jueves, 26 de febrero de 2009

A veces pienso que no es tan solo un sueño más


Cuando Randolph Carter cumplió los treinta años, perdió la llave de la puerta de los sueños. Anteriormente había compaginado la insulsez de la vida cotidiana con excursiones nocturnas a extrañas y antiguas ciudades situadas más allá del espacio, y a hermosas e increíbles regiones de unas tierras a las que se llega cruzando mares etéreos. Pero al alcanzar la edad madura sintió que iba perdiendo poco a poco esta capacidad de evasión, hasta que finalmente le desapareció por completo.

La llave de plata

del Ciclo de aventuras oníricas de Randolph Carter

de H.P. Lovecraft


Anoche

soñé que

en un estudio de radio

mataron a

mucha gente

y había que volver a utilizarlos.

Los pasillos

sangre seca sobre

las baldosas blancas.

Miedo.







Rodaban películas

pero los muertos no salían

ni los que aún no habían nacido

y lo que tenía que ser verde

estaba seco, amarillo

desmenuzado.

Había una habitación de tránsito…

todos en fila

pasábamos

yo era de los vivos.

Todo estaba frío menos el estudio.







Esta tarde también viajé

por lo onírico

como un Randolph Carter

amateur.

Yo estaba en un libro,

que ya había leído.

Nevaba

los niños pasaban frío

hambre

aunque algunos eran ricos

e iban con trineos

y abriguitos con pieles en el cuello.

Mi amigo era un niño,

Marco, el que busca a su mamá.

Esta vez sus padres vivían con él

eran jóvenes, simpáticos, amables

conmigo.

Estábamos en un bar y yo recordé

preguntándome:

¿Cómo pueden estar tan contentos

si van a morir esta tarde?

Claro, ellos no lo sabían

pues no habían leído el libro

como yo.

Me fui de allí

a un supermercado.

Solo compré leche y pan de molde.

Lloraba como no había llorado nunca.

Lloré por los padres de Marco

por todos los padres muertos

en mitad de la nieve

con una bolsa del Mercadona

llena de pan y leche.

Los niños estaban con sus trineos.

Empezó a nevar de nuevo.


Martes, 16 de agosto de 2005

Más poesía mameluca en Doglife

2 comentarios:

Sarashina dijo...

No son sueños cualquiera, no. Son sueños inquietantes. Me preocupan mucho los sueños, sobre todo cuando se pierden cada noche y no puedes recuperarlos. ¿Con qué tendrá relación? También me gustaría saberlo, por si es algo que tiene arreglo. Lo cierto es que sueño poco, en realidad recuerdo poco lo que sueño, porque tengo la sensación de que mis noches están muy pobladas. ¿Es de verdad preocupante?
Por otra parte, convertir los sueños en esos poemas me parece una idea magnífica. Son así mucho más inquietantes y temerosos. Dos veces sueña el que su sueño cuenta, dice Isabel Escudero que decían las viejas de los pueblos cuando había viejas y cuando había pueblos. Gracias por tus sueños que no son un sueño más.

Mameluco dijo...

Yo durante algún tiempo apuntaba mis sueños en forma de poema de este tipo. Ya no, y se olvidan. Yo sueño mucho, y me afectan bastante a mi vida diaria. Pero cuando no sueño me falta algo. Por eso el comienzo de ese relato de Lovecraft lo repito tanto. Y por eso Randolph Carter es uno de mis personajes preferidos en la literatura. Por que era un soñador experimentado.
Yo, un par de veces en mi vida he controlado lo que sueño, me he despertado, he apuntado, me he dormido y he seguido por donde iba. Me ha pasado un par de veces, como digo, pero la sensación en fabulosa. Ya no duermo con una libreta al lado de la cama. esos tiempos pasaron.
Y querida Fuensanta, hay viejas y hay pueblos.
La de historias que he oído yo de los viejos.
Supongo que mi tio Antonio estará leyendo esto -porque es asiduo-,y las historias que contaba su madre, Isabel Centella, sobre los que atracaban cortijos, sobre cementerios y esas cosas, eran para escribir un libro. Y claro, no solo era lo que contaba, sino como lo contaba. Que te entraba un repelús...
Las de mi abuelo Juan ya eran para echar de comer aparte, porque si los andaluces tenemos fama de exageraos es por algo, jejeje.

 
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