sábado, 18 de junio de 2011

Lógica


La diferencia entre la realidad y la ficción es que la ficción tiene algo de lógica. Esta frase es a medias mía. La he retocado. La he escuchado en boca de un ex agente de la Stasi en una peli mainstream con mensaje “dinamitero”. La verdad es que la realidad es una cosa bastante lógica, pero como somos hijos del Renacimiento, percibimos una falta de lógica –bueno, no todos, algunos, algunos lo ven lógico, demasiado lógico-; como iba diciendo percibimos una falta de lógica respecto a lo que nos rodea. Como tenemos un ombligo que si fuese material ocuparía todo el universo conocido y parte de varios paralelos, el hombre es el adalid de esa sinrazón. Vemos cosas sospechosas por todos sitios, porque como diría Jules en Pulp Fiction: El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por las injusticias de los egoístas y la tiranía de los hombres malos. El hombre recto y el hombre malo. Cada cual tiene su percepción de rectitud y de maldad. No creo que mis esquemas mentales coincidan mucho con los de Botín, por poner un ejemplo de lo más socorrido. Para mi todo él es maldad –bueno, casi, démosle el beneficio de la duda del rescoldo bondadoso del día de Navidad, ejem, Scrooge de saldo-, pero él mismo se tendrá por un probo magnate y buena gente. Yo lo sigo viendo como un provecto carcamal, por poner otro adjetivo que empiece por pro. Nuestro mundo de opinión, mentira, rapidez, deformación y consolidación de corrientes mayoritarias nos lleva a los pejigueras a ser unos descreídos y a algunos a llevarse las manos a la cabeza. ¡No le veo la punta por ningún sitio, pardiez!¡No tiene lógica! –nos decimos mesando nuestras barbas-. Es lógico. Si cada uno toca un pito, la bofetada a la coherencia puede ser brutal. Imagínense bandas militares u orquestas sinfónicas reforzadas con coro doble. Que mareo. Patadones a la lógica, bandos encontrados, exageraciones manifiestas y lo que nos hará libre, que es la verdad, se diluye en nanofracciones tan pequeñas que para formar el puzzle de una pequeña constatación lo tenemos difícil, si es que en realidad queremos ser objetivos. Porque si yo digo que se ve el Kilimanjaro en el cuadro formado por las piezas, y tú que lo que es la Ópera de Sidney pintada por la mona Chita, pues eso, que cada uno pensamos que el duro es, por supuestísimo para nosotros, y PUNTO. Yo al menos soy así. Egocéntrico, fabulador de verdades, predicador en un desierto con oasis de mosto de manzana y disidente autoeregido.

Pero borren todo lo anterior de su mente. Todo lo dicho anteriormente por el testigo no lo tendrá en cuenta el jurado –siempre me pareció ridículo que se puedan obviar las cosas con más chicha de los juicios por defectos de forma o divagación-. La realidad tiene lógica. Si, tiene una lógica basada en leyes naturales. El crecimiento cristalino, el ciclo del agua, la dinámica de los animales. Todo sigue parámetros que cumplen leyes lógicas para gastar la mínima energía. ¿Lógico? Si. Los planetas siguen sus órbitas como está previsto, hasta que la estrella explote, como está previsto en su guerra energía contra gravedad. Hay cosas que desconocemos, pero ninguna se saltará la lógica de sus acciones por capricho. Eso es real. Ocurre en la realidad. Muchos lo negarán, pero como al mecanismo natural le trae sin cuidado lo que pensemos, ahí sigue erre que erre, en constante evolución.

Solución al problema o el punto discordante: nosotros. Nosotros somos los que aportamos la insensatez. Nuestra realidad está llena de mierdas que nosotros mismos aportamos con nuestro albedrío, sea libre o tenga dueño. ¡Vaya gracia! La inexorable y pesada estela de Perogrullo descienda sobre nosotros. Podemos ir en paz. O en guerra. O viendo conspiraciones o vendiendo una burra muerta como un corcel árabe de linaje inmemorial. Toda esa es nuestra fuerza. La fuerza de la confusión, de poner el dedo hasta que haga llaga, si es que no la había. Y echar sapos por la boca y pirañas en la bañera de los otros, porque si una piraña les muerde nos hará tener aún más razón, seremos más felices e iremos todos al cielo. Reiremos  Menos los otros. Los otros son el enemigo. Un enemigo que buscamos para echar la culpa de situaciones que se nos escapan a la razón, por estar fuera de nuestro campo lógico. Ubiquen el suyo y pónganles cara. Seguro que no les resulta difícil.


