viernes, 23 de mayo de 2008


Muchas veces pienso que el ancho mundo es un gran ring. Heráclito Vs. Parmínedes. Si, sé lo que están pensando. Que lo simplifico todo. Si, es cierto. El principio de la parsimonia me ayuda en momentos de dificultad. El todo fluye contra la inmutabilidad. La inmutabilidad es inverosímil en mí, lo sé, darwinista convencido, de vocación progresista y de oficio quisquilloso, pero bien lo dijo Giuseppe Tomasi di Lampedusa en “Il Gatopardo”, «Algo debe cambiar para que todo siga igual». Y si nos paramos a pensar el todo fluye heracliano, el nunca nos bañamos dos veces en el mismo río hace que las cosas no sean estables, siendo un dislate todo. Pero de Heráclito de Éfeso es también el concepto del eterno retorno… que no dista tanto entonces de la inmutabilidad. Si todo es cíclico entonces si nos bañamos cada cierto tiempo en el mismo río. Claro, ahora sabemos que es así. Los ciclos naturales así nos lo muestran. Pero, obviamente, son tan lentos que para nosotros nunca será el mismo agua, el mismo carbono, el mismo nitrógeno. Es bonito lo que le voy a contar. A lo mejor ya lo saben. Los diamantes están hechos de carbono puro que a base de grandes presiones se convierten en las piedras preciosas que todos conocemos. A mi personalmente no me gustan mucho, pero eso es lo mismo. Pues bien. Se ha comprobado que algunos diamantes tienen carbono orgánico en su estructura. O sea. Un bicho murió. Sus restos fueron al mar, a formar parte del sedimento abisal, siendo este subducido en una zona de subducción tipo andino, por ponerles un ejemplo. Entró en la capa más fluida que hay debajo de nosotros, la astenosfera, y esos átomos de carbono orgánico formaron en el interior de la tierra diamantes, de esos que lucen las señoras ricas cuando van a la ópera. O sea un ciclo puede tomar derroteros bastante estrafalarios.

El agua también es un buen ejemplo. Hay aguas jóvenes y viejas. La vida media de un agua en la corriente de un río en de 45 días. Llueve y va al río y llega al mar en ese tiempo. Es una cosa estadística, claro. No es lo mismo el Nilo, que el Segura. Pero en un acuífero, la cosa cambia. Cuando bebemos agua de un manantial, lo que denominamos agua mineral, podemos estar bebiendo aguas de 200 años sin problema alguno. Imagínense. 200 años en el seno de la tierra, ocupando poros, entre rocas. Y es la mejor agua que podemos beber, se lo aseguro, si es que el acuífero no está contaminado.

Por eso, no sé si todo fluye o todo es inmutable. Yo creo que es que todo fluye de manera inmutable, siguiendo las leyes naturales, con la inmutable zancadilla a traición del humano. Pero eso ya da para otro post.

Ya he desvariado bastante por hoy. Parece que he dicho mucho, pero si se dan cuenta no he dicho nada.

3 comentarios:

Ana Boyero dijo...

Me ha recordado ala explicación de la cadena simpática de ADN de Jurassic Park.

Mola lo de la media de 45 dias en río.

Anónimo dijo...

Creo que lo del agua impresiona más que lo de los diamantes...

Mameluco dijo...

Yo es que cuando sea viejecillo, Ana Arándanos seré como sir Richard Attenborough, jejejeje... ains...

Querida Ana Chévere lo de los diamantes nos impresiona a los geólogos más, creo, porque conocemos los mecanismos esos y decimos, ayvá, ¡que guay!
Lo de agua lo vemos más obvio. Tomar aguas fósiles es lo normal. Los grandes acuíferos llegan a tener aguas miles de años en su seno. Y es todo como un gran filtro. Sale agua buenísima. Filtrada de bacterias, porquerías y sabores raruzcos.

Un beso grande para las dos Anas...

 
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