El calor ya ha llegado y con él, el sueño. No sé si es porque hago asociación de ideas o que, pero cuando llega esta fecha tengo que releer “Las aventuras oníricas de Randolph Carter” de H.P. Lovecraft. Siempre me ha pasado lo mismo. La vuelta a las lecturas. Ya sean lejanas o presentes. Del pueblo de Kalanero en la isla de Melisa hasta Dar es Salaam, pasando por las ciudades de ónice y las balaustradas de diorita buscado la ciudad más allá del sol naciente. El eterno regreso a la infancia. Eso será. El calor despierta en mí la somnolencia y las ganas de otros mundos. Soñar es básicamente vivir otra vida. Ojalá yo pudiera buscar la llave plateada de los sueños y sumergirme en los barcos negros.
O en aquellos olivos del atardecer. En mi pueblo hay olivos y atardeceres, pero ningunos tan sugerentes como aquellos olivos y ese atardecer, testigos del secuestro de los burros, con luciérnagas rutilantes, y olor a mar Mediterráneo y color de verde ciprés. No quisiera entrar en guerra, pero me acuerdo del novel Dahl esperando a montarse en su caza destartalado y quisiera verlo ahora. Y vivir épocas pasadas y realidades ominosas.
El calor es lectura, tedio y sudor. Es sueño. Dormirme mientras escribo esto deseando ya comer, no por hambre, sino por ser la antesala de la siesta.
2 comentarios:
Visite Leuret. Cuando sale el mar es precioso. Le recomiendo leer en el atardecer, refresca más. Vigile la lista de sus autores no vaya a ser que los hermanos polacos se los cambien por Pemán y Dionisio Ridruejo.
Roald dahl, uno de mis primeros mitos!
El superzorro me lo lei en una tarde, matilda me dio muchísimo miedo aunque peor fueron la brujas!
Qué recuerdos :)
No te preocupes por lo del microrrelato, la verdad es que me da rabia que no tuviera 600 chars. porque molaba y ganaba muchísimo con la segunda lectura, cuando ya sabías el final y podías ver el doble sentido de las cosas. Un beso
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