sábado, 18 de septiembre de 2010

Buscando un regalo original


Hoy fui a comprar una revolución bolchevique al Ikea. Me dijeron que no era de esta temporada. Aproveché para comprar galletas de chocolate, que están muy buenas las del Ikea. Después fui a El Corte Inglés, y en la sección de perfumes pedí una colonia que oliese a billetes de 500 euros. Tampoco había. Esas cosas no le gustan a la gente, espetó la dependienta mirándome con cara de entre asco y terror. ¡¿Cómo?! dije… ¿a la gente no le gusta el dinero? El mundo se me vino encima. En mi furor consumista fui a un Kebab y pedí que me vendiesen un AK-47. Me echaron gritando que tenía prejuicios contra los musulmanes. No somos violentos. No somos violentos. Yo intentaba explicar que tenía prejuicios contra todos los adultos que tienen un amigo imaginario, pero no me dejaron. Como en la comida moruna no conseguí nada, me dirigí a un Burguer King. Un Whopper con doble de pepinillo y una cabeza nuclear. Los dependientes, llenos de grasa y acné, me dieron un Whopper, refrescos y patatas, pero una vez consultado con los jefes me explicaron que allí solo servían comida basura, quiero decir rápida, y no se dedicaban al armamento. Me comí la hamburguesa en un parque. Un mendigo me pidió patatas. Le di la burger, pero las patatas ni pensarlo. Ya estaba cansado de ir de aquí para acá sin conseguir nada de mi lista. Era para un regalo, pero nada oye. Ni siquiera cuando fui a una tienda Channel me quisieron alquilar una modelo anoréxica para hacer ambiente a la fiesta a la que estaba invitado.

Únicamente me quedaba una opción. Me dirigí al Banco de Santander más próximo, me fije en un cajero pequeño, calvito, con gafas. Pregunte a una amable señorita con pinta de estar contratada por su cuerpo voluptuoso y su largo y sedoso cabello caoba, más que por su carrera de Económicas, su Máster en N.Y.C. de finanzas en países emergentes o el dominio de 4 lenguas, si podía hablar con el director de un negocio. El señor director resultó ser un amigo de papá, Celestino Delgado y le pregunté si con un buen aval del viejo me vendería el alma del cajero canijo. ¿De López? Lo siento, no va a poder ser. Me sentía de nuevo contrariado. Es que el alma de López ya no es del banco, ¿sabes, hijo? Se lo vendimos en un paquete de hipotecas subprime al Banco Nacional de Zanzíbar. Es que me había encaprichado con ella. ¿No te sirve la de Minglanilla? El obeso director apunto con su gordo y anillado dedo a un tipo alto, desgarbado, con un peinado ridículo y cejijunto. ¡Ese es incluso mejor, Don Celestino! Firme aquí, y el alma de Minglanilla será suya para siempre. Saqué mi Montblanc y firme. ¿Por favor, sería tan amable de hacer un título y envolvérmelo para regalo? Faltaría más. la señorita Begoña se ocupara de todo. Le pedí su número de teléfono. Me dijo que tenía novio, pero me dio su correo electrónico de todas formas.

Cuando llegué a la fiesta sorpresa de Tono mi regalo fue el más celebrado. El alma de un señor… jejeje. ¡El alma de la fiesta! decían todos riendo como imbéciles. Si es que, definitivamente, el capitalismo funciona.

13 comentarios:

la gata chundarata dijo...

Me ha encantao! Tiene un aire a los cuentos urbanos de Millás... muy ad hoc en los tiempos que corren...

miau

Mameluco dijo...

Mire que solo leo a Millás en los periódicos. Pero lo he escuchado mucho por la radio. Ahora que lo dice es posible... agradezco su sugerencia de semejanza, claro.
Si, está hecho para hoy y ahora, desde luego.

la gata chundarata dijo...

pues Millás tiene unos cuentos breves que estan muy bien. Yo los usaba en mis clases de español para extranjeros hace años.


http://www.losobjetosnosllaman.com/

Mameluco dijo...

No suelo leer autores vivos, Gata Chundarata, jejeje... y tengo una regla absurda respecto a los blog. No quiero meterme blog masivos con cientos de comentarios. Quiero que si comento, me contesten, como hago yo con ustedes. Pero bueno, aquí somos cuatro gatos, y nunca mejor dicho, jejeje.

Diego Luis Urbano Mármol dijo...

Tú te juntas con unas gentes más raras.

Mameluco dijo...

Bueno, Diego Luis aclarar que esto es un relato o cuento. Yo nunca he estado en un Ikea (aunque me gusten sus galletas más que los Bollitos del Día el Señor).
No sé si me junto con gente rara... Pedro Granaos, Manolín el Chinche, Diego Cruz, Manolo el Chivo, el Pena... todo gente de bien, jajaja...

Mobesse dijo...

El capitalismo funciona según pa' que. Y el Millás, según pa' quien.

Mameluco dijo...

El capitalismo no sirve pa ná.
Y el Millás a quién le guste le servirá ¿no, Mobesse?

A mi no me disgusta (solo lo leía en el anterior períodico del régimen, o sea, EL PAIS, cuando leía periódicos). Y en la radio es muy entretenido, la verdad.

Eso si. Un libro suyo no me voy a leer habiendo tanto muerto, jajajaja...

Ana Chévere dijo...

Muy divertido :-) ¡Casi tanto como una visita al Ikea! Es que a mí me encanta visitar salones imaginarios, pero tengo pocas ocasiones porque a mi pareja, en cambio, le marea (literalmente).

Ana Chévere dijo...

Sobre Millás: tiene relatos muy buenos, algunos fabulosos, pero no leas una de sus novelas, ni siquiera cuando se muera. Yo, al menos, no las recomiendo, la novela se le da mal.

Mameluco dijo...

Y no conoce usted a los más raros, que no son de aquí.
Si yo le contara.

arati dijo...

Por culpa de Tonapou aterrizo aquí.
Uy, uy, que me parece que me gusta y me voy a quedar...

Mameluco dijo...

Pues bienvenida sea usted.
Ya le debo algo más a la Tona...

:)

 
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