Todos los bienes del mundo
La vida es, supongo, una carrera de fondo. Todos somos pues, corredores. Me desagrada la idea. Los deportes y yo no nos hemos llevado bien nunca. El mero hecho de pensar en él me pone nervioso. Pero tomémoslo como metáfora. Había una película inglesa que se llamaba “La soledad del corredor de fondo” y es por eso que me viene al pelo. Yo soy una persona más o menos solitaria. Ser solitario no significa que no estés con gente. Pero el defecto de los que pensamos en exceso nos hace, si no estamos en una animada conversación, pensar en otras cosas. La vida es además una carrera campo a través, con baches, obstáculos, piedras en el camino y zancadillas que te van poniendo las circunstancias. Muchas veces esa soledad hace que tú mismo te pongas las trabas de las que hablo. En fin, que bebiendo Acuarius no se va el marrón. La mayoría de las personas recurre a métodos, a trucos, para pasar esos escollos. Ignorarlos está bien. Te dejas las espinillas, pero haces como que no te duele. Otros flotan sobre ellos en una alfombra mágica llamada confianza unas veces y ser un cabrón otras. No es lo mismo, que conste en acta. La confianza es un arma que no tiene por que dejar cadáveres de congéneres en el camino.
Los inadaptados, los poco aptos, aparte de pensar demasiado en los obstáculos, nos marcamos unas metas que algunas veces no coinciden con la senda que hemos elegido para caminar. Si, es de tontos. Nadie dijo que fuéramos genios. La no consecución de una metas llevan al fracaso y a la frustración. Muchas veces, lo peor es que sentimos estás dos cosas sin haber elegido una meta en concreto. Yo en particular he tenido una meta tantos años en mi cabeza, que cuando la conseguí no sentí nada, solo vacío. Un poco de alivio, alegría al principio, pero luego nada. No sentir nada. La eterna nada. Vaya cosa más aburrida. Se asume el rol de perdedor. Les contaré algo. De pequeño y no tan pequeño, los sábados por la tarde eran momentos melancólicos para mí. Me subía a la azotea y miraba el horizonte de cerros y olivos. Me preguntaba que sería de mí en el futuro. Sabía que algo no andaba bien por aquí arriba. Me temía que acabaría mal. Bien no estoy, pero tampoco es como yo me imaginaba. Ser abstemio me habrá ayudado, supongo. Si me hubiese gustado la bebida, hubiese ahogado mis penas en el alcohol, como todo hijo de vecino, pero hasta para eso era, soy, raro. Me ha gustado siempre ser consciente de mi sufrimiento. Cuando era insoportable me echaba en la cama y dormía, rendido por el dolor. Hoy aún me cuesta dormir. Creo que asocio dormir con estar así. Eran los sueños más reparadores que nunca he tenido. Te levantabas levitando. Las pastillas habían hecho su efecto durante el sueño y ahora ya estabas listo para un nuevo obstáculo, para una nueva mala racha, ya no tenías vergüenza de salir a la calle.
Ya no siento esas cosas. Solo alguna ansiedad, algún bache pasajero. Pero sigo estando frustrado porque no soy como debería ser. No para nadie, sino para mí mismo. No soy ambicioso. Solo quiero hacer algo de lo que sentirme orgulloso, pero eso tan ansiado no llega nunca. Lo que me hará ser famoso no llega. Recuerden la fama a la que me refiero. La fama de Jorge Manrique, esa fama de Juan del Enzina, todos los bienes del mundo pasan presto y su memoria / salvo la fama y la gloria. Si, soy un ingenuo. Aún peor, un pesimista ingenuo. Los hay que no tenemos remedio.
9 comentarios:
Sin duda me identifico sobremanera con su frase: "Pero sigo estando frustrado porque no soy como debería ser. No para nadie, sino para mí mismo." Me acaba de hacer un retrato (y no con un tres y un cuatro) con 17 palabras.
Pero, de verda, Mameluco, ¿tú crees que alguien es como debería ser? Ser humano es equivalente a estar frustrado, a no ser como se debería ser, porque la vida, además de una carrera, que a veces es eso, es un devenir continuo, un proceso de tratar siempre de ser lo que deberíamos ser. Y no hay más. Estamos en continua construcción. El que no esté así está muerto, definitivamente muerto. Sólo esa continua construcción nos mantiene vivos y atentos. Mecagüentó, Mameluco, ¿tú qué sabes? A Cervantes, es un poner, la fama de Jorge Manrique le llegó con sesenta años y él se lo olió, pero no se enteró. Tienes aún veintiocho años por delante. ¿Te parece poco?
