martes, 14 de septiembre de 2010

EEEEEL FINAAAAAAL DEL VERANOOO


Vegeto por la red en una habitación donde he pasado muchos años, pero que ahora se me hace extraña. ¿Dónde está el ventilador del techo? ¿Dónde mi lámpara de lava? ¿Dónde están mis amigas, las arañas?

He vuelto después de dos meses viviendo en el campo a la civilización, a la calle concurrida, al tráfico mortal de carga y descarga. El final del verano. Ustedes dirán que no, que el verano acaba en el equinoccio, pero esta ruptura geográfica, de apenas un par de kilómetros es un mundo. El final del verano. Como el Duo Dinámico repetían en el último episodio de Verano Azul, cuando Chanquete estaba muerto y enterrado, y cada mochuelo volvía a su olivo. Verano Azul, verano intenso, habría que decir, porque a los chavales les pasó de todo en un mes en Nerja. El final de MI verano.

El reposo de la siesta leyendo libros a porrillo, para después de dormir, darme un chapuzón en la piscina y ver ponerse el sol. Mi sobrina Eva siempre que me veía liado en mi toalla (similar en dimensiones al toldo de una plaza de toros), pensando y mirando los colores del crepúsculo por encima de los setos, me preguntaba ¿Por qué estás solo? ¿Estás triste? Mi cara era la de un hombre serio, pero no estoy triste en ese momento donde el día se escapa por el oeste. Todo lo contrario, veo los colores variables según las nubes. Yo le respondo que suelo estar triste, pero que ahora no, que solo pienso. Bueno, ya sabemos que quien piensa pierde, pero las disyuntivas mentales van por coordenadas totalmente impersonales, que versan sobre el movimiento de los astros, los árboles o el comportamiento de los gatos que pasean por el césped, pues se trata de su reino.

Ha sido un verano anómalo, que empezó mal, pero que ha proseguido tranquilo, con mis altibajos habituales, y sobre todo largo y caluroso. He leído mucho, casi no he visto pelis. He dormido lo más grande y he soñado sueños y pesadillas preciosas. Todos los días tenía examen o tenía que volver al instituto, a mi edad… imagínense.

Y ya de nuevo en el pueblo, que empieza la Feria. Puff. Y la semana siguiente a Madrid, de vacaciones, jejeje…

Vacaciones… como si hubiese hecho algo de provecho en estos dos meses (bueno, si he hecho, pero me lo guardo para mí, jejeje).

Buenas noches, impresora láser, buenas noches internet por cable, buenas noches, cama más pequeña, buenas noches rutina.

Mañana, o sea hoy, será otro día.

4 comentarios:

Ster dijo...

que bajones nos dan a los melancólicos tristes fluoxetineros los cambios de estación y el otoño..

afortunadamente para mi, me duran poco

un abrazo a usted y a su sobrina que debe ser una monada

PMM dijo...

Mameluco, l final del verano, es siempre melancólico pero es lo que hay. Espero poder recuperar mi ritmo de visitas pronto, pero mientras no me lo tenga usted en cuenta. Biquiños.

Mameluco dijo...

To como todo el año estoy de cambios diarios, percibo la llegada de las estaciones por el entorno, Ster, pero también porque me gustan unas y no soporto otras.
Otoño es ideal... a ver si viene.

Para mi es una mierda por dejar de vivir en el campo. A mi el verano como estación me parece malísima. Sol y calor. Yo soy un vampiro, Pilar, jejeje...

No le tengo en cuenta el ritmo de visitas a nadie... la gente no comenta, pero las estadísticas dicen que entran. No me creo las estadísticas ni los contadores, jajaja...

Mobesse dijo...

Precioso el relato; muy tierno. Quiero decir muy, muy humano. Es muy fácil acercarse a este personaje, comprenderlo, identificarse con él. He creído ver a tu sobrina a tu lado, he visto la cara que ha puesto cuando le has respondido.
Bueno, por eso sigo viniendo siempre que puedo a este rincón. Cuando me gusta menos (cosa rara), pienso que eres un tío cojonudo; y ya está.

 
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