Está lloviendo.La luz es más triste que de costumbre y tras las cortinas venecianas, veo la calle, los coches y a nadie que pasa. Si, es una contradicción. Si no pasa nadie no lo puedo ver. No sé si será igual que lo del árbol que se cae en el bosque y si no hay nadie no hace ruido. Eso es tontería típica de romántico. Es como decir que el Big Bang no ocurrió porque nadie lo vio. O si se cierra los ojos la gravedad no existe porque no la vemos. El orden natural de los proceso sigue su curso aunque nadie se fije. En mi nadie se fija. Cuando mis picos de máxima ansiedad rayan lo insufrible, nadie me ve porque me escondo. Como las fuerzas que unen el Universo, mi ansiedad existe. A poca gente le importa, eso si. Y que a mi me gusta hacerme la víctima más que a un tonto un lápiz también es verdad. Son cosas que pasa, aunque no las vean.
Llueve aún un poco; esto me recuerda una poesía, que como es cortita se la pongo a continuación:
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
va cantando la lección:
"mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón ".
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Antonio Machado
2 comentarios:
Aunque la estación no es la adecuada, sí que parece la canción de Serrat:
Llueve, detrás de los cristales llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos, llueve.
Pintaron de gris el cielo
y el suelo se fue abrigando con hojas,
se fue vistiendo de otoño.
La tarde que se adormece
parece
un Niño que el viento mece
con su balada de otoño.
Una balada en otoño,
un canto triste de melancolía
que nace al morir el día.
Una balada en otoño,
a veces como un murmullo
y a veces como un lamento
y a veces viento.
Llueve,
detrás de los cristales llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos,
llueve.
Te podría contar
que esta quemandose mi ultimo leño en el hogar.
Que soy muy pobre hoy.
Que por una sonrisa doy
todo lo que soy
porque estoy solo y tengo miedo,
si tu fueras capaz
de ver los ojos tristes de una lámpara
y hablar
con esa porcelana que descubrí ayer
y que por un momento se ha vuelto mujer.
Entonces,
olvidando mi mañana y tu pasado,
volverías a mi lado.
Se va la tarde y me deja
la queja que mañana será vieja
de una balada de otoño.
Es la misma que aparece en La lengua de las mariposas...
Es preciosa.
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