Señor Ubé (hoy le llamaré por su nombre) Creo que ese frase, que no estaba premeditada ayer en mi cabeza, pero si muchas veces pensada, aúna a mucha gente bajo la capa de esa terrible palabra que es frustración.
La fama a la que me refiero Clares, a la de Jorge Manrique, a la de Juan del Enzina, se da cuando uno muere. En vida no la queremos para nada. Siempre la ponga para enfrentarla a la fama terrenal de esos famosillos de los tabloides. Y en realidad es una forma de hablar. Hablo de la frustración que se esconde detrás de todos los cuadros de depresión de personas medianamente inteligentes. De hacer cosas importantes para uno mismo, pero por unas cosas u otras no se hacen.
Yo comprendo, el primero, que la vida es continua construcción. Pero es que alguno empezamos por el tejado.
Pero hay barreras. Esos obstáculos de los que hablo. Y eso si lo sé. Muchos vienen de fabrica, de la fabrica de los que es la vida aquí, y otros vienen de nacimiento. Y otros nos lo vamos inventando como excusas por ser demasiado débiles o estar demasiado asustados para hacer frente a las cosas...
No sé si se me ha entendido.
Pues yo sí que te he entendido. Y los demás también (y anda que no jode). Todos venimos con defectos de fábrica. Además, el mismo defecto de fábrica es una invención. Respecto a lograr y conseguir y elegir caminos... menudo berenjenal. Hay quien se mete en él y se tira toda la vida dentro sin enterarse de lo bueno. Salvo cuando les arrea una leucemia y se da cuenta de lo que vale y lo que no vale.
Que tu subieras a la azotea y empezaras a pensar en qué sería de ti más allá de aquellos cerros y olivos, es un don que no se le concede a todos. Recordarlo. Escribir.
Lo que escribes sobre la vida comparándola con un camino y tal (que no eres el primero), me gusta. No sé qué le echas, que me gusta, me parece fresco, original. Me gustaría escribir con esa sinceridad (y, si es fingida, más todavía). Aunque, ahora que lo pienso, a lo mejor, no le daría la menor importancia y además, sería un pedazo de pesimista, solitario, pero ¡sin disfrutar de serlo!
Nada, que no tiene arreglo. Que no tiene "usted" arreglo.
Lo del camino está muy trillado, ya lo sé, pero uno es manrequista (de Manrique) y un pelín machadiano.
Mi sinceridad no es fingida, como le he explicado otras veces, Mobesse, es por así decirlo "encilopédica de mi mísmo", o sea, pasada a limpio y con la cabeza fría. Sin estar borracho, con mi locura controlada y sin ser un niño. Es duro. Pero prefiero la verdad a engañarme. Esa es la pretensión. Después ya se sabe...
Yo no tengo arreglo, como usted bien dice. No disfruto por ser pesimista. Aún siendo pesimista, a veces, hay ocasiones que uno disfruta. No es lo mismo. Pero en resumidas cuentas, al final, es igual.
hola miguelin!!!
el viernes es un buen dia para chusnear o todavia no sabes quein soy!!!
jejeje
El viernes es un día estupendo para churnear. Pero estoy más que harto de sardinas, Petrusia.
He leido un comentario tuyo en elmundano sobre la S.Santa..Murcia y los murcianos..fuerte.Tu tuviste una nocia yo unnovio que no le dejaban salir conmigo porque trabanaba en la radio..Claro, eran otros tiempos es verdad.. el clasismo y el machismoeran imperantes...¿Yahora_
Yo he leído el comentario ahora mismo Señor Anónimo y no era tan fuerte, si es al que se refiere de la Las Costumbres Españolas 3: Semana Santa. Si se refiere a la Murcia actual el blog roll está lleno de murcian@s que le indicarán una idea totalmente contraria a la de esa Murcia provinciana. Pero me temo que aún existe.
No entraré aquí en razones personales de exs pero no fueron esas.
Puse antes otra contestación. No pillé el espíritu de su pregunta.
Y siempre estoy con la escopeta cargada (dialécticamente hablando) si me vienen del Mundado (discrepancias del pasado).
Si la ha leído lo siento. Si no es así, también lo siento, por no entenderlo.
Lo que si pido siempre es que lo de anónimo no me lo pongan. Invéntense algo. Que anónimo puede ser cualquiera.
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