viernes, 20 de abril de 2007


Vivir la vida desde la poltrona.

Yo no quiero ser trasgresor. Bueno, solo algunas veces.

Sé que no soy el típico agitador. Solo un idiota más. No creo en las revoluciones sociales. Ya no hay cabida para memeces de esa índole. No estoy siendo reaccionario. Solo realista. No sé por que demonios me han salido las primeras frases como si fuesen un telegrama. Será por que se me acumulan los conceptos.

Yo trasgredo la norma de la modernidad, de la moda, de la chuminada del 15. No es porque sea más listo ni más capaz, es una cuestión de bienestar mental. No estoy a gusto casi nunca. Y para conseguir alguna paz todo tiene que ser perfecto en mi cabeza. Ninguna preocupación, ningún problema. Los problemas no tienen solución, pues si tienen solución solo llegan a contratiempo. La liberación es fugaz en la mayoría de las veces. Siempre hay una mosca detrás de la oreja. Una mosca pegajosa y engorrosa que no deja quieto el lóbulo. Nunca disfrutaré de las emociones lo suficiente y esa es la condena que me toco en el reparto de putadas. Ustedes me pueden decir que estoy siendo derrotista. Si, lo soy, y no puedo evitarlo ¿no es una pena? La capacidad de diversión para las personas altamente quisquillosas en los detalles –nunca en lo principal- es deficiente, en el mejor de los casos. Y los gustos, oigan, me convierten en impopular y rancio (eso si lo soy). Ejemplos como arenas en las playas.

No me gusta viajar. La gente se espanta cuando oye eso. A todo nos tiene que gustar viajar, parece ser. Yo soy sésil, cual pólipo coralino.

No me gusta el baile. Es más, lo odio. Eso me convierte en un soso. Con mucho gusto.

No me gustan las ONG. Mi conciencia no se apacigua por un plato de lentejas. Además, mienten en el nombre.

No me gustan las músicas guais. Esas tan modernitas y sobre todo, “guapas”. Buen rollismo. Mala enfermedad te entre Manu Chao. Ni el cine guai -que chulo, es una película vietnamita-.

No me gustan las manifestaciones, vengan de donde vengan, pues con los años me he hecho individualista extremo.

No me gusta el petardeo.

No me gusta el “nuevo hombre”. No digo ya metrosexualidad, término efímero y cargante.

No me gustan los best-seller, ni con prurito de calidad. Un libro de esos si es bueno, dentro de 20 años, si no me he muerto, lo seguirá siendo.

Aunque yo lo parezca (y lo sea a veces –casi siempre de un modo impostado y exagerado, más propio del humor y/o la cerrazón, que de la chulería-) odio a los pedantes.

Odio la espiritualidad y la idea de transcendencia. Tanto, que puedo enfadarme con el mundo cuando pienso en esas cosas antes de dormir.

Y sobre todas las cosas odio la gente que no comprende el humor.

Ya se habrán dado cuenta de que soy un egocéntrico total, pero ¿que individualista no lo es? Asi es que ¡¡¡no puedo disfrutar de nada!!!

8 comentarios:

Loredana Braghetto dijo...

y disfrutas de un polvo?

Anónimo dijo...

Puedes disfrutar de ver a los pedantes/petardos/guays en su máximo apogeo y tener alguien igual que tú al lado y criticarles. Eso es muy sano y divertido.

De todos modos, creo que no hay que ser tan radical...o al menos intentar no hacerse demasiada sangre, porque detras de algunos guays/bestselleros/antimamelucos puede esconderse gente maja.

Estoy contigo en muchas de las cosas que has dicho aunquen sobre todo en la de la gente sin sentido del humor. Esa es una maxima.

José Manuel Ubé González dijo...

Sin duda hoy has desayunado egos revueltos. El humor es lo que distingue a una persona inteligente de la que no lo es. Si el sentido común escasea, casi se puede dudar de la existencia del sentido del humor. En cierto sentido.

Prismatico dijo...

todo blog es individualista en un mar de egocentricos en busca de ser algo en las masas y no hhablo del maiz, bueno tu post!! bueno el green blog, esta guay ah pero a ti no te gusta eso jojojo, en fin salu2 !!!

Arwen_mge dijo...

La verdad es que odio todo lo que has dicho, y mil cosas más. No me puedo sentir más identificada. Yo tampoco encajo en ningún sitio.

Anónimo dijo...

Mira, qué asco de día llevo. Estoy cabreada con el mundo y todo me parece banal (fútil, como dirían los escritores guays). He buscado este post y me he sentido igual (excepto en lo de bailar, aunque lo hago sola en mi casa porque no me gusta salir a bailar excepto una vez al año en ocasiones especiales tipo fin de examenes y cosas asi).

Me ha apaciguado tu post.

Sarashina dijo...

Ahora me doy cuenta de que coincidimos en un montón de cosas. En casi todo, en lo de bailar no, que a mí me gusta, aunque lo haga fatal. Viajar también me gusta, pero con justificación, y eso es muy amplio. Las manifestaciones no me gustan, claro que no, ojalá no hubiera ninguna, pero si hay una con cuya convocatoria esté de acuerdo o me diga el corazón que sí, pues voy. Podría estar coleccionando sellos, pero para inutilidad, elijo esa.

Mameluco dijo...

No es lo mismo.
Coleccionar algo no es algo inútil para el que colecciona. Es un hobby como otro cualquiera. Yo ya no colecciono nada, yo ya he pasado a ser acumulador, que es diferente.
Pero como decía, no es lo mismo.
El afán de la próxima pieza, el nerviosismo de poseerla y admirarla, es algo que va más allá de algo material. Se lo digo porque yo he coleccionado cosas que no valen dos pesetas.
Algo que motiva.
Si eso es lo que siente cuando va a una manifestación por mi perfecto. Yo echo de menos sentir eso por una colección, porque ya desafortunadamente no lo siento. Pero cuando se siente es maravilloso. En parte lo siento cuando veo mis tebeos juntos.

Mameluco
ex numismático aficionado
ex coleccionista de minerales
acumulador de tebeos
acumulador de porquerías en los cajones

 
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