Ayer por la noche Randolph Carter llegó a la innominada Kadath por tercera o cuarta vez en mi vida. Ahora en la hora de la siesta la luz se filtra por las cortinas verdes y nada puede hacerme ver que no estemos bajo el sol de la campiña. Pero eso es porque estoy en el mundo vigil. Eso se arreglará pronto, cuando me decida a por que libro encauzo mi camino. Leer es un proceso extraño. Existe gente que no lee jamás y otros que cuando no podemos leer, por H o por B, nos sentimos vacíos y yermos como las cuencas de los ojos de la calavera de un perro muerto en una cuneta. Después te ponen excusas muy graciosas sobre porque no leen. Una de ellas es: no tengo tiempo. Comprendo que la falta de tiempo no te permita hojear un libro. Pero siempre es más sencillo decir que no les gusta leer. A todo el mundo no ha de gustarle. Parece que la sociedad moderna obliga a los 3 libros per cápita al año. El que te regalan en Reyes, en tu cumpleaños y en tu santo u otra festividad menos religiosa. Los prebostes de la corrección política dicen que el mundo está así porque la gente no lee. La juventud se droga porque no lee. Y así, suma y sigue. Normalmente el que lo dice suele ser un señor de mediana edad que jamás ha leído en su vida nada aparte del Marca, un libro de Vizcaíno-Casas y el gran clásico de feria del libro, "Memorias" de Albert Speer. Por el extremo opuesto se halla el simpático y absurdo cartel que había en la casa okupada de Granada, en el que los fenómenos costrosos nos decían: “El racismo se cura leyendo”. Yo creía que era viajando, vive Dios, pero hay que ser idiota para escribir semejante patochada. Si lees “Mi lucha” de Adolfo Hitler o “Los diarios de Turner” de Andrew MacDonald (William Luther Pierce), hitos ambos de la supremacía blanca, no creo que veas con muy buenos ojos a otras razas si es que eres blanquito de piel. La lectura está sobrevalorada por las personas que leen muy poco, pues le dan una importancia que a veces no tiene. Y no estoy diciendo que un libro no te pueda cambiar la vida, que si es posible por supuesto, pero poco puede hacer una sociedad lectora contra los mecanismos de la máquina. A mi los libros no me hacen mejor persona ni nada de eso. A mi los libros me hacen disfrutar y me ayudan a vivir mejor. Pero de ahí a los cuasimágicos poderes que les dan por ahí, no. Es más, con los libros puedes aprender muchísimas cosas, hecho indisoluble que te hace ser más infeliz y pusilánime. Porque te das cuenta de cómo es el mundo de los hombres en realidad, dan ganas de bajarse del planeta en la próxima estación.
20241121
Hace 2 días
3 comentarios:
Hace un tiempo hacía reflexiones similares en mi blog, señor Mameluko. Yo también soy una lectora empedernida, y también busco en los libros el mero placer, mucho más interesante que el "aprender" a ver el mundo. Y fíjese, que siempre he querido leer el libro escrito por Adolfito...
Por cierto, sus recomendaciones musicales son impecables. Desde hace días no me puedo quitar ese sonido de la cabeza. Muchísimas gracias ^^.
Pues yo creo que hay libros que entretienen y otros con los que se aprende mucho... ahora me estoy leyendo cantidad de ensayos para un examen y son muy interesantes. No porque tengas que leertelo y "aprender" sino porque ves otras maneras de pensar y te puedes quedar con lo que te convenza.
Eso sí, los mezclo con relatillos para amenizar la jugada (los ultimos: "si me necesitas, llamame". Recomendadíiiisimo)
PD: Menuda investigacion con lo de capa, acabo de aprobar un comentario tuyo que el blog habia considerado spam por tener direcciones url, oops
Yo no niego que de los libros se aprenda, sólo digo que busco el placer por el placer cuando me acerco a ellos (novelas o ensayos por igual, lo que no me gustan son los relatos cortos). Pero sí reconozco que, como lectora empedernida, mucha gente achaca mi mucha o poca cultura a los libros que leo, sin pararse a mirar si son de Kafka (al que personalmente odio) o de Corín Tellado (de quien no tengo el gusto). La lectura es ahora la panacea universal, nos cura de todo mal.
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