miércoles, 29 de diciembre de 2010

El producto típico


Hoy en la siesta soñé con un viaje y un secuestro, con un largo viaje a pie por la falda de nevadas moles donde recordaba haberlos pasado muy mal. Era un viaje en autobús. Después había gente que se bajaba, yo y mi familia entre ellos. Más tarde secuestraron el autobús. Estábamos en un pueblo, hecho de piedra, parecía una diminuta miniatura de una villa renacentista, una maqueta grisácea, por donde me anduve las calles buscando algo típico que comprar, no sé por qué, y me parece que era arrope, o miel oscura. Busque por un montón de sitios, era ya muy tarde. Había quioscos abiertos por todos sitios, encendidos y abandonados. Entré en un sitio suntuoso, hecho de mármol verde y granito rojo… lo que parecía un palacio era un cybercafé ¡donde unas señoras ancianas se arreglaban el pelo a la vez que miraban cosas en monitores Apple! Un simpático italiano (era así, no voy a mentir porque era un sueño) me dijo que en realidad era un sitio para su clientela, que lo que él tenía era un restaurante, donde desafortunadamente no vendían el arrope o el vino dulce o lo que fuera que contuviera la botella que tenía en mente. Salí del lujoso y enorme restaurante webcafé en busca de alguna tienda de recuerdo abierta. De repente me encontré un Corte Inglés, bueno, era más parecido a un Hipercor, pero ponía EL Corte Inglés. Sopesé entrar, pero me dije que las cosas típicas no se pueden comprar en una gran superficie. Solo compre pan, aún no se por qué.
El hotel donde nos alojábamos era cuadrado, al gusto de los 70, reminiscencias sin duda de los viajes que hice con mis padres por el norte de España hace ya alguna que otra década. Por dentro era grande, aunque creo que lo mezclo con algo relacionado con el secuestro. No sé como, pero conseguí la botellita de algo típico (arrope, miel oscura, vino dulce). Al día siguiente, andábamos por el camino que rodeaba la montaña que había visto desde el autobús. Era un camino de tierra, pero surcado por extraños puentes de hierro y metal, y cuanto más subíamos con el deshielo se formaban charcos, ríos y lagunas que teníamos que atravesar. Era una sensación rara, porque aunque metiera las piernas hasta las rodillas no sentía ni la humedad ni el frío al que lógicamente tenían que estar abocadas las aguas. En las acumulaciones acuosas nadaban pequeño peces de brillantes colores, verdes, amarillos, y unas extrañas almejas blancas, con apéndices como de cefalópodo de color rojo intenso. Se movía con los tentáculos aferrándose a las piedras y las vi cazando peces. Llegamos a lo que era una auténtica piscina en el camino. Unos peces bulbosos y transparentes, que parecían que tenían un lacasiti¡o rosa en su invisible estómago, del tamaño de un boquerón proliferaban por cientos. Se asemejaban a renacuajos, pero cogí uno –eran especialmente torpes- y no. Eran peces como de acuario. Henchidos y con ojos transparentes con pupila negra. Continuamos subiendo. La montaña que veía, que me era conocida por otros sueños, me daban ganas de llorar. Creo que había soñado que iba de excursión allí con la carrera y lo había pasado mal. El terreno fue convirtiéndose en el típico de la región mediterránea, polvoriento y espinoso. En mi mochila Nike, verde y marrón clarito –hace mil años que no la utilizo- llevaba el pan agua y el producto típico, que cuando íbamos a llegar a la cima se me calló y se derramó un poco en unas polvo arcilloso, creando gotas redondas y densas.

Al fin llegamos… ocurrió algo en esa ciudad, cuyo hotel era clónico al anterior. Unos rehenes fueron liberados de nuestro autobús. La gente miraba con expectación. Conocía a muchos de los que salían. Pero no parecían afectados… Estaban como el que ha ido a un parque temático y ha disfrutado pasando sustos de mentira en la Casa del Terror.
Entonces me desperté con el sonido de las persianas del Día.

7 comentarios:

Diego Luis Urbano Mármol dijo...

jj Los italianos por lo que dicen las mujeres, son todos simpáticos.
jjj
Te has acostado artico de sardinas y de pepsicola y te has estado meando todo el sueño, no encontrabas donde hacerlo.
"Aunque sea en un bote, decía".
Despues la sal de las sardinas a la plancha te ha producido una sed terrible.jjj

la gata chundarata dijo...

Todo eso ha soñado en la siesta???
cuantos animalitos fantásticos oiga, me encantan.

me ha hecho usted buscar arrope en la wikipedia, que lo sepa!

Mameluco dijo...

Eso lo dirán las mujeres...

Pues no, Hermano, me acoste habiendo comido poco, me bebí una Coca Cola, y meado.
Pero estos sueños no fueron desagradables.

Por cierto, no me gustan las sardinas. Yo soy carnívoro de tierra.

Mameluco dijo...

Gata, siesta de dos horas y no me acuerdo de la mitad... claro, luego no descanso...

El arrope tampoco es que sea una cosa muy vista por aquí, por lo menos por mí.

Mobesse dijo...

Venga, dinos qué te has tomado. Yo también quiero viajar. Lo malo es que yo voy a distinguir las clases de rocas, ni si son cefelópodos o simples "busanos". Tampoco estoy seguro de poder recordar un sueño tan abundante y con tantos pormenores.

Mobesse dijo...

En mi Albacete natal, pasaba un manchego vestido con un blusón negro gritando "Arrooooopeeeeee calabazaaaaaaaaaateeeeee.

Mameluco dijo...

No he tomado nada, Mobesse... o sea, nada nuevo. Mi medicación de siempre.
Yo recuerdo muy bien mis sueños, y más si los escribo.
A Castilla del Pino le gustaban mis delirios oníricos.

Aquí en Castro venía de la Mancha el un señor a vender quesos una vez o dos al año. Y todo el mundo lo recuerda por el blusón, también. Como utilizo camisas anchas me dicen aún " te pareces al tío del queso".

Yo el arrope lo probé por primera vez en su tierra de acogida...

 
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