martes, 20 de marzo de 2007


Hoy era el día que necesitaba a Franz. Solo ha aparecido tenuemente a lo largo de la mañana. Ustedes no lo saben, pero Mameluco hoy despertó siendo el gigante de siempre. Desayunando se dio cuenta que no cabía en el sillón del comedor. Se alegró enormemente mientras veía “Saber Vivir”. Torreiglesias reñía a una espectadora porque era muy lenta preguntando su enfermedad. Pobre señora, llamar a la tele para eso. Mameluco creyó que el escritor checo se había ido para siempre. Cuando caminaba hacía la oficina a media mañana, Franz hizo un atisbo de aparecer. Escuchaba en el mp3 “Spiel mit mir” de los Rammstein atravesando la Calle Alta y algo dentro de su cerebro empezó a manifestarse. Los vellos del brazo se erizaban como convulsionados por una caos lovecraftiano. El aire le falta a medida que avanzaba por la calle. En un principio, lo achacó a una obra que levantaba polvareda. Oyó una voz que le dijo: -haz que pare-. Así lo hizo y de repente una voz chirriante y ampulosa lo advirtió de que Kafka no se había ido, sino que se alojaba en sus neuronas. La fina sensibilidad judía del escritor no soportaba eses erres bávaras del cantante del grupo alemán. La vida como oficinista empezó y Franz Kafka no volvió a aparecer hasta la tarde, cuando se preguntaba que hacía un escritor checo como él, buscando espárragos en la campiña cordobesa. M., que ya controlaba la situación se dijo para sí mismo que se callase. Y es que comprendió que como Philip K. Dick estuvo alojando los espíritus de Daniel, Elías y Juan el Bautista, Mameluco tenía dentro a Fran Kafka, que sabía tan poco como él, que diantres hacía allí.


Fin del Capítulo 3

4 comentarios:

José Manuel Ubé González dijo...

Creo que su trabajo como agrimensor en el castillo ha dejado mucho que desear, señor Mameluco.

;-)

Loredana Braghetto dijo...

qué me gusta tu blog!

Lia Mota dijo...

¿Por qué no te pareces a Isabel Gemio?
A veces cuando me voy a trabajar me pregunto porque no seremos todos un poco más como ella...

Anónimo dijo...

Pobre Franz, haz que se acostumbre a la "erre" palatal de Till Lindemann, que pueda conocer así lo que es buena música hoy en día ^^.

 
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