lunes, 7 de mayo de 2007


La luz entra por el cristal de la ventana, translúcido por el polvo de años y los elementos. Lunes por la mañana y la paz que se respira solo es interrumpida por el sonido de la impresora, algún coche que pasa y algún turbio pensamiento fugaz, aunque lo bueno de escribir es que copa el cien por cien del administrador de tareas de mi cerebro. La cosa he de ser intermitente, pues debo estar pendiente de las cosas. Por eso me gusta hacer menús, que me permiten escribir. Lo que pasa que diseñándolos y revisando las faltas me entra un hambre canina. Dátiles con bacon, gambitas al ajillo, mariscadas, parrilladas con guarnición, surtidos ibéricos. En las estampitas de comunión solo come el comulgante. Eso si, engulle a Dios sin masticarlos. Y Dios se le queda pegado en el paladar. Y como Dios es tan grande hay que ir en ayunas, para que Dios no se mezcle con las barritas de pescado del Capitán Pescanova o el Danonino. Se imaginan que un niño cualquiera diga: “Mamá, Jesús me provoca ardores de estómago”. ¿Que tipo de Alka Seltzer o que cantidad de Eno debería engullir?. Protector gástrico contra Él. No se Benedicto XVI, el papa listo, que opinará. Infierno hay, así que puedo pudrirme en él, a lo mejor, por mis blasfemias. Aunque si Dios existiese se reiría. Sería un pantocrátor en el centro de las galaxias, mirando impertérrito su creación. La especie de los 42 cromosomas le salió fallida, pero divertida. Le dio un planeta precioso, si, uno de sus ojitos derechos. Azul, blanco, marrón, verde, amarillo. El hombre se mostró desde un principio levemente rebelde. Comió la manzana. Es curioso constatar que la tradición judaica, en contraposición a las religiones animistas, nos otorga un lugar de mierda en el mundo. Vivimos en las afueras del paraíso. Debió ser porque Israel es un desierto, claro. Las tribus del Amazonas se ponían como preferidos de los dioses y se llamaban así mismo “hombres”, lo mejor desde la olla rápida, en contraposición de los vecinos que eran unos cutres, unos bandarras y unos idiotas. La tradición judeocristiana tan hondamente arraigada en nosotros hace que nos deprimamos mucho, creo yo. Ese sentimiento de culpa perpetuo. Y todo por no ser obedientes con un pantocrátor que esta a millones de años luz y a eones de todo entendimiento humano.

Yo sigo mirando por la ventana. Veo la farola de hierro, dos ventanas y los cables, para mí más reales en la mañana de mayo, que todos los Dioses del Universo.

4 comentarios:

Loredana Braghetto dijo...

hay que probar con el budismo y no es broma.

dele una oportunidad y de ahí me cuenta.


un besote para usted,.

José Manuel Ubé González dijo...

Quizás también esté Vd. en el extremo de un paraíso...

Anónimo dijo...

Mira que post mas majo ta quedao. Yo tambien creo que si existiera Dios, ten dría sentido del humor. Muchos de lso males de esta sociedad es que la gente se toma demasiado en serio a si misma. Igual que el hombre cursi.

Anónimo dijo...

No me digas eso, Mameluco. Tu blog es de lo primero que miro en internet (primero va gmail y dadanoias).

No puedes dejar de escribir, poruqe lo haces bien y porque no puedes dejar a los muertos olvidados. que pasa con el señor jilipollas?

Ademas, escribir anima. Y no te preocupes si no te gustan los relatos que han participado. La palabra es muy chunga y eso se nota.

 
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