Entré y me senté. Un funcionario me escrutaba por encima de sus quevedos. Tenía cara de chivo y dientes de ratón.
- Espere –me dijo-.
Yo le hice caso.
Las horas pasaban y nada pasaba. Yo era importante en mi pueblo, aquí, solo un mindundi. Si al menos me hubiese traído el periódico. El tic-tac del reloj. El ruido de mi barriga. La respiración del chupatintas.
Entré y me senté. Aún con más cara de chivo.
- Hemos leído lo que nos envió. No nos gusta. Creo que tendrá que entrar en prisión.
Yo, que lo intuía, no dije nada.
Pulsó un botón y vinieron dos guardias de puntiagudos cascos.
Me pudro en la cárcel.
Quien manda un escrito al Ministerio de Nuevas Palabras corre ese riesgo.
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Escrito originalmente para el V Concurso de Microrrelatos de Arándanos.
4 comentarios:
como dijo Cela, "le regalo una palabra, la acabo de inventar"
la sombra de kafka es taaaan larga...
Si yo votase en el concurso te pasarías las semanas pensando palabras para la próxima edición.
Cuantas p´s hay en esa frase, por dios!
Habia una figura literaria para cuando se empezaba siempre con la misma letra pero no recuerdo cual era, mierda.
David:
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Eso está muy feo, ¡jajaja!
Debería leer el blog más atrás y saber que me poseyó el espíritu de Kafka... y yo no lo quería.
¿Si uno no puede homenajear* donde vamos a parar?
* plagiar, fusilar, robar, saquear...
Anita: es usted tan buena que le pondría un palacio.
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