Corto y pego de mi mismo, de mi antiguo blog The involution to the inner fug air.
lunes, enero 16, 2006
Estulticia para grandes y pequeños
Sharon agoniza entre cuidados extremos. Cerca, en las calles, los niños palestinos mueren por cualquier causa. Es la verdad y también pura demagogia. Nos miramos unos a otros buscando las risas. Ni rastro. El mundo está patas arriba. Sería, como dirían algunos viejos cenutrios, el acabose. En realidad es el continuose del empezose (Mafalda dixit). En el cielo las estrellas brillan desordenadamente. La atmósfera, el aire que respiramos, distorsiona la realidad. Nitrógeno, oxígeno, hidrógeno, anhídrido carbónico, gases nobles, que nos hinchan los pulmones. Odres sucios por la contaminación que nos da el fuelle necesario para vivir y levantarnos por la mañana. Cuando llega el día en que el corazón se para y las sinapsis se cortan, en un fin de partida, nos pudriremos sin remedio. Sharon, los niños, los banqueros y los que esto leéis. Yo también. Los gusanos se darán un buen festín con mi carne. Soy un niño tan gordísimo… Eso le dijo una vieja a mi madre, conmigo delante. ¿Quién es ese niño tan gordísimo? Era yo. Era el idiota que hoy escribe y leéis. Pronto se pudrirá. Su menta ya ha empezado por libre. Se corrompe y tiene pensamientos extraños. Preguntas maliciosas. Desconfianza crónica. Aburrimiento eterno y ganas de leer libros, ver películas y vivir la vida. Parece que está vetada la diversión. A lo mejor el Dios del que reniega existe y ya condena de antemano. Por si las moscas. Ataques preventivos contra el alma de los débiles. Seguro que es tu estilo, Dios. Naces en un pesebre lleno de mierda de mulo y le das tu reino a pedófilos con tiaras de diamantes y bancos. Y jodes al mundo. Estoy delirando. Echo la culpa a uno que no existe de problemas que me invento. Tirad los dados al azar y saldrán los ojos de serpiente.
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Ilustración: Bufón y Unicornio por Rinat Baibekov
1 comentario:
Si es que no me fijo y así voy, dándome topetazos por las paredes.
De las que pide ya no quedan. Las del almacén las tenemos reservadas para el malvado Carabel.
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