martes, 14 de octubre de 2008

Nervios


Yo solo digo una cosa. Menos mal que no me gusta jugar a las cartas o en la ruleta, o apostar en las carreras. Siempre fui un tipo pacífico. Un sillón orejero y un libro encuadernado en piel sobre las manos son bastante emoción para mí. Pero no voy a seguir por aquí que si no van a creer que mi ideal de vida es la portada de un disco de Richard Cleiderman. Y no, yo no quiero difuminos. Pero lo que digo es que como Don Quijote quiso convertirse en el pastor Quijotiz en un bucólico locus amoenus, yo siempre me veo en un club Diógenes particular, ajeno a todo ruido y emociones fuertes. Lectura, contemplación de la calle y la lluvia, de los líquenes en las piedras y en los hierros retorcidos de una ventana forjada. Me gusta la luz natural de la tarde de los días lluviosos. Tienes que hacer un pequeño esfuerzo para leer, pero el silencio, o los sones de un pasado remoto pueden hacer que el momento sea sublime.

Si, pero… ¿a quien pretendo engañar? Todo lo dicho anteriormente me gustaría, y me gusta, porque soy una persona sosegada, que puede esperar en un coche durante una hora a que mi madre termine de comprar, pero –otro pero-… hay cosas que me ponen nervioso y me llaman.

La televisión. Soy un teleadicto desde muy pequeño. Soy de pueblo, ya lo saben. Pero mientras los otros niños gamberreaban por las calles, mi cerebro aún blandito, era irradiado por las catódicas ondas que emitía un ELBE de color rojo, que fue sustituido después por un Phillips K-40 (en el año 82 para ver los Mundiales). Y si me engancho a algo tengo ganas de más, porque soy ansioso por naturaleza… Bueno, somos ansiosos, porque esta tarde nos hemos visto los seis capítulos finales de “Perdidos” y claro, como es de continuará…, nos hemos quedado con las ganas de más. Y miren que a esta serie no le pillaba yo el punto… pero en nada que he enhebrado, 16 capítulos (los dos últimos de la 3ª y toda la 4ª) que hemos visto en una semana María, Manolín y yo…

En los juegos soy igual. En el mundo normal no soy nada competitivo. En unas oposiciones, por ejemplo, que te juegas el pan, y hay gente que te asesina con la mirada, yo no veo rivales, sino gente tan puteada como yo. Pero después están los juegos. Hay juegos en los que me da igual perder, porque sé que nunca los dominaré, como por ejemplo el ajedrez o el parchis (debe ser que no comprendo los procesos mentales hindúes). Pero al Trivial o al póker… eso es diferente… Y si es al ping pong... Hace mucho que no juego, pero es que me pongo atómico si me gana un rival más débil. Si es más fuerte, lo admito. Soy más malo, pero si es más malo que yo y me gana por mis nervios… grrr.

Verán, las últimas veces (hace ya algunos años) que fui a jugar al ping pong, fue con Fran, mi compañero de piso de casi toda la vida. Aunque ustedes me vean como un gordinflas les aseguro que le pego bien a la pelotica. Pues el Fran utilizaba la guerra psicológica y el desgaste para hundirme en la miseria. Era una sala súper grande, y me tiraba la bola muy lejos cuando fallaba, para que tuviese que agacharme y levantarme, agacharme y levantarme, me pegaba voces en los puntos decisivos y me ponía caras raras. Claro. El primer juego siempre lo ganaba yo. Si ese día estaba yo centrado, el segundo también. Pero el tercero siempre él. Cuando halló la táctica siempre me ganaba el segundo y el tercero.

Pues el domingo por la nocheconocí un juego no apto para cardíacos y menos para mí, el maldito Jenga. Nunca había jugado a los palitroques esos, y claro, entre mi pulso como para robar panderetas y el nerviosismo que se crea para que no se te caiga la maligna Torre Norte. ¡Qué nervios! ¡Que intriga! ¡Que de todo! Ni que decir tiene que me enganché ayer por la noche enseguida en El Enchufe. Menos mal que tengo monos rápidos, y si no tengo el juego, ni con quien jugar, no me apetecerá más sacar las fichas de la estructura loca esa, ni pasar tantos nervios. Y el Chirro, hombre curtido en mil batallas nos decía, “como se nota que no estáis acostumbrados al stress”. Ojalá no me tenga que acostumbrar nunca, Jose.

6 comentarios:

Sarashina dijo...

Huy, qué gusto ser así. No te acostumbres nunca, amigo. Que todo tu agobio sea el de un juego. Sigue esperando tranquilamente a tu madre mientras compra, sigue mirando la tele con esa tranquilidad, que los nervios que da son de otra clase. Tu relato del sosiego es precioso. Ojalá yo fuera así. Soy una hiperactiva casi atacada. No paro, y no veo series porque no soporto estar sentada tanto tiempo. Sólo a veces consigo, como por un milagro, tener esa maravillosa calma que describes. Un abrazo.

Mameluco dijo...

Yo no podría ser hiperactivo, porque ser hiperactivo y vago a la vez, como que sería una esquizofrenia muy mala de llevar.
"Ca" uno es "ca" uno que dicen los sabios, Clares...

Yo soy ansioso, nervioso, porque la procesión va por dentro. Pero si no pienso en nada concreto, tranqui, colega, la sociedad es la culpable, que decían los Siniestro Total.

Cuantos refranes que digo hoy, recopetín, parezco las Vainica.

Anónimo dijo...

ya te dije que la serie era muy buena... y tiene un inframundo en internet que no veas.
Si quieres te la dejo entera y te terminará de enganchar.
Yo era de los que gamberreaban por la calle (excepto cuando jugabamos a los playmobil), y ya me ves, el stress es para mi lo que la madera a un carpintero, el pan nuestro de cada día, por eso no juego al Jenga, no tengo paciencia...jejeje
pero te reto a una partidilla cuando te vea por el enchufe.

Mameluco dijo...

Prefiero no saber demasiado de la serie...
Lo gracioso es que me vi la temporada pasada y como la veía sin relacionar nada no me enteraba. Pero en nada que he enhebrado...

El Jenga ese me dejo taquicárdico perdío.

A los clicks si que jugábamos horas y horas. Y a dibujar. Parece que fue ayer.

Ana Boyero dijo...

A mí el Jenga siempre me pareció una chorrada, aunque nunca he jugado. Lost no me llama la atención, pero es que yo no veo series a no ser que las pongan por la tele, no me gusta el ordenador para estas cosas.

De todos modos, mola que sigas jugando a cosas. La parida del jenga o el parchís o el pinpón, mientras te lo pases bien :D

Besos de putón :*

Mameluco dijo...

De hecho al Jenga ese nunca había jugado nunca hasta el domingo. Al ping pong llevo sin jugar siglos, pero tengo que controlar una personalidad fuertemente adictiva...lo que hecho de menos son partidas de poker del pasado con ciertos amigos, pero no se puede viajar en el tiempo.
Y lo de las series por internet )o comprando los dividis) es impertativo, Ana porque o no las dan en abierto o no las dan simplemente. ¿Donde iba a ver yo La Víbora Negra o Yo, Claudio?
Eso si. Yo las veo en el dvd y en la tele. Nada de monitores de ordenador.

Echaba de menos esos besos...
:)

 
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