Capacidad de observación
La capacidad de observación es algo que gracias a Dios, tengo por momentos. Ayer, yendo a comprar alguna chuchería que llevar a casa de mi eterno anfitrión para ver House caminaba por la plaza de mi pueblo.
Pero a lo que voy. Los vestigios que aún quedan del pasado son un pollete largo, cortado únicamente por las escaleras que unen los distintos niveles. Ese asiento largo tiene como material para apoyar las posaderas una piedra, que respetando su poco interés en el campo de las rocas ígneas plutónicas y para simplificar, diré que son unos granitos, unos granitos blancos y grises. Tienen su cuarzo, su feldespato y su mica. Pero ayer había llovido. Paseaba como iba contándoles por la plaza y de los granitos parecían salir unas burbujas. Piedra fría, impenetrable y yerma, ¿y ahora con unas pompas? La observación directo del fenómeno me descubrió porque parecía que la piedra, como un hongo protuberante, crecía al tacto de las gotas de lluvia. Decenas y decenas de caracolas se desparramaban por el granito, y con la luz difusa de las farolas, en verdad les digo que parecía que la piedra floreciese. Por las paredes del pollete, blancas de cal como dicta la norma de pueblo andaluz, estos bichitos de cuerpecillo negro y conchas pardas, ascendían hasta la cima granítica, como si fuesen turistas tomando el sol.
Los caracoles siempre me han gustado.
No para comérmelos, porque no me gustan. Pero las caracolas han sido para mí como el reverso tenebroso de la cuestión, quizá por eso sienta esa fascinación por ellas. Y no hablemos ya de las babosas, porque un gasterópodo sin concha (externa) ya me parece el acabose de la evolución. La evolución se complica para volver dar formas simples. No sé si lo sabrán pero la evolución de los gasterópodos es la rotación de su concha(y sus tripas) respecto al cuerpo unos 90 grados. Con eso consiguen tener un pie carnoso con el que andar y cuando la cosa se pone fea un sitio duro donde esconderse.
Pero ya me estoy metiendo yo en berenjenales más de exámenes de Paleontología II que de capacidad de observación.
La cuestión es que observando los pequeños detalles de la naturaleza podemos descubrir la belleza de la forma más tonta, como mis granitos conchíferos (aberración de nomenclatura, jajajaja, para geofrikis).
Y es que cuando llueve, todo es mejor.
* Las fotos son mías, de este verano, que llovió y salieron los caracoles.