Quien piense que con mis -engañosamente equidistantes- palabras considero a todos iguales, se equivoca. Tengo toda una amplia gama de matices en mi paleta de descalificaciones. Lástima que solo tenga los colores de un Spectrum para las alabanzas y las cosas bonitas. Y me sobran el Cyan y el Yellow, que lo sepan. 

Pero como dije antes la ficción tiene cierto sentido. Y a mí, en mi imaginación, me encanta que los planes salgan bien.

sábado, 11 de junio de 2011

GRAVA



(Oscar Wilde)


Descendía por el camino de gravilla con la bicicleta negra que me había dejado un lugareño. El chirriar de los muelles del sillín hacía que cualquier desnivel en la ruta, por minúsculo que fuera, pareciese el desplome de Jericó por las trompetas hebreas. Las ruedas, tenuemente desinfladas, proyectaban los chinitos, como catapultas, a las almenas de las plantas que crecían en la mitad del camín de carros, en la protuberancia central, donde la flora era abundante. Los cielos de Flandes se observaban en el horizonte, y en lontananza una gran piedra en medio de una era, superficie llana y circular. Destino de mis pasos. De mis pedaleos, mejor. Mi escepticismo crecía por momentos, como si al acercarme a mi objetivo clarificara y clasificara las ideas en mi mente. La fuerza de la razón, parecía, ordenaba las neuronas, puestas patas arriba por el anhelo de lo arcano, de lo que transciende a lo lógico. Lo preternatural salía por la ventana cuando lo evidente entraba por la puerta, como un caco o un amante pillados in fraganti.
En mi excedencia de la Universidad, que ya duraba dos años, había recorrido oscuras bibliotecas y tiendas de viejo, tumbas polvorientas sin ningún aliciente y hostales de mala muerte. Mucho hostal de mala muerte y peor vida. Había reunido los datos fragmentarios de un olvidado culto a un dios perdido. Todo me había indicado que iba por el buen camino para llegar al monolito de basalto del que todos murmuraban y todos evitaban. Yo ya lo veía, y se suponía que el último ser vivo que lo vio holló estas tierras hace décadas. Nadie, decían entendidos, gentes del pueblo, escritos nuevos y viejos, se atrevía a pasar ni siquiera a dos kilómetros de la piedra. La Piedra Negra que inspiró a Howard y a Lovecraft, a Dunsany o Blooch. Cthulhu y sus mitos literarios son solo reminiscencias modernas de lo que me venía a referir. Me acercaba más y más. Todo era bastante normal. Nadie había, como habían vaticinado los sabedores. Pero cuando llegue a la piedra, ya estaba tan desencantado que ni me fijé en sus glifos, ni en sus bajorrelieves supuestamente malditos, ni tan siquiera en su pulimentada cara superior, donde la leyenda cuenta que miles de personas habían sido sacrificadas al Dios del lago. Solo repesé mi espalda sobre el monolito, me puse un pañuelo a manera de máscara y reí. Esa grava que venía proyectando y tragando por el camino, blanquecina, pulverulenta, era tan alóctona en este entorno como yo mismo, que venía de otro continente, de los confines del mundo. Esa grava blanca, que tamizaba el camino, como un feo tapiz descolorido, como un mosaico monótono hecho añicos, no estaba allí por las fuerzas ocultas de una naturaleza desatada en profundidades insondables. Todo era prosaico, alegre, precioso en esa tarde de cielo de cuadro flamenco, donde el búho ya empezaba su vuelo. Esa gravilla que tenía en mis manos, triturada por máquinas enormes en canteras nada escondidas, estaba puesta por unos operarios de un Ministerio de Fomento cualquiera. Un tipo al que se le veía la raja del culo, mandado por un tipo de traje y corbata con casco, había osado pisar la llanura del Monolito de Ezotoh. No creo que maldiciones ni venganzas de sangre cayesen sobre esos peones camineros que habían dejado latas de cerveza como marcadores de su territorio, cosa esta de la que me di cuenta después. Me levante. Miré a mi alrededor. Nada extraño. Solo una piedra rara entre el paisaje kárstico, que vaya usted a saber cómo llegó hasta allí, pero bien pudo ser un bloque transportado, vestigio de una pasada era glaciar, interesante para el experto en hielos que se mueven, pero inútil, benditamente candido e inservible para el que buscara más allá de lo que había. Una piedra. Negra. En medio de una era antigua. En un país incierto que solo es exótico para los que no se fijan en que todos los sitios, de alguna manera, son iguales. Abrí mi mochila, bebí un sorbo de agua fresca de la fuente del pueblo y me volví andando, con la bicicleta a manera de mascota. Nada atormentaba mis sensaciones, no venían reverberaciones de lejanos eones para descolocarme. Pisaba en firme la grava, la fea y polvorienta grava, que permanecía ajena, por ser grava, ente inerte, a las disquisiciones de los hombres que se cansan de los caminos de la lógica. A medida que me acercaba al pueblo me fui olvidando de la Piedra Negra de Oyrkos, de la Piedra Maldita de Baal, de  la Puerta Negra de la Luna Roja, pues fue siendo ocupado su lugar en mis pensamientos el deseo simple, llano y prosaico de comerme un buen filete a la luz del hogar.

