viernes, 12 de octubre de 2007


La mañana empezaba bien. Solo dos cartas del banco y una de publicidad de una tienda de colchones. Los bancos solo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena. Mis números eran rojo profundo y las paredes se descascarillaban a mi alrededor. Mientras bajaba a la calle algo me impulso a mirar hacía arriba. En al cielo se arremolinaba una nube. Jamás había visto limbos y cúmulos hacer un sumidero. Ya no podía decir lo mismo. Ahora lo veía con claridad meridiana. Seguí andando, creyendo que era un fenómeno metereológico. Cuando llegué al bar me incliné sobre la barra para coger el periódico y al fin me percate. No había nadie. La gente había desaparecido. Normalmente no me fijo en la gente y por eso no caí en la cuenta. Estaba solo en el bar, un lunes a las 10 de la mañana. Era extraño. No había camareros. No había clientes. Y lo peor de todo, el periódico era de ayer. Ayer era domingo y los domingos no salgo de la cama porque me da mala suerte. Las peores cosas pasan los domingos. La crucifixión de Cristo debió de ser un domingo y no un viernes como nos vienen diciendo. La caída del Imperio Romano, el nacimiento de Goebbels y el nacimiento del trabajo debieron pasar en domingo, concretamente un domingo por la tarde, con todo el tedio y el aburrimiento. Bueno, lo claro era que algo había sucedido. Que no haya nadie no es normal, aunque siempre lo había soñado. Jamás imaginé que yo fuera “El último hombre vivo”. No se si los demás estaban muertos. Yo no vi cadáveres. Entré en la barra y me hice un café. Jamás había hecho café en una cafetera, pero debo ser de los que aprende por imitación como los chimpancés, porque el café me supo a gloria. Me tosté el pan y cogí dos tarrinitas de mantequilla. Pasaron las horas y los días y nada se sabía de los que me rodeaban. Campaba a mis anchas por la ciudad intacta. Parecía el día de una huelga general. A lo mejor tenía que ver con el remolino del cielo. Sería mucha casualidad que los hechos no estuvieran conectados…

4 comentarios:

José Manuel Ubé González dijo...

Sólo en la ciudad, sólo en el mundo... ¡Y tenía que ser Charlton Heston!
Pronto, que vengan los simios y capturen al astronauta fusilero ese.

hornillero dijo...

Has dado con el sueño de Nietzsche, el final del Zaratustra, el principio del superhombre, no religión, no patria, no pais, un punto nuevo para empezar, eso si, para poder conseguirlo y mantener la especie tiene que comenzar la busqueda de la pareja.

Anónimo dijo...

Tiene buena pinta... Aunque la gente por lo general no mole, quedarse solo es siempre una decima peor que estar rodeado de toda la masa.

Anónimo dijo...

Valgame, uno deja de pasar una temporada porque estás de vacaciones blogueras y en cuanto te despistas un poco se te acumulan las lecturas pendientes... ;)

 
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