Me miró con ojos de besugo pasado de fecha. Su tez era tan insalubre que parecía mantequilla al sol en descomposición.
Me tenían atado en una silla de camping. Su crucifijo brillaba en destellos plateados, pero su sudor deslumbraba más que mil cruces de metal. Los ojos no dejaban de tener el aspecto acuático ni cuando me quemaba la mejilla con un cigarrillo. Sus secuaces torturaban con desgana, hartos de tanta violencia, o porque querían irse a la playa en el día de julio, ¿quien sabe?
Él me preguntaba por amigos, por actividades ilegales, por conspiraciones solo existentes en su estercolero mental. Yo apenas conocía a nadie en la ciudad, y aún así, seguía conmigo, dándole el matarile lento que parecía gustarle.
Cuando se dio cuenta que no podía sacarme ninguna confesión, pues nada sabía, me empezó a sermonear de la cosa divina. Pasaba de una cosa a otra, diciendo obviedades, pues yo creo que sabía que me molestaban muchísimo.
“Sabes – me dijo- deberías desear al prójimo lo mismo que para ti mismo.”
Entonces le contesté:
“Se lo deseo, padrecito, se lo deseo… deseo que todos se pudran en el infierno”
Entonces detoné la nitroglicerina que llevaba escondida en mi culo.
6 comentarios:
plas,plas,plas...
Buena prosa... nitroglicerinica.
Por lo que veo, su culo manipula material altamente explosivo con gran delicadeza y habilidad. ¿Nitroglicerina? ¿Usa la nitroglicerina porque entran mejor en ese escondite cual supositorio glicinoso? ¿No ha probado con un cartucho de dinamita del 9?
Revolucionario le veo, señor Mameluco.
Jajaja, me ha encantado y estoy con el hombre invisible respecto a la habilidad y delicadeza al manipular nitroglicerina.
PD: estuve de puente aburridisimo
Jajaja!!
Me encanta la metafora del tremendo cuesco al final...
Porque... es una metafora, eso de la nitroglicerina, no??
esto es casi ETA con el Mossad, jajaja.
buenísimo!
Actualiza viejuno...
Lia
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