domingo, 5 de junio de 2011

35


Consciente de la propensión a la obviedad aviso que las perogrulladas serán profusas a  continuación. Y que conste que escribo esto antes de saber lo que voy a poner.

Ya tengo 35. 35 puede ser considerada la mitad de una vida en algunos países, y en el nuestro no hace tanto tiempo. Yo creo que no voy a vivir hasta los 70, así que el reloj de arena gotea ya sus partículas tamaño arena fina sobre mi morrillo de vaca vieja. La edad real es 35. La edad que se tiene no se puede determinar. Yo era viejo a los trece, pero sin la sabiduría de los años. La sabiduría de los años para mí no es una perogrullada de las que hablaba hace un instante. Los años no hacen más sabios a la gente. Solo en determinados casos. Hay viejos que son idiota y que siempre lo han sido. Por eso digo que ser viejo a los 13 viene a ser como ser un viejo imbécil, de esos que comentaba Buk en su poema a esa gente de vidas desperdiciadas. Hoy, con 35 años y 4 días de existencia me siento viejo. Gruñón, pesimista, achacoso; esperando la muerte. Las ilusiones perdidas ya no son siquiera cicatrices en mi mente, pues el proceso erosivo del olvido deseado han cauterizado las brechas, pero el veneno inoculado por antiguos aguijones áureos, de poemas de Machado, sigue fluyendo por mi sangre saturada de colesterol, ácido úrico y autoasco. No siento demasiado y lo que siento es negativo. El dolor que había ahora es rabia, descreimiento, proyectado a un subconjunto del espacio conocido tan grande que se diluye en ppm en un abrir y cerrar de ojos. Nada bueno saldrá de todo esto. 35 años de los que apenas puedo unir (sumar) dos de ellos de relativa felicidad en los últimos 20. ¿Merece la pena vivir así? Bueno, el Ortega decía que morirse era una mierda. Los que en nada creemos, y aún así hemos anhelado la llegada de la guadaña, somos desafortunados. Si en el reinado de los hombres el darwinismo siguiera su curso ya el medio habría acabado conmigo. Eones recorren como un escalofrío mi médula. Soy insignificante ¡somos insignificantes! Y nos damos tanto porte.
35 años. No todo fue malo. Buenos momentos que no han conseguido corroer el ácido.
35 años y después de mis aventuras y desventuras en la letrina llamada vida, me vuelvo gris, cuando fui blanco, por la rutina tediosa de la prisión de su chico trabajador. Me han robado la siesta la semana que cumplo 7 lustros, las 3 décadas y media. Robarme la siesta. Porque sé positivamente que no hay nada sobrenatural, si no creería que alguien en el infierno o en el paraíso, hace que purgue por mis blasfemias de saldo.
Algunas veces he cometido el pecado de tomarme las cosas como si importases, y por eso pido a Azatoth, Shub Niggurath y Yog Sototh que me perdonen la osadía, la repugnante tarea de tomarme a mí y  a los otros en serio.

35 años. ¡JA!
Seré imbécil.

 
Add to Technorati Favorites Creative Commons License
Mameluco´s Blog by Miguel Morales Merino is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 2.5 España License.