viernes, 15 de junio de 2007


En la primavera del día ya pasó el invierno de la madrugada, y dará paso, si no es ya, al verano de tórridos desatinos y sudor. Los coches pasan con sus jaleos, y las obras también se oyen en la lejanía. Construyen una nueva biblioteca al lado de mi casa.
La gente pasa por la ventana, que no es ventana, sino puerta a la calle, de mi habitación. El doble acristalamiento hace bien poco durmiendo a ras del suelo. El camión del Dia% me despierta todos los ídem con sus chirridos secos. ¡Échenle aceite, oigan, a ese mecanismo hidráulico! El otoño lo ocupo leyendo, y haciendo cosas insustanciales, como postear por internet y leer. No hago cosas “importantes”, y eso me está pasando ya una factura demasiado alta. Ayer, en el invierno, después de serme sorbido el seso por la lectura, no me podía quedar durmiendo de nuevo. No sé si es que temo, o es que llega lo que temo, o es el propio temor el que me impide dormir bien. Sueño cosas raras. Anteayer me enfurruñé, al filo de la aurora, porque no podía soñar lo que yo quería. ¿Querer es poder? El poder es querer y querer, desear, es la pérdida de poder más absoluto. ¿Podré ser un estoico, anulando deseos? No, soy demasiado racional para anular los deseos. Sin deseos solo sería una maquinaria rota. Ahora también soy máquina estropeada, pero la pila me permite cojear por la vida, como House por los pasillos. La música es ausente en la mañana de la primavera tardía (ahora hablo de estación). Pronto será verano. El verano del recuerdo y de las bicis. Las bicicletas que son recuerdo ya en sí. Recuerdo en forma de cicatrices infantiles repartidas por toda la orografía de nuestra piel. Verano de atardeceres en remojo. De lecturas, siempre lecturas. De paso de cometas y posibilidades de alienígenas en el cerro de los Carneros. O en el de enfrente. Estío de ver gnomos en sus escondrijos. De jugar con coches. Plastilina que ya debe estar podrida, pero que en mi recuerdo es aún sandía. Y la radio, la radio de mi padre, con música clásica, flamenco, noticias y músicas modernas cuando me la apropiaba yo. Ahora está muerta la radio. Ya no suena. En mi cabeza si que dan “El humo de los barcos” como tantas tardes de estudio. Si, a lo mejor lo obvio por no querer tener malos recuerdos, pero el verano es para mi estudio. Radio Clásica y acuíferos, columnas sedimentarias, integrales dobles, minerales y biodiscos que purifican el agua.

Y este año es el año de estudiar oposiciones a la luz de las palmeras y las moreras, pues la luz que entra en la habitación es verde porque se filtra el sol por las hojas de los árboles.

Poderosa fotosíntesis.

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