martes, 12 de octubre de 2010

Las dos casas. Capítulo V. Las tareas y las horas de Cipriano, ebanista.

Capítulo V. Las tareas y las horas de Cipriano, ebanista.

Cipriano tallaba un cajón de una mesilla de noche. Había buscado en un libro antiguo el motivo musical de un sacabuches y un tambor. Como era para don Frasquito, el director de la Banda de Música, le pareció muy apropiado el diseño, un poco barroco, pero suavizado por las manos del artesano. Cipriano en estos momentos de trabajo, sentado y dándole a la gubia era una persona feliz. En realidad era feliz todo el tiempo, pues en otros tiempos había sido infeliz todo el tiempo. En la inclusa las monjas lo trataban como si de un animal salvaje se tratase, por el hecho de ser más oscuro que los demás desgraciados, que ya eran bien oscuros por la mugre acumulada. Hay quien dice recordar como llegó Cipriano al pueblo. Él mismo no lo recuerda. Alquiló la habitación-taller al señor del estanco y poco más se sabe. Contaban que el banco de carpintero, las gubias, los martillos y las limas las encontró ya en la habitación y por eso le dio por ser ebanista y después luthier. Conociéndolo parece ser una historia bastante verídica, pues se puede dudar que le enseñaran algo donde pasó su terrible infancia. Era un hombre extremadamente ordenado y limpio, y barría después de cada jornada el virutaje y las tablillas sobrantes, que guardaba en una pequeña habitación en el patio para cuando llegase el invierno calentar el chubaski. Aunque apenan hablaban, como se ha comentado con anterioridad, en esa casa llena de silencio humano, trataba a la señora Amparo como si fuese una tía, o una madre postiza, como en las novelas de la radio. Algunos días, rompiendo el no escrito pacto silencioso, jugaba al ajedrez con el dinamitero teórico, y se contaban algunas cosas no por curiosidad, sino por la subyugadora tarea de relatar historias, y si como no tenían nada que reprocharse el uno al otro se contaban su vida en leves píldoras dialécticas, entre un gambito y un jaque al rey.

Fin del Capítulo V.

Continuará

4 comentarios:

Diego Luis Urbano Mármol dijo...

Mamelón otra vez me has hecho ir al dicionario.
¿Que coño es gambito? Y toma del frasco Carrasco.
Un jugador como yo, de ajedrez de jueves por las noches de invierno, no se merece esto.
Pues toma Mamon: Gambito Halloween: 1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Cc3 Cf6 4.Cxe5?! Cxe5 5.d4.

Mameluco dijo...

¿Qué hacéis en cá David los jueves por la noche, Diego?
Yo apenas si sé mover en ajedrez y solo tengo asimilados algunos términos como enroque, gambito, jaque y poco más que me suenan.

Yo soy más de póker descubierto.

Sarashina dijo...

Con lo que a mí me gustaría ahora poder decir lo que es gambito, que sé que es cosa del ajedrez, pero nada más. Una preciosa oportunidad de ser pedante que he perdido. Menos mal. Lo que sí me fastidia es no haber tenido tiempo antes y casi no tenerlo ahora para seguir y saber de qué va esta historia que, por lo que veo, va ya comenzada. Bueno, trataré de ponerme al día. El personaje me parece interesante, me ha pillado, ya ves.
A la espera de continuación, ésta que lo es: tu amiga Fuensanta.

Mameluco dijo...

El tiempo es oro, querida Fuensanta. Y como es oro es mejor no derrocharlo así como así, jejeje.
Yo lo que creo es que tendrás muchos boliches. Tómatelo con calma, aunque me parece a mí que los boliches te encantan, jajaja...

Boliches, son asuntos que pasan en un charnaque.
Jajajaja.
¿Hablo raro?

 
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