poca palabrería basta.

Kant nunca se movió de su ciudad y alrededores y fue un hombre sabio. Y el tío te describía Londres como si hubiese estado allí viviendo. Era un exagerado este Immanuel, pero es que el exceso es un plato de buen gusto para los filósofos y para los idiotas. Yo soy de los segundos.

Y además, la mar de sésil.

11 comentarios:

José Manuel Ubé González dijo...

¡¡Bravísimo!! Me ha encantado su disertación de hoy, Doctor Morales. Y tiemblo ante la propaganda que he dado en mi blog de Miravete de la Sierra (12 habitantes, "el pueblo en el que nunca pasa nada"). Si llegan las masas (para ellos una masa sería un autobús de 50 turistas) pasará algo, vaya que si pasará: Bolsas y latas en el suelo, chicles, gritos humanoides sin sentido, flores chafadas para hacerse una foto en el campo... ¡Que nos les pase nada!

Mameluco dijo...

Que casualidad que le haya comentado precisamente esa entrada esta mañana...
Le van a agobiar a esos paisanos suyos, señor Invisible, me temo, pero menos mal que las modas son pasajeras. Eso si, me parece audaz todo el asunto. ¿De donde habrán sacado las perras?

Anónimo dijo...

No creo que le sirvan de mucho mis halagos pero vive Dios que es la mejor entrada de un blog que he leído en mi vida. ¿Por qué aparte de la novela no escribe usted un libro de ensayos?. Si no tuviera éxito ya sabríamos que este mundo se va al carajo irremediablemente.

Conozco gente de Erasmus que se han tirao un año en Amsterdam o donde sea viviendo de papi y sin salir de la puta residencia, todo el día alcoholizados, y cuando hablan de su experiencia el libro de Marco Polo parece el "Diez minutos". Y qué razón llevas en lo de la visión occidental cuando se va a un lugar exótico.

Ya advertían de todo esto Confucio, Lao Tsé e incluso los Beatles en "The inner light":

"The farther one travels,
the less one knows"

("Cuanto más lejos viajas,
menos sabes")

ENHORABUENA con mayúsculas, Mamecroft

Anónimo dijo...

Hhmmm.

Una pregunta técnica, ¿tú crees que se puede escribir algo medianamente bueno si lo ambientas en un país donde no has estado? Es decir, si te lo curras y te documentas bien, y te hinchas a ver fotos y vídeos y a espiar por google earth... ¿crees que puedes ambientar allí una historia sin que sea directamente una bazofia?

Kant lo hizo, sí, pero Kant no era novelista, y además era Kant.

Es que me he metido en ese lío y la frasecita "escribe de lo que conoces" no para de martillearme el cerebelo (que es donde tengo yo la inteligencia, para que no se resfríe en el córtex, y así me va).
Me tiene acojonaíta la posibilidad de acabar haciendo como los guiris que filman en España y acaban mezclando las fallas, los sanfermines y el Rocío en la misma secuencia.

Anónimo dijo...

No es mala idea lo de que escribas ensayo. Se te da realmente bien.

Mameluco dijo...

Rasko. Usted exagera claramente. Esto no es demasiado bueno, y no es lo mejor que he escrito, desde luego. Esa es mi oponión.

Querida Ana,claro que se puede escribir sin moverse uno de su casa. Por supuesto que si. Yo en las novelas no busco realidad, busco cosas que se parezcan a la realidad, pero que no tienen porque serlo-ahí es donde entra el oficio de juntar las letras-. Me da igual el grado de verosimililitud con los modelos que tenga como referencia. Por eso prefiero inventarme las cosas. De hecho, en la novela que he empezado me he inventado un pueblo del hielo (una cultura, una civilización), me lo he sacado de la manga. Y eso que la historia pasa en una ciudad de provincias española, cosa que conozco muy bien.
Escribir de lo que se conoce. Bueno, yo siempre he sido un fantasioso. Yo antes de escribir era dibujante y nunca me he fijado en la realidad, siempre la he deformado a mi gusto. Y por eso tengo gusto por el género fantástico y de horror. Supongo que con la literatura hago igual, deformar. Sé que lo más seguro es que nunca llegue a nada, pero bueno. Pero siempre escribo de cosas que me son familiares, eso si.
Pero para mí es muy familiar el Londres victoriano de Conan Doyle o Chesterton, o el Providence de HPL, o Melisa, el lugar donde Gerald Durrell escogió para fueran secuestrados los burros. Son lugares en las letras, no son lugares reales, por lo tanto, puedo utilizarlos para dar una atmósfera y trucarlos siempre que me convenga, o al menos esa es mi opinión. Pero yo ya sabe que soy un impío heterodoxo...a la vez que un purista para otras cosas.

Y lo de escribir ensayos, puff. Ya escribo el blog todos los días con mis tonterias, ¿no les parece suficiente?, jejeje.

Anónimo dijo...

Es genial la forma en la que describes cualquier cosa, en serio, se te da fenomenal!

A mí con los viajes me ocurre una cosa, me entusiasmo, estoy deseando ir y cuando llega el día de irme me entra una vagancia repentina y me gustaría que por alguna razón tuviera que suspenderlo, aunque finalmente vaya... y después hasta lo pase bien... sí, soy así de rara, pero he aprendido a vivir conmigo misma y mi rareza! jajaja

Besos

PD: y a seguir viajando, aunque sea desde el sofá, que también es una muy buena forma

Anónimo dijo...

le juro por la gloria de mi madre que no exageré ni un ápice, realmente me gustaría tener un libro en papel impreso con sus divagaciones. Y firmado, obviamente.

Soy malo en todo en esta vida salvo en ver lo brillante, no me quite usted mi único merito, sir Mameluco. Seguramente tendrá mejores escritos pero de lo mucho que he leído en su blog nada me admiró tanto como sus sagacidad para desmontar algunas falacias sobre los viajes y los perroflautistas. Y eso que su posesión kafkiana y la reflexión sobre la vejez en el cine español (entre otros) pusieron el listón muy alto.

Mameluco dijo...

A lo mejor, querido Raskolnikoff, no le concedo ningún mérito al no costarme ningún trabajo escribirlo...
La ficción tiene otras cosas, por eso, me siento más orgulloso de hacer algo aparente que me invento.Porque lo de los piesnegros es un obviedad, jajajaja.

Sarashina dijo...

Pues ya ves, querido amigo, Cervantes decía: "Las largas peregrinaciones hacen a los hombres discretos", y quizás lo decía por experiencia, porque anda que no peregrinó el infeliz... Pero a lo mejor se refería a los viajes de antes, a las "largas peregrinaciones" que se emprendían antes de los todoterrenos y los aviones. Yo diría, contigo, que las largas peregrinaciones hacen discretos a los hombres discretos. A los tontos, como dice el Eclesiastés, ni que los machaques en un mortero le sacarías la tontería del cuerpo.

Ana, un apunte. Verne no estuvo jamás en el centro de la tierra ni en China, ni dio la vuelta al mundo. Y hay más así. Todo depende de la idea que uno tenga de la literatura. Hoy en día, cada libro tiene la obligación de ser un documental, pero puede no ser así. Por ejemplo, yo, sin haber estado en la selva amazónica, puedo crear "mi" selva amazónica, y ser más real que si la hubiera pateado de arriba abajo. Ya te digo, eso depende.

Mameluco dijo...

Y aún hay más. Cervantes viajó tanto que estuvo preso hasta en mi pueblo, castro del Río. Inluso hay cervantistas que indican que fue aquí donde empezo a escibir el Quijote. Yo ahí no me meto, jejeje.
Y es verdad, Clarés, nuestro amigo el que suelta tantas palabrotas, Pérez Reverte, dice tantos tecnicismos que es imposible no perderse, por poner un ejemplo. Melville nunca lo haría, jajaja. Y eso que el si estuvo en barcos balleneros.

 
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